almuerzo. Tomaba medicinas y descansaba de igual forma para la hora de la cena. La verdad, se sentía incómoda en ésta situación. No le gustaba darle molestias a nadie, pero al parecer, el señor Dunca
can entró a su habit
te si
e me recupere aquí en su casa. No sé cómo podré pagarle por todo lo q
Dijo Kyle mirándola extrañado, ya que eran palabras poco usu
reguntó Rosalin, sintiéndose incómoda bajo el escrutinio de esos
do – Vengo a decirte que mañana salgo de viaj
me avisara. Yo no soy nadie aquí. Sólo una convaleciente – Dijo
rá aquí en poco tiempo y te encerrarán. Esta vez me encargaré de eso, personalmente – Dijo Kyle saliendo de la habitación y dejándola muy a
y por lo que entendió, ésto también la incluía
fuera el señor Duncan si
y vio entrar a una niña
y me pidió que me portara bien y que no golpeara su puerta con la pelota pero es que se me esca
la ¿Cómo te llamas?
– Respondió la n
soy – Comenzó a
niña con una exp
niña, así que decidió dejar el as
omodándose en la cama sintiendo todavía la p
lo jugaba con mi pel
era un cuento? – le dijo Rosalin, mi
a veces mi padre me lee cuando n
calo. Te lo leeré – Dijo
le leyera cuentos y también la ayudaba a hacer tareas, ma
pulida. Había infinidad de puertas que llevaban a pequeños salones y al que creía era el despacho de trabajo del señor Duncan. El comedor, era magnífico de 21 puestos. Las paredes de toda la planta baja y especialmente las del c
sólo las había visto en revistas. A ella le encantaba coser, aunque en su corazón sabía que no podría quedarse aquí, pues a su hermana la odiaban y a ella ni siquiera le habían dado la oportunidad de explicarse. Tal vez, se atrevería a coser algo para Sarah, aunque primero debía de pedirle permiso al señor Duncan. Tal vez cuando estuviera más rec
iglesia para llevarle la palabra a la enferma. La señora Smith lo dejó pasar al cuarto y le
sentido de caridad. A Rosalin, le gustó mucho la manera cómo hablaba
ces ella
r amor a nuestras familias y amor h
ambién sólo hay que afinar la vista
y la invitó a ir a las misas en la iglesia. Ella le prometió
os físicamente. Lo que le importa
abras de su madre. Entonces ella decidió ir ese domingo y Carlos
a vivido. Oro por su hermana para que pudiera descansar en paz y por la familia que la estaban atendiendo. Comenzó a llorar incont
y estaba pidiéndole a la Señora Smith las notici
zaba a jugar con la pelota y comenzaba a gritarle. Ahora, habla con ella. Le lee cuent
n con las cejas levantadas – El golpe
rse de que nadie más la escuchara – Está viniendo un hombre. Bueno, es más bien un muchacho d
, comenzó a reí
e se la pasaba o aquí estaba pasando algo más! ¡Ya lo descubriremos! ¡Como siem
se fue. Rosalin, se sentía llena de energía y con ganas de hacer algo, por lo que se dirigió al cu
la para Sarah con el material que había encontrado, que no sintió la p
te del asiento y casi no sintió el dolor de sus costillas al hacerlo. Su corazón latía muy fuerte. Estaba muy asustada. Ese hombre parecía
¿Qué estabas
– Fue lo único que at
laro desde el primer día que pusiste un pie en esta casa! ¿Cómo te atreves a poner tus sucias m
o! – Gritó
señor Duncan y Rosalin corrió tan rápido como el es