rme, pero al f
ercera vez en menos de veinticuatro horas, me decidí a buscar a Rámses. Se merecía una explicación y mis sinceras disculpas. Aun no me sentía lista para explicarle todo lo que ocurría
en mí. Tenía las rodillas flexionadas y sus brazos apoyados sobre ella. Su cabello se mecía libre con el vie
iclet con tanta violencia que temí por sus dientes. Su porte una vez más me intimidaba. Recorrí los últimos pasos que me separaban de él como una niña a
antes de que empezara a hablar,
s en la oscuridad de la noche. Los piercings, esos que no sabía que usaba si
tarlo, por lo que asumo que fue algo que te causó demasiado dolor. Pero solo quiero que me respondas una pregunta, una sola, y t
iato y vi sus músculo
do eso, pero la form
o contante en cuanto me sienta preparada, si es que eso pasa algún día, porque como dijiste, fue algo que me causó demasiado
sudadera puesta, pero el olor de su perfume vino desde él, de su cercanía. Sent
ese dolor. Un día me corté, accidentalmente, y sentí alivio. Entendí porque algunas personas se cortan con intención. Pero yo no me atreví a hacerl
. Él hizo lo mismo y quedamos a centímetros de
mucho tiempo no era del dolor de haberla perdido. Sentí mi mente aclarada, como si hubiese estado caminando
ima. Y vi sus piercings: uno en la ceja derecha, el del labio superior también a la derecha... y él leyendo muy bien mi rostro se giró para que viese su oreja izquierda, donde lo que parecía ser un tunnel diminuto -pero estaba segura que
en una zona privada, pero igua
sangre se agolpaba en mis mejillas-
ra él una vez más y así de cerca, con su b
ones de ir sin vomitar, vayan al puerto que zarparemos en unos m
o acepté lució entusiasmado, una
siquiera recordaban lo ocurrido, lo que solo empeoraba la situación. Por suerte, todos estaban tan enfrascados en la resaca, en tratar de no vomitar, en rec
llevábamos resultaban innecesarias, así que Rámses se ofreció a llevarlas al auto
ándose a mi lado. Intenté negarlo, pero como siempre, ella no me dejó hablar-. No pensé que el fuese tú tipo, no te molestes, solo digo que él es muy reservado y ahora con todo
arle que Rámses y yo
dad es que hay muchas que se quieren tirar a los hermanos Oh'Dios, y si le enseñas
tostada por el sol. Lo recordé de unas horas antes, cuando lo vi e
ueña marea de jóvenes me fue llevando hasta el bote incluso contra mi voluntad. Frente a mí Ana María se dejó ayudar por uno de los otros compañeros de clases que estaba
mi turno ne
o meloso me desagradó, lo hizo sonar más bab
os que estaban ya sentados alguna que pudiese ayudarme y que no me diera tanta repulsión como él, pero cuando él intentó una vez tomarme, está vez fu
e, me hizo marear. Rámses no tuvo otro remedio que sujetarme por la cintura y llevarme hasta sus brazos. Me había enganchado a su cuello
aveux?- preguntó-. Ba
e me tradujese-, sí, siempre, con cualquier cosa que t
todos en el bote. Estaba claro que a pesar de que ellos pas
divertido, aunque más de una vez estuve segura de que mis nalgas se lamentarían al día siguiente, porque no había nada acolchado en el banco donde estábamos sentados que amortiguara la caída. Me permití reír como lo hubiese hecho en el pasado, divirtiéndome
en los rostros. Rámses se bajó de primero y me ofreció la mano para ayudarme a bajar. Eso fue mucho más sencillo que subirse. Nos despedimos a pesar de la insistencia de Kariannis d
regresar a la casa, pero no podía insistirle a Rámses que se quedara conmigo cuando sabía que no había dormido na
deje dormir en
