Con la confusión de sus sentimientos hacia su hermano y aterrada por la perdición de su alma, Evi hace que sus padres arreglen su matrimonio con su amor de infancia, el hijo del mejor amigo y socio de su padre, sin imaginar que él también la había amado en secreto; pero los secretos de la familia sólo pueden llevar a Hans a cometer el mas grave error para salvar el alma de su hermana.
Como cada día al terminar sus clases, Evi corría al encuentro con su hermano que siempre la esperaba frente a la puerta en su convertible negro; antes de atravesar las puertas de la escuela, ella respiraba profundo intentando calmar su respiración y bajar el ritmo de su corazón, caminaba despacio detallando los varoniles rasgos de Hans.
La mirada de Evi paseaba por Hans mientras se aproximaba a él, con su espalda contra el auto, los brazos cruzados en su pecho y su cabello rubio cayendo sobre sus hombros; pese a vivir con él, para ella cada instante que su mirada se posaba sobre ese monumental hombre era como si lo viera por primera vez, ese elegante traje, la corbata y esos zapatos negros le hacían vibrar el alma al encontrarse con sus maravillosos ojos azules – mi hermosa flor – la voz de su hermano alborotó sus juveniles hormonas – ¿vamos al parque? – inquirió ella envolviéndolo en sus brazos, mientras él acariciaba la cabeza de su hermana con ternura – no podemos tardar, porque papá nos espera y no quiero que tenga problemas con tu madre – Evi sonrió rompiendo el abrazo – papá sabe arreglar las cosas con mamá, no te preocupes – bromeo ella y él rio asintiendo, puso un mechón de cabello de ella tras su oreja, sintiendo que los latidos de su corazón podrían ser escuchados por los transeúntes – vamos – ordenó él acomodando su cabello tras su oreja y subieron al auto.
La proximidad al parque, hizo que Hans se liberara de su corbata y la descargara en el asiento trasero del auto ante los expectantes ojos de su hermana, él forzó una sonrisa al sentir la mirada y detuvo el auto frente a las canchas de básquet, ella corrió a la bodega por el balón y Hans se liberaba del saco poniéndolo junto a la corbata, ella tragó grueso al ver los pectorales que le llenaban de pecaminosos pensamientos su adolescente mente, desconociendo el gran esfuerzo que él hacía, para al igual que ella, alejar de su corazón el intruso y prohibido sentimiento hacia su hermana.
Ambos disfrutaban ese pequeño momento en el que sus cuerpos tenían contacto como rivales en una cancha, Evi sentía la respiración de Hans sobre su hombro y el rose de los pectorales en su espalda mientras le intentaba arrebatar el balón que muchas veces ella permitía para luchar frente a frente con él por recuperarlo; sin embargo, esos ojos de gata color miel con la inocente y pura mirada de su hermana de sólo Catorce años, le hacía darse por vencido ante el grito ensordecedor de su conciencia; pero, como siempre, en el festejo ante su triunfante canasta, el pequeño cuerpo salta a los brazos de Hans, levantándola por la cintura y girando victorioso con ella.
Camino a casa, el silencio en el auto llenaba las cabezas y los corazones de los ocupantes, de esos recuerdos y sentimientos que guardaban celosamente; Hans quería entender cómo había nacido por su hermana, un sentimiento diferente a la hermandad, mientras Evi se esforzaba en recordar a su infantil primer amor, lo culpaba por haberse alejado sin una razón válida y culpaba a su edad por ese prohibido sentimiento que había crecido por su hermano desde hacía un año; se reprochaba por haberse alejado de ese ser que reconocía como supremo y que le susurraba al oído el compromiso moral con su familia, sacudía la cabeza buscando esperanzada que algún día desapareciera ese sentimiento hacia su hermano de sangre.
Intentando encontrar respuestas, Hans sonreía buscando en sus recuerdos, ese pequeño cuerpecito en sus brazos tomando biberón, esa pequeña que corría en casa escondiéndose de su madre; cada recuerdo sólo hacía que ese sentimiento aumentara en su pecho, creciendo así un espeluznante sentimiento de culpa - ¿Por qué siempre tienen que tardar? – la voz de Anwen en la puerta con los brazos cruzados en su pecho los despertó de sus pesadillas emocionales – mamá, necesitaba pensar un poco – respondió Evi abrazando a su madre y Hans la miró extrañado – vamos, tengo hambre – ordeno ella extendiendo su brazo a Hans que sonrió recibiendo la mano de su madrastra.
