e. Era domingo y me negaba a levantarme de la cama-
ar, después de lo que hizo; y no hay nada que puedas decirme que me haga entenderlo. Solo te pido, que la próx
que mi padrastro la traicionó. Incluso, fui yo quien lo echó de la casa, porque mi mamá estaba en el p
que tenía de hablar conmigo, lo pude sentir
del chico de tatuajes qu
ie
i me negaba tendría que sacarlo a rastras de la casa. Así que cenamos, tocando temas superficiales para mantenerme distraída de mi llantén, y preparé el sofá para que pu
muy tarde para que pudieran buscarlo- improvisé, porque la verdad era que en ningún momento vi la má
en la posibilidad de que el subiese a mi cuarto a despertarme y me ruboricé con la sola idea. Estaba desparramado en el mueble, como si él fuese muy grande para el pequeño sofá. Una pierna guindaba hasta el piso,
sta que por fin comenzó a refun
Mi cara quedó a centímetros de la suya. Sus ojos seguían cerrados pero mi corazón martillaba con tanta fuerza que no lograba escuchar su respiración, quizás si la hubiese podido escuchar, me hub
s que los había visto antes, como si fuesen distintos incluso, me mira
jo en un pequeño susurro, regresándome a
á en la cocina-dije soltándome
bre mí, solo que tu mamá pudiese descubrirnos-dij
ndo la cantarina voz de mi mamá
ggio-dijo Rámses, haciendo gala de un
cortes y educado como nunca pensé que podría serlo. ¡Ni siquiera ha visto su teléfono ni una vez!. Después de que mi mamá insistiera que la tuteara y que saliese a sus clases de yoga, volvimos a quedarnos a solas. No
y yo ahogué un pequeño
adrón o un violador?-pregunté asomándo
i nada-, además, es Gabriel, aunque no puedo as
briel entrando en la cocina con
mentolado de su shampoo llegó hasta mí cuando se acercó para
a mi altura. Su sincera preocupación me hizo ruborizar, y solo pude asentir con rapidez y de
dió Rámses, y yo me ahogué con mi propia saliva cuando intenté negarlo. Gabriel me dio golp
Gabriel fulminándolo con la mirada-. Nad
uiera un poco celoso, me cruzó por la mente. Pero aparté ese pensamiento cuando recordé que era el chico qu
uedaban de mi mano. El roce de su piel tibia con mis manos húmedas y frías
regunté mientras era emp
ando ante una batalla que no sabía que se esta
y cada vez que podíamos nos escapábamos para pasar el día en ella, pero solas. Nunca nos atrevimos a ir con nadie más para restregarles nuestros complejos; ella que se sentía demasiado flaca y yo que estaba
nes. Me sorprendí cuando le tocó el turno a Rámses, porque aunque me lo imaginaba por su aspecto escuchando heavy metal, sus cinco opciones fueron pop y electr
gustaban, y canciones que quizás todos debían conocer. Cuando Twenty One Pilots comenzó a sonar con Ride, los hermanos O'Pherer se giraron a mirarme
y solo pude cerrar los ojos e inspirar todo lo que mis pulmones eran capaz de resistir. Gabriel había pensando en todo, así que bajamos varias bolsas cargadas de bebidas y distintos aperitivos. La
ués de llegar hasta aquí. Gabriel se quitó la camisa apenas llegamos, era delgado pero con su musculatura definida. Debía hacer algún tipo de ejercicio. Tragué grueso y aparté la mirada
. Yo no tenía ninguna oportunidad con él, así que no había nada que mi sobrepeso pudiese arruinar, pero en cambio ella sentía
uía insistiendo y fue cuando dijo que no habíamos conducido todo ese camino para quedarnos sentados en la arena, cuando claudiqué. Solté el aire que estaba conteniendo de los nervios y comen
en cuanto llegó
