alida, necesitaba desesperadamente ver a su hermano quien, para intentar distraer esos sen
o la verdadera razón de la lejanía de su hijo; Hans miró a su padre junto a ellos después de revisar ansioso su reloj de pulso – pronto se irá a estados unidos a estudiar – continuó Adal tras un nostálgico suspiro y cerró preguntando por la joven que enloquecía la mente de Hans - ¿piensa estudiar fuera del país? – interrogó aquel hombre, el cuerpo de Hans se tensó imaginándola lejos – ella quiere continuar sus estudios aquí – la voz de Leopold trajo a Hans del mie
no – me encantaría verlos jugar – la voz de Leopold con los brazos cruzados en la ventana abierta del lugar del copiloto sorpr
ra al tropezarla con su cuerpo mientras lanzaba el balón al aro – ¡tu madre llamó y está molesta, debemos ir a casa! – gritó Leopold desde la banca donde los miraba sin reconocer malicia en las mirada que se habían cruzado entre los hermanos; avergonzado
mente de romántica literatura donde imaginaba a Hans como el protagonista de su propia historia romántica, su imaginación, era el único lugar donde no debía rendirle cuentas a nadie y nadie le pedía explicaciones, sin embargo, movida por la cul
edo darme el lujo de perder este examen de nuevo – se excusó él al sentir el enojo en el reclamo de su hermana, presionaba su entrecejo con el alma dolida, pero podía usar su bajo rendimiento académico y el temor por decepcionar a su padre, para poner distancia entre ellos – es sólo un día, no puedes alejarte de tu novia sólo un día, ni siquiera por mí – reclamo ella con la voz entrecortada por
ndo el auto de un doloroso suspenso; Evi miraba por su ventana intentando dar gracias por lo ocurrido, queriendo rem
es sólo conocía por apellido ya que después de descubrirse como mujer y enamorada de su hermano, se había vuelto introvertida y para algunos, antipática – tienes muchos amigos – la voz de Hans a su espalda la hizo girar, ella inclinó la mirada y se alejó de él, hacia algunas de s
del gran jardín al reconocer a Hans recostado en un gran árbol, donde una vez existió un columpio,
jer en que se había convertido Evi – no puedo más con esto Hans – confesó ella con su cuerpo templando, él la tomó por los hombros con angustia – te amo – murmuro ella, Hans sonrió asintiendo con la cabeza – también te amo mi hermosa florecita – susurró él envolviéndola en s
ómplice mirada le hubiese susurrado al oído el pecado que estaba cometiendo – dime que sientes los mismo Hans – suplico ella, Hans sentía su cuerpo templar mirando a su hermana con los ojos llenos de lágrimas y negó con la cabeza – no está bien, somos hermanos de sang
azos al reconocerlo – estoy maldito padre – susurró Hans en el oído de aquel religioso amigo – mi alma está condenada y me estoy llevando a Evi conmigo – continuó en
Gunther, el golpe recibido por el enceguecido Hans, le hizo poner su mirada sobre Evi entre los invitados; su cuerpo se paralizó por unos segundos recordando
a Evi a sus doce años con sus tiernas manos desenredando su largo cabello, se detuvo en una ba
s sintiendo el pecado susurrar en su alma – gracias Anwen, creo que necesitaba esto – respondió Hans evitando la mirada de su hermana - ¿no le dice mamá? – la susurrante voz malintencionada de su invitada le hizo mirarla de soslayo – sólo es hijo de mi padre – respondió Evi con rabia – entonces es tu medio hermano – quiso aclarar la joven y ella negó g
ano al abrazarlo por la cintura como muchas veces lo hacía, pero agobiado por el sentimiento de culpa, Hans salió de la casa s
a superen juntos – continuo el religioso, Hans cerró los ojos negando con la cabeza, no se sentía en condiciones de estar junto a su hermana sin dejar de sentir todo lo que ella le despertaba, ahora, no se trataba sólo de ese mágico sentimiento en su corazón; el haberla visto con ese ajustado vestido lila que resaltaba la sen
pregunto ella en un murmullo, él negó con la cabeza evitando la mirada de su hermana simulando que todo estaba bien; Hans h