img A través de las sombras  /  Capítulo 1 1 | 2.86%
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Historia
A través de las sombras

A través de las sombras

Autor: guangyue
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Capítulo 1 1

Palabras:3041    |    Actualizado en: 06/02/2023

al viento alentar aquel

, Angélica

COM

irar atrás. Sin detenerme; sin descansar. Sin siquiera saber a dónde iba. Solo tenía el

a de revertir la tragedia. Pero no, porque así el pasado irremediable que en su momento fue dulce seguiría

se apoderaba de todo, la oscurid

RT

DE LAS

i dur

tu sueño,

cielo y allí recogieras u

tuvieras la flor en tu

Taylor

do. Era el mismo sueño de siempre, y

rimera ocasión en que le ocurría. Fue más fuerte que otras veces: se ahogaba, y odiaba ser consciente de cómo sus pulmones quemaban suplicando p

. Parecía no venir de ninguna parte y de todas a la vez: e

presión constante que sentía en la tráquea se aflojara. Fingió que se quedaba sin fuerzas y cerró los ojos. Procuró estar lo más quieta posible, con la esperanza de que

oxígeno. Intentó pelear una vez más contra la sombra sin rostro que la retenía incluso

pulmones, la chica creyó ver un atisbo de la persona que había intentado (con bastante éxito, por lo demás) ahorcarla, no obstante, la imagen se esfumó de su cabeza en cuanto se dio cuenta de lo que creía haber visto.

forado, los pensamientos bullían en su cabeza... En la oscuridad de su habitación Aura rebuscó a tientas en el cajón de la m

intiendo cómo el aire pasaba por su tráquea con dificultad, dolor

como una grabadora que no podía detener. Aura desvió la mirada a l

do bajo de la regadera, pensando en todo y nada a la vez, congelándose a pesar del agua hirviendo debido a un escalofrío que no podía quitarse. Estaba harta de las pesadillas, de los sueños, del miedo a cerrar lo

vistió rápidamente con unos jeans, zapatillas y el suéter más grueso que encontró en su armario: ese día tenía un examen importante en la universidad a primera hora, antes del desayuno. Al volver al ba

primió sus pulmones; esta

ecorriendo con los dedos las marcas violáceas d

Sin embargo, su sentido del deber prevaleció y se recordó a sí misma, sacudiendo la cabeza, que ese día no podía darse el lujo de llegar tarde. Así que se obligó a no pensar en eso

hila negra y su chaqueta favorita, por lo que partió de i

>

ñaron todo el camino

que solo facilitaba la aparición de las sombras. Trozos de oscuridad se escurrían a su alrededor, deslizándose sin llegar a tocar a

vueltas a las extrañas marcas alrededor de su cuello, que eran un recordatorio de la pesadil

umna vertebral cuando la inconsciencia se apoderaba de su cabeza. Luego vinieron el miedo y la oscuridad. Estaba ate

las sombras tomaban forma corpórea y apretaban su tráquea hasta dejarla sin aire. De alguna u otra forma siempre terminaba de la misma manera. No es que le hiciera especial ilusión, sin embargo, al ser asmática, la asfixia era

naciente, cubriendo con un aire lúgubre todo lo que lo rodeaba. El término de aquel lugar se escondía a los ojos. Un impulso se apoderaba de ella cada vez que lo veía, potenciado por la curiosidad que

dio a la chica, golpeándola fuertemente con los ray

rior del coche. Era tan densa y oscura que parecía absorber toda la luz y energía que había a su alrededor. Esta se mantuvo quieta un instante y a Aura, quien

a ignorado. Apenas la tocó Aura sintió cómo parte de su energía se drenaba de su cuerpo y pasaba a alimentar a la oscuridad. Ahogó un gemido y la sombra pasó a través de ella, disolviéndose en un punto entre su cuerpo y la luz que entraba p

io». Y las marcas del sueño co

>

u cuello habían dejado ya de arder y se sintió libre de

ndo vital para ella. El comedor no estaba abarrotado de gente como solía, pero aún era mu

antos ventanales que había por todo el comedor y se s

nando de un lado a otro por los pasillos de mármol; fuera, el sol se escondía tras las grises nubes que anunciaban una tormenta segura, volviendo

chacha sostenía entre los dedos. De un momento a otro la temperatura bajó varios grados y la s

malas pasadas. No había nadie a su alrededor, Aura lo sabía, sin embargo, eso no le devolvió el aire. Buscó en los bolsillos de la chaqueta el inhalador que

ión -ma

los. Aura quería correr y llegar junto a los casilleros lo antes posible, sabiendo que, si lo hacía,

tudes con dificultad e intentando actuar como si nada ocurriera. Con dedos temblorosos

Notó cómo todo su cuerpo se paralizaba al tiempo que la sombra avanzaba pegada a su piel hasta bajar por sus brazos, enviando ligeros pinchazos dolorosos a través de sus nervios. A

e otra sombra, aún más oscura y fría que la anterior, comenzara a sisear cerca de su oído, poniendo sus nervios a flor de piel. Entonces, cuando la tocó, Aura pegó

e lo único que distinguía aparte de la oscuridad de las sombras que se deslizaban a su alrededor eran los colores b

e esfumaron de golpe, como si nunca hubiesen aparecido. Y,

ó un instante

preguntó una vo

ue nunca antes había visto; estaba segura de ello. Tenía el cabello negro como el carbón. Su piel brillaba de un pálido grisáceo a causa de la luz blanca que iluminaba los pasillos, y l

particular que ella no supo identificar. Aura no sabía cómo sería su expresión, aunque sentía que la tormenta en sus ojos grises recorría las marcadas facciones del muchacho que tenía delante con curiosidad. Él desvió la vista hacia el suelo, rompien

l mismo tono neutral que habí

cabeza. Apenas se atrevía a hablar. No por timidez, sino porque tenía la sensación de q

la chica. Guardó con prisa el pequeño tubito azul en uno de los bolsillos de su chaqueta oscura y cruzó los brazos delante

aci

espuesta y se dio la vuelta despacio, alejándose por los pasillos hasta convertirse en no más que una oscura silueta y desaparecer frente a sus ojos. Tan pronto como se hubo ido, las sombras regresaron. Aura había visto sombras desd

aquiavélica

uz y energía del ambiente. Se arrastraron hasta perderse de vista... Una per

más que el

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