miga no piensa medirse -tal cual hace en las contadas ocasiones en que sale a div
boliche donde las están esperando y van conversando
ta. Luego de saludar y presentarle al par que no con
a por demás estridente, una larga barra muy bien surtida y un «sector
del círculo. No es que se esté aburriendo, pero en verdad no le apetece quedarse allí dando la nota o pasando por aguafi
orta vida, la idea de salir a coger aire es algo así como «la corona
berse dejado convencer
eptado aquellos tragos que l
l maldito jardín interior es algo
ue se lleva el tren al sentir una mano apoya
estúpida cara, tampoco es algo que debería haber hecho; aunque,
lo que causa que termine arrodillada ante él, en el justo momento en que la puerta del boliche que da al jardín se convierte en un hervidero de curiosos -que se asomaron a ver a qué se debió el
etar un cuadro en el que ambos parec
la cara más roja de lo que jamás en la vida la ha tenido; avergonzada por las miradas que les echan los que siguen parados
de Mía, corre a la puerta principal y toma la calle, deteniéndose recién cuando llega a la esquin
a que le está sonando el teléfono no lo habrí
de subir al coche y que este partiera, Mía está llamándola para asegurarse de
ataque de llanto incontrolable, sin hab
la ha traído en su motocicleta, se ha preocupado por el modo en que la vio irse; también por el estad
cueste y revisa la herida que tiene en la rodilla y por la que aún asoma alguna gotita de sangre. No e
eban refiriéndose a la joven cu
he de buen sueño no pueda remediar -responde y a
tanto nervioso-. Es mejor que me vaya, así puedes
n la mejilla, que dura un poco más de lo que normalmente h
mpañera regresa a la habitación y se mete en su
ice, tentada de risa. Arropada bajo las s
regunta Mía, intentand
Lamento haber ar
, la joven comienza a reírse y ella se tienta también-. No me
r más que ella misma está al bord
y dando la impresión de estar practicándole sexo oral- y de que ambas expresan lo imbécil que ha sido aquel fulano soltando