Terminada la comida, la petición de Evi sorprendió a todos – quisiera estudiar en una escuela canónica – pidió ella aterrada de esos pecaminosos sentimientos que le invadían por su hermano, ella debía buscar acercarse a Dios evitando al máximo que alguien lo descubriera; Leopold levantó la mirada a su hija con una sutil sonrisa de orgullo, Hans inclino la mirada imaginando a su hermana con la vocación religiosa que algún día tuvo su padre – buscaré la mejor para el próximo año – respondió Leopold sin indagar las razones de la petición de su hija y se encontró con la mirada de reproche en los ojos de su esposa junto a él.
El año escolar en esa escuela con educación religiosa, había sido un tormento para Evi, sólo se había llenado de terror al no lograr deshacerse de esos sentimientos que crecían en su interior y no estaba segura que su propia conciencia quisiera soltar; en la soledad de su habitación, Evi mordía su almohada ahogando el desesperado grito de impotencia, reclamándole a Dios esa dura carga que había puesto en ella, intentaba enfocar esos sentimientos en su infantil amor, cerraba los ojos queriendo buscar en sus recuerdos a ese pequeño héroe que desapareció de su vida y del que no se atrevió a preguntar nunca, pero la imagen de Hans en cada paso de su vida aparecía fugaz haciendo que su corazón se acelerara – florecita... tu mamá te está llamando – la voz de Hans al otro lado de la puerta de su habitación la sorprendió, ella se incorporó, abrazó sus rodillas sonriendo ilusionada ante una nueva idea y después de refrescarse y cambiar su ropa por el sudor del partido jugado en el parque, bajó al comedor con su familia.
Una nueva petición de Evi interrumpió la tranquila comida familiar, el temor invadió a Hans al escuchar a su hermana pedir de nuevo el cambio de escuela; no solo se trataba de querer, era más que necesario para ella compartir con jóvenes del sexo opuesto - ¿paso algo? – inquirió Leopold con extrañeza y la mirada de ella se posó sobre su hermano junto a ella – no papá – respondió ella inclinando la mirada - sólo que... creo que necesito un cambio – concluyo Evi levantándose de la mesa hacia su habitación - ¿paso algo? – inquirió el hombre mirando a su hijo, aceptando la estrecha amistad entre los hermanos y Hans levanto sus hombros negando con la cabeza – habla con ella, quizás le paso algo en la escuela – pidió la Anwen y el joven suspiró, Hans tampoco quería que ella estuviera junto a otros hombres y acepto la petición de su madrastra.
Entrando a la habitación con la voz de pase, Hans se sentó en el borde de la cama evitando ver a Evi directamente y ella se sentó junto a él – necesito arrancar un sentimiento que me está matando lentamente – susurró ella poniendo la mano en su pecho, Hans la miró por el rabillo del ojo preocupado, ella jamás le había ocultado nada – no es correcto lo que estoy sintiendo, entonces sólo necesito este cambio, quizás me ayude – explico Evi, él tragó en seco con su corazón acelerado, conocía muy bien a Evi, sintió la joven mirada diferente y sin sospechar lo que verdaderamente ocurría, asintió con la cabeza para hablar con su padre aceptando la propuesta de ella, esperando que fuera lo mejor para ambos.
Antes de llegar a la universidad, reventando de celos por algo que aún no ocurría, Hans pasó por la iglesia, no solo necesitaba saludar a un gran amigo de su padre, por primera vez en mucho tiempo, sintió deseo de confesar ese gran pecado que lo atormentaba desde hacía varios años – creo que algo bueno está por venir – saludó Gunther al ver al joven esperándolo en su oficina – padre – saludo Hans al hombre con su larga sotana y éste lo envolvió en un cálido abrazo que Hans se negó a liberar - ¿pasa algo? – preguntó el sacerdote sintiendo la preocupación en el hijo de su amigo – necesito confesarme – pidió en tono suplicante, el hombre asintió; tomó la vestimenta caminando hacia la puerta de salida de su oficina, pero Hans se negó a hacerlo de manera formal y Gunther asintió en un gruñido sentándose en la silla frente a su escritorio con la cabeza inclinada.
Caminando de un lado a otro con angustia, Hans suspiraba – estoy enamorado de Evi – soltó él poniendo sus manos en su cintura, el sacerdote levantó la mirada sorprendido con la confesión – supongo que es tu novia y se llama como tu hermana – tartamudeo el sacerdote queriendo engañarse a sí mismo y Hans meneo la cabeza, las lágrimas acumuladas en los ojos del joven no tardaron en correr – ella sólo era mi hermanita – susurró él sentándose unos segundos frente al sacerdote – o eso creía yo, pero no es así, es una maravillosa niña, que se está convirtiendo en una hermosa mujer – sollozó con notable desesperación y se sentó de nuevo en la silla frente al sacerdote - pero yo no puedo evitar esté extraño sentimiento que se apodera de mí cuando estoy junto a ella – el joven acuno su rosto en sus manos intentando silenciar su llanto.
