img A través de las sombras  /  Capítulo 4 4 | 11.43%
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Historia

Capítulo 4 4

Palabras:3965    |    Actualizado en: 06/02/2023

a clases durante

nueva información que ahora poseía -que no era mucha, por lo demás- sentía la cabeza más despejada. Había recuperado casi dos semanas de sueño y eso la hacía estar, por redundante que

jo a las sombras arremolinarse a ras del s

u alrededor. Aparte de eso, todo se veía como siempre lo había hecho hasta entonces: normal. Extraño y con las sombras rondando siempre sin llegar a desaparecer del todo

en sus planes. En ese entonces las preocupaciones de la chica se centraban solamente en eso: ¿qué iba a hacer con su vida? Sus únicas pesadillas eran dignas de libros de ficc

de forma inusual; externa, como si el recuerdo le perteneciera a otra persona y no a ella misma. Un sueño... Ese día había sido el primero, y no lo había recordado hasta entonces. O lo que era

ación de su energía. Las otras, sin embargo, las que aparecían en su cabeza y

tad no voltearse a ver qué tan lejos estaban las sombras. Tropezaba casi a cada paso que daba, ya que las piedras y raíces parecían meterse en su camino a propósito, c

sus espaldas y no quer

proviniera de todas partes y ninguna a la vez. El frío se incrementó e

oleadas oscuras como el petróleo. Las más cercanas a Aura se desintegraron, sin tiempo de retroceder, emitiendo un ruido que le taladró los tímpanos. El problema fueron las de más atrás, que se acercaron m

mento a otro las sombras desaparecieron. La bruma negra se di

bosque, a la espera de que algo apareciera. El silencio era casi ensordecedor y era la anticip

ó dentro de su cabeza. Se volteó con rapidez, solo para ver una oleada de sombras establecerse tras de

segundo, y después se abalanzó sobre ella. Lo último que vio antes de que la escena se desvaneciera fueron unos

ese recuerdo; no solo en el sueño, sino en todo lo que había pasado después, porque la verdadera pesadi

se obligó a reprimir sus emocione

ya no te

ara aún más respirar. Sus pasos resonaban en los interminables pasillos de mármol. Cuando pudo llegar la chica ya sabía con lo que se encontraría. Al apartar u

dad, pero no había mucho que hacer con las marcas. Intentó echarles agua, lo que sea para aliviar un poco el dolor. Le llevó un momento calmarse, no obstante, una vez conseguido

bía cuánto. El profesor Clayton estaba de espaldas a ella, concentrado escribiendo algo en el p

ell -dijo con seriedad su ma

fesor iba a decir otra cosa cuando alguien más entró en el aula. Alto, cabello dorado como el suyo,

a vez, señ

nuevo. -Entr

y las sombras se acercaban con él. Se removió en su asiento, mirando con

en la memoria de la chica, una sensación extraña, casi como un déjà vu que no pudo identificar. «¡Piensa!», gritaba su mente, pero la

era extraña, murmurando algo que sonó demasiado parecido a un «ya lo sé». Cundo las sombras comenzaron a arr

. Justo cuando la obsesión por la caza de brujas en Europa causada por la Inquisición estaba terminan

les puesto un embrujo como explicación a las convulsiones esquizofrénicas y al comportamiento antirreligioso que mostraban. Debido al fanatismo de la época, las m

, Stephan

tupidez

rse. Stephan volteó hacia ella como si durante

e arrepintiera de haber pronunciado pa

usos podrían notarlo? -respondió mordaz, la mirada fija en ella con es

ron eternos segundos, casi como retándolo, hasta que las

adelante; su profesor había apagado las luces y encendido u

s mujeres y niñas de diversas edades sentadas formando un semicírculo sobre el piso-. Las mujeres de Salem se reunían a escuchar las historias que contaba una de las escla

lgo más que solo conmoción por las historias sucedía con ellas. Luego, cuando las convulsiones comenzaron, seguidas de actitudes que iban en contra de la

a que su historia no decayera, Sarah Good, Sarah Osborne y la esclava negra de los Parris

