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Historia

Capítulo 6 6

Palabras:2666    |    Actualizado en: 06/01/2023

rote y se dirigió a la cubierta quería contemplar la bella mañana, pero nuevamente sintió aquella extraña sensación, era una mezcla entre miedo y felicidad, ¿Pe

regunto Richard quien

La ultima vez que la tuve, fua cuando ell

-. Además, supongo que tienes esa sensación por los recuerdos que te tra

a tu seguridad al

la ultima en mori

ue si-dijo

tes que digas que ya no lo eres, siempre serás un Hamilto

é en cuen

uela ingresaba al comedor y ocupaba su lugar, en el otro extremo de la mesa, reprendía a su nieta, debido a su escándalo, pues según ella, aquello no era apropiado en una jovencita de sociedad, a lo que Julieta siempre reaccionaba yendo a abrazarla y darle incontables besos a aquella mujer de aspecto se

en tono un poco severo-. Sabes que no m

er-. No es motivo para qu

, ¿hasta cuando sabrá comporta

incrédulo Patrick, quien dejaba su cubierto y tenedor a los costados de su plato

que ella sea diferente al resto de las demás jóvenes, ¿por cierto que es lo que hacen? -cuestionó, fingiendo pensar en la respues

na, parándose de golpe-. Que

os un desayuno ameno, además mi he

un coraje-dijo la anciana,

suró a decir Julieta algo apenada-. Mi intención jamás fue

y retomemos nuestro des

su primer beso con Armand, el hombre al que siempre amaría, con mirada melancólica se recargo en el tronco de un frondoso árbol, mismo que le prodigaba sombra. «Armand, ¿Qué estarás haciendo? ¿aun pensaras en mí? Pero que tonterías pienso, si él ya está felizmente casado con Cecil»-se reprendió a sí misma. Justo cuando a su mente llego aquel fatídico día en el que se sintió morir, hacían apenas tres años atrás cuando el mensajero le entrego una carta, ella al tenerla en sus manos, rompió dicho sobre para empezar a leer su contenido, conforme la iba leyendo varias lágrimas corrían por sus mejillas, pues Cecil era quien le escribía para informarle de l

tiempo de que entierre este amor. No es justo para Robert, él solo h

ás estuviera con su amada, al ingresar observó con detenimiento a su alrededor, todo seguía exactamente igual, era como si el tiempo ahí, no hubiese pasado. Pudo notar como en aquel sillón que estaba situado frente a la chimenea se encontraba aquella bata rosa, misma que Julieta usara en esa tarde lluviosa, con suma delicadeza tomo aquella prenda y aspiro el aroma mientras cerraba los ojos y susurraba el nombre de su amada, a su mente llego la imagen de ella usando dicha prenda, ella sentada en el sillón y él sentado en el suelo, ambos mirando el fuego. Esa tarde sin duda había sido una de las más gloriosas, de la nada sintió la necesidad de visitar aquel lago, aquel que había sido testigo de su primer beso, salió de prisa de la villa, sus manos las llevaba adentro de los bolsillos del pantalón conf

s posible?» pensó para sí mismo. Como pudo, empezó a caminar, en cada paso que daba, su corazón latía con gran fuerza, cuando por fin estuvo lo suficientemente

lmente la abrazo fuertemente y sin contenerse más, lloro. Cuánto tiempo había anhelado tenerla así en

rubia con voz apenas audibl

en un susurró, pues lo único que quería era sentir la calidez de aquel cuerpo

scuchar esas palabras, ¿pero por qué se lo venía a confesar ahora? Justo ahora, que é

ada se posó en sus labios, aquellos labios rosados y carnosos no pudo más y la beso, al principio había sido un beso cálido, pero conforme Julieta, intentaba alejarse, con audacia la tomó fuertemente de la cintura y la pego a él, intensificó el beso, lo q

dito malcriado! - grito

e de la cintura y la atrajo nuevamente hacia

io, Armad! ¡Te odio! -gritó, al mismo tiempo que

importa lo que tenga que hacer, voy a recuperar

n Cecil y yo ... yo estoy comprometida-di

lviendo a sujetarla fuertemente de

. Déjame tranquila, como pudo se zafó de su agarre y s

aquel tipo. Sea como sea él no la dejaría tan fácil, pues estaba seguro de que ella lo amaba, sus besos se lo habían confirmado. Julieta, seguí

Lloro con amargura, no comprendía porque la vida tenía que hacerle malas j

ue un poco de aire fresco le haría bastante bien, sobre todo ahora, que sentía un fuerte dolor de cabeza. Iba tan ensimismado en sus pensamientos, hasta que escucho unos sollozos, mismos que llamaron de inmediato su

-ordeno preso del miedo, inclinándo

ió entrecortadamente

izo ese canalla? ¡Jul, respóndeme! ¿Qué te hi

o cuando intento rehacer mi vida? -d

ncrédulo-. Trata de tranquilizart

. Era verdad que ambos jamás simpatizaron, incluso se odiaban, pero ahora se daba cuenta del inmenso amor que sentía por su prima, lo primero que se le vino a la mente fue ir a buscarlo para ac

te, pero necesito que me digas la verdad ¿Tú aún lo amas? -pregun

stá mal, pues estoy co

. Además, su compromiso me parece tan absurdo, te pido que reca

mi palabra, n

ro entenderá. Detén esto, tú eres la única que puede hacerlo. Sabes que siempre contarás con el apoyo de Alex, Thom y con el mío-expreso con sinceridad, aunque en el fondo, era consci

puedo-dijo ella

as necia. Nadie puede estar con al

Armand, está casado y feliz. Además y

o mismo? -preg

amente que Armand no la amaba decidió aferrarse a él y ahora, mira las conse

por favor

sta y pienses en tu felicidad, lucha por ello-animó el castaño claro, quien la ayudaba a ponerse de pie-. Robert, entenderá, l

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