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La familia de Chase siempre ha gozado de las riquezas de una herencia que les dejó el abuelo Stephen al morir. Chase Miller vivió su adolescencia rodeado de todo lo que quería. Si algo le gustaba, lo tenía. Si algo le aburría, lo desechaba y conseguía algo nuevo. Pero todo el paraíso terminó cuando una mala inversión hizo desastres en la economía de la familia Miller, obligándolos a mudarse de su lujosa mansión y acostumbrarse a una vida sin los lujos que acostumbraban. Chase está devastado, y junto a su padre, están dispuestos a hacer cualquier cosa para recuperar el antiguo estatus al que acostumbraban. Lo que Chase no sabe, es que su propio padre lo obligará a casarse con la hija de un millonario para eso.
Danisa:
-No entiendo... ¿cómo has sido capaz de hacerme una cosa así? Y a mí... que te ayudé tanto...
Lo miré indignada, sin poder creer en el papel que estaba leyendo. Pero por la reacción de susto de Chase... Todo quedaba al descubierto.
Mi matrimonio de dos años fue una completa mentira todo este tiempo. ¿Cómo podía superar eso? ¿Cómo iría a dormir esta noche a mi cama, sabiendo que el hombre que amaba con toda mi alma, con quien había hecho el amor tantas veces, se casó conmigo por mi dinero?
Sostuve el papel con mis temblorosas manos, leyendo otra vez el contenido en el que, claramente, veía cómo mi matrimonio era una falsedad. Mi esposo me había mentido todo este tiempo. ¡Y mi propio padre lo supo todo este tiempo, pues fue quien aparentemente tuvo la idea!
Me sentí vendida.
El pecho me quemaba y los recuerdos viajando por mi mente aparecían uno tras otro sin piedad alguna. Las lágrimas caían por mis mejillas y me daban un aspecto desolador. Me sentía humillada y usada. No podía perdonarlo. Lo amaba, pero algo así no tenía perdón. Jamás los perdonaría a ninguno.
Los ojos de Chase estaban sobre los míos. Noté lo brillosos que éstos se ponían, pero lo difícil que era creerle ahora. Siempre que lo vi llorar, mi mundo se derrumbaba, pero hoy esas lágrimas no podían tener otro efecto en mí que no fuera el repudio. Bueno... ¿realmente era eso lo que sentía o eso era lo que yo quería sentir? Supe la respuesta de inmediato: me convenía sentir repudio para no pensar en esas enormes ganas de darle un abrazo. Tenía que ser fuerte y ponerme muy orgullosa.
Chase me faltó el respeto.
-Te suplico que me dejes explicarte todo -dejó las copas de vino en el mueble que tenía junto a él y se acercó a mí.
-¡No te quiero cerca! ¡Aléjate de mí! -le grité. Fue un grito cargado. Pero no cargado de enojo, sino que cargado de decepción y dolor.
Él no me hizo caso, así que fui yo quien retrocedió. Pero la pared estaba detrás de mí, así que solo terminé chocando contra ella. En este momento, todo me daba mucha vergüenza. El hecho de pensar que a él le confesé mis más profundos secretos, mis pensamientos, mis anhelos y que le di todo, luché por él, por nosotros, para luego enterarme de que ambos vivíamos en una mentira de amor, era muy penoso. Siempre fui una persona dura, no caía fácilmente en los encantos de las personas, y siempre tuve mucho cuidado con todo, pero con Chase dejé caer ese velo de defensa personal que siempre ponía cuando hablaba con las personas. Me permití ser débil y dejé que él me gustara, y cuando menos me di cuenta, ya estaba más que enamorada de él y mi corazón lo amaba. ¿Y todo para qué? ¿Para esto?
-Después de todo... ¿esto es lo que soy para ti? ¿Un contrato? ¿Una oportunidad de que tú y tu familia vuelvan a ser millonarias? ¿Es así como me ves? ¡¿Cómo una estúpida oportunidad?!
-Cálmate, por favor. Déjame que te lo explique todo... Yo jamás quise hacerte esto a ti, ni a nadie. Las cosas solo empezaron a surgir y...
-¡No! ¡No hay excusas, Chase! ¡No hay excusas ni nada que puedas decirme para remediar esto! ¿De qué sirven tus palabras ahora? Todo se ha ido a la basura -lo empujé par que se alejara, pues él se aprovechó de que estaba acorralada para seguir acercándoseme.
Vi más lágrimas en sus ojos, como si le doliera, pero no podía comerme también ese cuento de las lágrimas. Tenía que ser fuerte y no dejarme llevar por ello.
-Yo sé que ahora no me crees, pero...
-¡Por supuesto que no te creo nada ya! No puedo creerle a alguien que ha estado mintiendo todo este tiempo. ¡Mi vida prácticamente es una mentira! Yo... Debí quedarme con Sam... ¡Él sí era sincero y me advirtió que me lastimarías!
Ahora las palabras de mi amigo Sam resonaban fuertemente en mi cabeza. Siempre pensé que me lo dijo desde el dolor, porque no lo elegí y me quedé con Chase, pero ahora me daba cuenta de que el mismo Sam siempre pudo saber la verdad de todo. El tema es que, si él sabía sobre esto, tampoco abrió la boca. Si era así, la verdad, los dos eran bien imbéciles.
Volví a empujarlo y aproveche el espacio entre nosotros para rodearlo y alejarme, así ya no podría tenerme más acorralada. No podía verlo más. Necesitaba ya mismo salir de esta habitación.
Y lo peor de todo... el bebé que venía en camino iba a sufrir las consecuencias de este falso amor. El falso amor de su padre hacia su madre. ¿Y así pensaba Chase que iba a poder criar a un hijo? ¿Siento un mentiroso? Prácticamente un estafador.
Lo odiaba. Juro que lo odiaba.
-Quiero el divorcio, estás avisado, así que busca un abogado -le hice saber.
Odiaba la idea de tener que divorciarme. Sé que no todos los matrimonios funcionan, pero siempre deseé que, cuando yo m casara, fuese para siempre, para toda la vida. Era difícil ver cómo lo que siempre quise se venía abajo en cuestión de segundos, pero este matrimonio armado tenía que llegar a su fin ahora misma. Demandaría a mi padre y a mi Chase por todo esto. Quería justicia.
Mi padre y Chase tenían que pagar. Las dos personas que más amaba en este mundo, lastimaron a la persona equivocada.
-No quiero divorciarme de ti, yo te amo.
Reí sin ninguna gracia.
-Qué bajo has caído, idiota.
-Te amo, lo juro. ¡Por favor, hablemos!
Chase me tomó de la mano para darme la vuelta, pero yo me zafé, más molesta que antes.
-¡No me toques!
-Por favor... -Su mirada seguía siendo igual de triste. Pero me repetí que no podía dejarme vencer por esa mirada.
Con la mirada de decepción y rabia, lo miré directamente a los ojos. El papel en mis manos era el contrato, y estaba arrugado por los empujones que le di cuando quise separarlo de mí hace segundos atrás. Y era el vivo recuerdo de la farsa que tenía como esposo. Y la prueba con la que levantaría una demanda millonaria.
-Dime algo, Chase... Y espero que seas sincero una vez en tu vida... ¿Tú realmente llegaste a amarme?
Me miró a los ojos, con la misma expresión, pero no me contestó.
-¡Dime! -exigí.
-Ahora sí te amo...
Eso me terminó por romper.
-Pero al principio, no sentías nada -deduje.
Su silencio, fue una respuesta para mí.
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