cuerdos de su amor de infancia y esa vergüenza de haber sido humillado frente a ella; sin embargo, la independencia lo había descontrolado y desde que inició s
una relación formal pese a su incapacidad de ser fiel y tras dos años relación, queriendo complacer a su padre, resignado a tener que forjar un futuro, estaba dispuesto a comprometerse, por lo que mientras pasaba frente a una elegante joyería en Estados Unidos, las
o la puerta del apartamento de quien creía su novio, en una larga remera blanca; Mathis aún estaba en la cama donde la enfurecida joven entró descargando el pastel en su rostro – espera amor, no es lo que crees – quiso explicar Mathis corriendo tras ella, pero se detuvo en la puerta junto a la seductora
esa – ordeno Adal, Mathis suspiró mirando el anillo en su mano, nada lo ataba a estados unidos, cerró los ojos dejándose llevar por esos recuerdos que lo alejaron de esas reuniones con la
cuyo compromiso había sido arreglado – no me hagas tomar decisiones por ti – concluyó Adal sin querer reconocer que lo extrañaba, más aún,
pold levanto sus cejas preocupado – ¿estás loca? – reprendió Hans, Anwen esperaba atenta la explicación de su hija – estoy terminando mi carrera, no he tenido novio, no tengo amigos y con una pésima vida social, creo que necesito ayuda – explico ella decidida con una pícara sonrisa, Hans tensó su mandíbula sin apartar la vista de su hermana – ¿crees que una pareja así pueda ser feliz? – pregunto Adal ocupando la mesa en la que se encontraba la familia – si – respondió Evi mirando los novios – van a tener la op
su pijama de pantalón largo con pequeños dibujos de conejos - ¿Qué es eso de la agencia matrimonial? – pregunto él preocupado, ella suspiró – no puedo con esto Hans – se quejó Evi poniendo la mano
no lo conquistas? – saludo Mathis a la mujer que desde sus dieciocho años se había dedicado a él después que su madre muriera en el parto mal atendido - ¿de qué hablas? –
rró Hans dejando que su mirada se perdiera en la blanca pared de la oficina de su amigo – no digas estupideces Hans, ¿crees que tu muerte lo solucione todo? – inquirió el religioso completamente molesto – no voy a permitir que el alma de mi hermana sea condenada – respondió él – lo he intentado todo, tengo una novia, me alejé de Evi, pero... no te imaginas lo impuro que me siento esc
– respondió ella con molestia, Hans inclinó la mirada y se reunieron en la sala – Hans, la firma tiene una sucursal en Alemania, sería bueno que buscaras tus raíces – sugirió Gunther mirando a Leopold quien inclino la mirada – al igual que tu padre, tengo conocidos allá – continuo el religioso y Hans asinti
egaba a la empresa de su padre y saliendo del ascensor, se encontró con la sonrisa coqueta de Clover, en un ajustado v
ar el ascensor mirándola de reojo - ¿Qué piso? – preguntó Mathis y ella sonrió de nuevo con coquetería – voy saliendo – respondió ella, él marcó el primer piso mirándola de soslayo – ¿pue
ó en llamar confirmando su llegada – lo siento papá, me encontré con una amiga y voy a i
afé – murmuró ella saliendo del auto después que él abriera la puerta y pasara su mano con caballerosidad para ayudarla a bajar – no bebo café – respondió él, ella inclino la mirada simulando vergüenza – pero... necesitaba una excusa para ganar tiempo – aclaro él, ella levanto l
la maravillosa experiencia en la cama, le confesaban al joven que sin duda alguna era una mujer con experiencia; lamió sus labios y besó con delicadeza la espalda de ella con esos destellos de una de las mejores felaciones que una mujer le hab
tregando las llaves, Mathis se sorprendió y sonrió feliz envolviendo en sus brazos a su padre agradeciendo el obsequio – puedes decirle a Caly que venga a trabajar contigo – ofreció Adal, Mathis inclinó la mirada negando con la cabeza, él estaba seguro que aquella dedicada mujer estaba enamorada de su padre – no le haría eso a ella – susurró negando con la cabeza, Adal frunció el ceño y Mathis rio feliz conociendo su apartamento, tenía una pequeña sala junto a la entrada, dos escalones la separaban de la puerta de la primera habitación y fren
e su pantalón, apretándolas con fuerza, intentando perforar su piel con sus uñas para evitar poner la mirada en el firme trasero que era marcado por el sensual vestido rojo de corte sirena con una abertura en la pierna – iremos a saludar –
Evi sujetó a su hermano del brazo para no quedarse sola; nervioso con la acción de su hermana, Ha
o la mejilla del elegante hombre – debes tener muchos pretendientes – comentó Adal y ella inclinó la cabeza, Hans tensó su mandíbula – aún no he recibido buenas ofertas de la agencia matrimonial – respondió ella, Hans liberó su brazo con molestia - ¿Mathis? – pregunt
opold frunció sus labios negando con la cabeza – aún la amo – susurró bebiendo de un sorbo la copa – ¿Evi está buscando esposo en una agencia matrimonial? – interrogo Adal con una idea atravesándose en su cabeza, él necesitaba alejar a su hijo de aquella mujer que le había roto el corazón y habiendo percibido una extraña mirada entre Hans y su hermana, e
poder evitar que todo su cuerpo reaccionara a la hermosa mujer en que se había convertido, él tragó en seco con esa vergüenza que aún le invadía por aquel infantil recuerdo, en el que queriendo ser
straran el reflejo de la niña que esperaba que su corazón hubiera olvidado, pero, al contrario, la reconoció en el hermoso cuerpo de una maravillosa
n lo llevó para que compartiera con su amiga y ella se sentó a hablar con Anwen; el corazón de ese niño se aceleraba al ver esa pequeña y hermosa niña frente a él. Evi dejó su pequeña y amada muñeca de trapo en uno de los columpios, tomó de la mano a su amigo y lo llevo a los resbaladeros, pero antes de poder deslizarse, cuatro pequeños niños evidentemente mayores que Mathis, tomaron la muñeca para usar los juegos, la pequeña corrió preocupada por su muñeca pero estos pequeños pandilleros, se negaron a entregarla, por lo que Mathis
ones, sin permitirle ver que aquel pequeño lloraba aterrado, pero dispuesto a rescatar la muñeca para ella; sin embargo, en el miedo, Evi sólo pensó en correr a buscar a Adal, quien llegó siendo jalado por la pequeña para que salvar
r perdido esa pequeña muñeca que pudo rescatar antes que su padre lo levantara en sus brazos llorando temeroso, acurrucado, cubriendo con todo su cuerpo el tesoro de su amiga; apretó con furia el volante recordándose haber acunado su rostro en el cuello de su padre avergonzado por sus lágrimas, sintiéndose débil, inclino
lo había alejado y ahora sin poder dormir, Mathis buscó esa funda de almohada que había usado para envolver la muñeca que escondía celosamente en fondo del cajón de sus pijamas y que había regres