dea de abrir la puerta, bajarme y correr lejos antes de Rámses pudiese girar el volante, pero los seguros estaban puestos y la luz acababa de cambiar a verde; yo quería huir, no matarme en el proceso. Sin embargo, en vez de dobl
casa aún, así que no vamos para
iese preguntado a donde nos dirigíamos, pero
acababa de subir a mi cuarto después de un maratón de películas
ónde ir
capaz de fugarte d
a donde vaya
o que nos irí
pre he querido
en ir a Pari
das*-escribí con s
o tú te fugarías conmigo
que se lo has pedido a muchas antes d
que solo quiero
do leí ese mensaje y esperaba que l
juntos y lo suficientemente lejos*- escribió. Y como una tonta enamor
mses sacándome de mi
to y me secaba con rapidez la lá
abría la puerta que comunicaba el estacionamiento con la casa. Venía tan inmersa en mis pensamientos que ni siquiera sabía
unos jugos y agua, y una bandeja que contenía queso y jamón. Después sacó de los gabinetes algunas galletas, pan y mantequilla. Por ultimo un par de platos y unos cuchillos. Me acerqué para ayudarlo con las cosas, cuando m
va?- Hermano ¿en dónde e
era ridícula, no deberíamos estar escondidos como una p
Qui était votre date?- Estaba en una
las escaleras de escape o de la servidumbre, pero entonces recordé a Rámses diciéndome que no había nadie más en la casa que su hermano, y me animé a subir los escalones. Cuando llegué al descansillo la luz se encendió asustándome, pero debían ser luces por sensor porque no había nadie
un solo trago. Estaba sedienta y más hambrienta de lo que imagin
dijo la voz de Rá
en cuanto entramos. Su habitación era amplia, de color blanco y muebles de madera caoba. Su cama, era tamaño matrimonial, con sabanas en azul oscuro. No había mayor orden en el cuarto. Algunos libros y cua
lla con ruedas de su escritorio. Sin mayor opción me acerqué hast
era, pero preferí esperar a que se preparara los suyos. Comimos en igual silencio, aunque é
sos-acoté comi
pasta que cocino-er
rme, pero entre que ella no lograba recordar una receta y y
mían en la c
ecuerdos de todas las veces que me recibía con mi comida favorita cuando lleg
as que había traído. Había muchos libros en distintos idiomas, aunque reconocía a los autores. Un portarretrato con una mujer de cabello castaño rojizo, una amplia sonrisa que me rec
a al baño. Él solo rodó los ojos. A veces se
a ducha, puedo darte
e tus citas me sirva-el desdén e
de ropa limpia, mía-dijo haciendo énfas
nsé en mi idiota cabeza que estando en su casa, en su cuarto y con una sola cama, tendríamos que dormir juntos.
como de seguro lo estás tú, así que asumiré que quieres dormir tanto como yo. Si
Q
s motivos. Él sin embargo estaba divirtiéndose muc
de las gavetas de su cómoda. Me entregó una ca
Después nos encargarem
onzada causándole una sonrisa que
e estar en casa ajena, no pude evitar seguir con mi costumbre. Sentí como los músculos tensos de mi cuerpo desde la noche anterior comenzaban a aflojarse. Usé su gel de baño y su shampoo, y ese característico olor mentolado me inundó todos los sentidos, ruborizándome por completo. Después de algunos minutos decidí que era suficiente y salí. Tom
as encendidas de escarlata opté por no usar mi rop
o de la cabecera de la cama con los ojos cerrados y sus piernas cruzad
¿Piso o cama?-pregunt
a lo suficientemente amplia para los dos, y el
inando hacia lo
trolados para compartir una cama sin que sea algo sexual-
os sorprendido. Sin embargo contuve las ganas de reírme de mi propio descaro. Sentía
cansancio que hormona
os debajo de
que darle a su pregunta, porque su cercanía a pesar de mi cansancio
on amour-Buena
a sonrisa en su rostro. ¿Me acostumbraré alguna vez a sus bromas?. Caí dormida con mi mente en blanco y aún con la son