a mi hermano y no tú, maldito bastardo, está muy
e, dolorosa. En mi oído derecho, lugar afectado igual, comencé a escuchar un pitido insopor
ota que derr
eaba. Me exigía. Me dejaba sin comer durante días. Pero esto había dolido el triple d
o y entre mis dedos se marcó la sangre. Separé los labios y apreté los puños, enojado, irritad
? -bufó -¿Me
encima de mi tía y puedo jurar que las hebras de ese cabello rubio que
n muchos, y fuertes, chillones, pero no me importaba que alguien la llegase
illó, intentando defenderse, pe
abello. Ambos rodábamos en el pis
ero que también soy extraño, otros decían que lo más probable es que yo soy un asesino, tal vez un psicópata, pero nunca les di atención, tan sólo opté por callar. Pero esto, de tantas cosas
que ella se levantaba y tomé un bulto, lo llené con cosas que necesitaba como: ropas, fotografías, dinero que tenía guardado desde hace tiempo, y
a puerta y un grito por parte de la mujer. Miré fijamente hacia el l
lo aseguro, ya no vas a vivir más! -soltó en un grito f
jeada de vez en cuando a la puerta, algo asustado. Si mi t
eal no
-clamó. -¡Estás muert
o de sacar dicho material plano, crucé el lazo por mi cuerpo, dejé la
o. La caída no me había dolido en lo absoluto, rodé en el pasto del patio del vecino, ya estaba acostu
rostro, alborotando mi cabello azabache. Los autos hacían sonar sus cláxones, pero estaba bien acá afuera, lejos de ella. Seguí corriendo mientras sonreía, imaginando la estúpida cara de
anas de hacert
ni
era yo, con
*
s infor
m: carlo
: BookC