as
ó, intentando sabotearme en la carrera. Vi toda esa gente a lo lejos, gritando, alentando, bebiendo, riendo. Todos
aba por
e! ¡Chase! -gr
! ¡Sam! -gr
con una sonrla ca
e sentía victorioso, orgulloso. Ya no quedaba rastro de aquél chico frustrado que llegó a la competencia hace más de veinte minutonos y levantó mi brazo en el aire-. ¡Tenemos un ganador! ¡Chase
do muchos, aunque varios solo abucheaba
. Este era un golpe para su ego, y se notaba que él era muy egocéntrico. Más allá de que esto sirvió para olvidarme del contrato d
acerc
rsonas que se interponían en su camino le dieron espaci
su ego. Estaba que echaba humo por las orejas por perder. Yo no hice
urioso por perder? -
e una forma poco agradable, como si quisie
o porque has
soy bueno compitiendo -me defe
o antes de que la carrera comenza
o de que la h
os cinco mil dólares que me he
a punto de darme u
no has ganado por ser bueno,
ras corríamos. ¿Por qué no mejor aceptas que has perdido? Estás quedando como un idio
gol
brio, pero me levanté de inmediato y lo golpeé con fuerza, dándole su merec
ravis, sosteniéndome para que
tre la multitud y se met
preocupada, mirando a Sam y esti
seguía lleno de furia. Me miró una última vez
as a paga
la pena c
s hicieron contacto con mis ojos azules. Nos miram
ien? -me
-res
girió, dándome u
ndo ella apareció, me hizo entender que
terminó
nocía. Su rostro me era famil
-le pregunté, pero
ni
e le hervía y que no se quedaría sin decir nada. Pero me sorprendió completamente cuando vi en vivo y directo y en cámara lenta, cómo e
y me abrí paso entr
os, mientras el organizado de la carrera sostenía a
perder estos cinco mil dólares, pero era por ego, por orgullo,
antes decirle a Chase
lo guapo que era de cerca, y del color azul intenso que sus ojos contenían. Nos observamos de for
u moretón me llam
tás
stó, mirándom
de todos ellos, pensando en la be
ero escuché que preguntó mi nomb