Con la mano en el hombro de Hans, Gunther cerró sus ojos aterrado con el nuevo secreto que debía guardar de esa familia que, además, era amiga suya – quizás estás confundido – susurró él, Hans levantó la mirada al hombre frente a él – yo creía eso, pero ya no puedo más, hoy... me llené de celos imaginándola junto a otro hombre tomándola de la mano – explicó él empuñando las manos dando golpes en sus piernas - ¿tiene novio? – inquirió el sacerdote, Hans negó con la cabeza explicando la petición de Evi – es normal, supongo que quiere compartir con jóvenes de su edad del sexo opuesto – aclaró Gunther, Hans se levantó de golpe empujando la silla - ¿no estas entendiendo que el problema soy yo? – gritó él, levantó la silla que había caído y se sentó de nuevo – porque no formalizas una relación, quizás eso te ayude a aclarar los sentimientos – sugirió el sacerdote, Hans suspiro levantando sus cejas – tengo chicas... en la universidad – respondió Hans titubeante ante la confesión de su otro pecado, acomodó su largo cabello tras sus orejas sonrojándose – cuando estoy con ellas, algunas veces imagino a Evi – susurró Hans avergonzado, Gunther cerró los ojos con frustración y negó con la cabeza – lo importante es que eres consciente del problema, ahora tenemos que buscar una solución – sugirió el sacerdote, Hans suspiró asintiendo – lo mejor será que empieces por tener una novia formal – aconsejó el hombre religioso y Hans asintió con la cabeza – tienes casi veintiséis años, me parece que es hora que empieces a pensar en tu futuro – Hans asintió y se levantó tras revisar la hora en su reloj de pulso – llegaré tarde a la universidad – se quejó caminando deprisa a la puerta del despacho – no olvides que es secreto de confesión – señaló con su índice al sacerdote y éste asintió sosteniendo la puerta – no te preocupes, el hecho que no sigas el protocolo en esos casos, no quiere decir que yo no respete mi misión – Hans sonrió y corrió a la salida.
En la universidad, Hans miraba a una de las jóvenes con quien sostenía una ventura - "lo mejor será que empieces por tener una novia formal" – las palabras de aquel consejero espiritual aparecieron en su mente y al terminar su jornada académica, antes de regresar a casa, se acercó a ella, iniciando una relación formal, sin embargo, para Hans era demasiado pronto para presentarla ante su familia.
De regreso a casa, como cada noche, Evi esperaba la llegada de su hermano con un vaso de jugo y un sándwich que ella misma preparaba – creo que es hora que dejes de hacerlo – saludo él con una sonrisa al encontrarla en el comedor – era bonito cuando eras una bebé y me esperabas con tu madre – murmuró él queriendo reprimir esa felicidad de hombre que le invadía el alma al verla y Evi inclinó la cabeza – supongo que no es tan bonito cuando lo hago yo – se quejó ella queriendo levantarse y de manera espontánea él la tomó de la mano para evitar que se alejara – no es eso, es que... creo que ya deberías estar durmiendo – quiso aclarar él, Evi sentía la calidez de la mano de Hans y levantó la mirada a su hermano – ¿me acompañas a dormir? – pidió ella en un tierno susurro, él tragó en seco dispuesto a negarse; en pocas ocasiones cuando era muy pequeña, le pedía que la acompañara cuando sus padres estaban de viaje – creo que estas grande para eso – la voz de Anwen pasando a la cocina los sorprendió – mamá, deberías acompañarla tú, tengo algo que hacer – la mujer se detuvo extrañada junto a Hans, sólo cuando no estaba bien, la llamaba mamá – ve a tu cuarto, no eres una niña – reprendió Anwen; Evi resopló molesta y Hans la siguió con la mirada sin notar la curiosa mirada de su madrastra – sé que te está pasando algo, déjame ayudarte – murmuró la mujer sentándose junto a Hans, él suspiró poniendo su mirada en el jugo sobre la mesa negándose a preocuparla y se levantó de su lugar hacia el estudio.
Después de un par de vueltas en el estudio, preocupado por Evi, Hans caminó a la habitación de su hermana, aunque estaba de espaldas, él estaba seguro que estaba despierta y se sentó en el borde de la cama – lo siento – se disculpó Hans, Evi levantó sus hombros, mientras él quiso salir de la habitación, seguro que empezar a tomar distancia era lo mejor para él y la salvación de su alma – acompáñame – susurró ella con la voz melancólica, él se acostó en el borde de la cama mirando hacia el techo con las manos bajo su cabeza, ella se acercó haciendo que la abrazara desde atrás hasta quedar sumidos en único lugar donde no tenían que rendirle cuentas a nadie.
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