i cuerpo. Me acaloré de tal manera que pude haber entrado en combustión espontánea. Cruc
de la vergüenza que estaba sintiendo. Me to
ra yo, quien con mi vergüenza la sentía helada. Cuando nos adentramos lo suficiente co
nosa?-preguntó Gabriel
e no, pero te estarí
crees que se relaje lo suf
rlo. No tenemos
gí lo vi carcajeándose y no pude evitar salpicarlo. El respondió y comenzamos una guerra, donde terminé tragando la mitad del mar. Cuando pedí que parase y me atreví a abrir los ojos, no estaba p
guapo entre mis piernas-sí, lo pensé-, mi peso que podía hacerle daño en sus hombros, o que él me estuviese sosteniendo
, me lanzaron la pelota para que participara. Estoy segura de que Gabriel no tenía ni idea de lo torpe que era para lo
su cabeza tratando de hace
ró más que el sol inclemente, me dio un beso en la parte interna de
divertido. Pero un borrón negro a su espalda llamó mi atención, me asomé por sobre el hombro de Gabriel y vi a Rámses dirigiéndose a nosotros con
o con la mirada, aunque el aludido solo se atrevió a ensanch
re los hermanos sin entender ni u
- dijo mientras me guiñaba un ojo
l ceño fruncido, pero se recompuso
dijiste?-
ñía a Pacita, por supuesto
Portugués?-pregunté curiosa mientras
ijo flotando como yo-¿Sabes nada
pondí. Él sonrió y me indicó
on claraboyas que indicaban hasta donde podían llegar los nadadores. No me daba mied
músculos de mis piernas descansaran. Él se colocó al lado mío y perm
r con esa ropa?-
desnudo, solo debes pedi
ca me había sentido me atreví a
. Su nívea piel se encontraba tatuada, no por uno solo como lo había pensado, sino por varios tatuajes. En uno de sus brazos llevaba un trivial de flores de loto con tonos grises y rosas, co
e?-pregun
dió un poco perdido en sus pensam
e ví uno en la espalda cuando...-y no pude decir nada más p
es estaban marcados en la misma letra del tatuaje del brazo, y donde debía estar el norte estaba otra flor de loto, en muchos colores brillantes. Me acerqué para apreciarlo de cerca, de forma incon
con rapidez. Mi nariz casi hab
tubeé-.¿Por qué
r y cuando salió sus largos mechones de cabello estaban peinados hasta atrás, sus rasgos an
pregunta. No quise insistir, porque s
zadas. Nadaba detrás de él cuando un calambre me p
voz entrecortada y com
r control de la situación. La pesadez de mi cuerpo me halaba hasta abajo y llevé mi cabeza por instinto hasta atrás, para tratar de mantenerla a flote. Cuando me sumergí por completo el pánico se apoderó de mí y solté un grito que me hizo botar el poco aire que tenía retenido cuando unos brazos fuertes me s
asustada, tratando de c
sus hombros y se giró par
ón
sentido me pasara desapercibid
rilla. Súbete a mi esp
en un susurro, mientras subía a su espalda. Me sujeté a
diversión de son
tros pies tocaban el fondo. Me ayudó con mi cojera hasta
só?-preguntó mi
pondí al unís
ise negarme, pero la verdad era que sus masajes estaban ayudando y mi dolor comenzaba a remitir. Mientras estaba allí concentrado en
. Ya había visto tres de ellos, y divisaba
-resp
no serio, llegando con unas bebidas que había
ajeno a su comentario y su tono, me respondió com
ncí-tradujo antes de que pudiese preguntar-. El de la pantorrilla-señaló un ave fénix que traía en l
po que Gabriel. Yo entorné los ojos a
tador, apoyé mi cabeza de la ventana y sin darme cuenta terminé quedándome dormida. Pero lo que fue de verdad sorprendente es que me desperté acostada en mi cama, con mis pijamas de las chicas súper poderosas puestas. No recordaba cómo había lleg