or de doscientas personas, entre hombres y mujeres, que esperaban

o de un tribunal en blanco y negro, lleno de gente que parecía protestar cont

defendió ante el tribunal, alegando una coartada consistente para el momento en el que supuestamente las chicas fueron dañadas y maltratadas, pero luego de que ambas

erpo colgando de ella se distinguía en la imagen borrosa. La chica contempló la imagen

era de la escena, como si hubieran salido del cuerpo inerte de la bruja muerta. Aura contuvo un gemido. La oscuridad comenzó a desliza

io cómo el chico alternaba la vista entre las sombras y ella, mientras que una pequeña sonrisa tiraba de las comisuras de sus labio

le ofreció, obligada por Osborne y Good, donde el demonio le ofrecía poderes oscuros. La esclava, alegándose tan víctima del diablo como las dos niñas, dijo q

onde permaneció por mucho tiempo hasta q

y sentenciados a morir en la horca. Sin contar a los muchos que

o las deterioradas celdas

. -La voz de Stephan era apenas un s

piel, que al rozar sus marcas estas comenzaron a arder. Ella apenas volteó para m

nara, el tribunal se vio obligado a «corregir su error», dictando que la muerte de esas vei

fue capaz de verla; una sensación de mareo se abrió paso en su

er, ¿no? Fue bastante obvio desde el prin

do con disimulo la mano a su sien, co

obvia? -pregu

en el aire, mientras que el mareo de Aura comenzaba a disminuir en modo gradual. La chica miró a su alrededor con los ojos entrecerrados; las sombras estaban cerca de ellos, pero algo pare

pitido que no dejaba de resonar en sus oídos. Ella no supo por qu

ancia por fin se rompió. Aura contuvo el impulso de levantarse de un salto de su asiento y s

ío como el hielo se cerró en torno a su antebrazo. Con un

stro como en la voz que delatara lo que estaba pensando, pero sus ojos brillaban de una manera extr

ue se había dejado encima de la mesa. Ella lo miró con recelo y tomó el libro sin prisa,

año, Aura había aferrado también lo que parecía ser el antebrazo de la sombra. La oscuridad había lanzado un grito que taladró sus tímpanos y, por primera vez, había retrocedido intentando zafarse de ella. Sin embargo, Aura no había cedido; liberó más energía y la oscu

había cambiado. Ahora sus ojos negros destilaban ira pura. La muchacha retrocedió tambaleándose, soltándose del agarre del chico que

usitó y se apresur

or los blancos corredores tras ella, siseando, succionando energía de todo a su a

ó a hacerse dificultosa y los pa

én las envió»,

as que se arrastraban cerca de ella. No se detuvo a preguntarse qué o cómo lo hacía; si lo pensaba demasiado, no sería capaz de

ti también l

e creía haber ganado echó a correr una vez más por los pasill

a sí misma, aunque fuera por un segundo, creyendo que el motivo de su desesperación se debía a

s llaves en su mochila con las manos temblorosas y los siseos de las sombras acercándose a una velo

ión -ma

n brusco y se incorporó de un salto, tratando de ignorar las nuevas marcas púrpuras que acababan de salir en su piel y el dolor que estas produ

ra no lo recuerdes, nada me impedirá

ió un escalofrío de pies a c

a decir la sombra acercándose a ella. Su voz sonaba mucho más

Las sombras emitieron un sonido extraño, como si s

tanto más translúcidas que las otras, quizá, aunque igual de poderosas, y se adelantaron hasta enredarse en la figura que avanzaba con lentitud en su dirección. Apenas las sombras se encontraron, sintió algo que tiraba de sus entrañas con un dolor desg

comenzó a

ura podía percibir que sonaba más débil que antes. Con un horrible sonido la oscuridad se disipó hasta desaparece

al auto tras ella. Se dio un segundo para respirar y tratar de calmarse; sentía que se desvanecería en cualquier

la visión nublada, logró meter la ll

iquiera intentó subir las escaleras. Con las pocas fuerzas que le quedaban después de haber atra

los ojos, tod

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