Un enigmático profesor universitario, titular de una empresa en extensión, piensa que por ser viudo y tener dos pequeñas hijas, no tiene derecho a rehacer su vida, ya que se debe a sus pequeñas, hasta que pierde la cabeza por una bella pelirroja, que a su vez piensa que no tiene derecho a ser feliz junto a él, porque sus complejos nublan su razonamiento, juntos tiene que vencer los fantasmas que los rodean.
Mateo estaba en el laboratorio de la facultad donde ejercía como docente.
Tenía las horas de la noche, le gustaba la docencia.
Durante el día se dedicaba a su empresa, habían fundado, hace unos años ya, una empresa, con un compañero de la facultad.
Era ingeniero automotriz, al igual que su compañero y amigo.
Comenzaron con un pequeño taller y al año ya se habían expandido en un 1000%.
Ahora tenían una pyme que crece día a día.
Trabajar en su empresa le permitía ser dueño de sus horarios, era lo que necesitaba.
Tenía muchas responsabilidades y contar con entrar y salir libremente le aseguraba hacerse cargo de dichas responsabilidades.
En realidad no precisaba trabajar como docente, económicamente tenía su futuro resuelto, estaban exportando parte de lo que fabrican a Brasil y a México y cada vez tenían más productos propios.
Compraron el edificio de una fábrica que estuvo cerrada durante años y lograron hacerlo, con su socio, cerrando los números de una forma espectacular.
Era justo lo que necesitaban, teniendo en cuenta que seguían creciendo.
El edificio que compraron era una manzana entera en una zona cercana al lugar donde vivían.
Ese proyecto les nació al poco tiempo de conocerse con el que ahora es su socio, coincidieron varias veces en el colectivo, a la salida de la facultad, luego cursaron una materia en común y se dieron cuenta que vivían a unas 10 cuadras de diferencia.
Así se hicieron amigos, ya en el último año de facultad comenzaron a darle forma a su proyecto y hasta ahora no paraban de crecer.
Los dos apuntaban hacía el mismo lado.
Solo que Mateo tenía unas horas como docente y seguía en el departamento de investigación de la facultad.
Allí estaba en ese momento, cuándo entra Karina, era una chica que estaba a punto de recibirse de ingeniera.
La tenía en una materia como alumna y compartían juntos una investigación, que se llevaba a cabo por alumnos y profesores.
La saludó y trató de ignorarla.
Era preciosa, medía 1,65, pelirroja, casi caoba, unos ojos verdes que lo hacían perderse en ellos cuando la miraba, era delgada, aunque tenía linda cola, según Mateo, la más perfecta que él haya visto, claro que con ropa...pero se la imaginó mil veces sin los jeans que ella usaba siempre...
Lo que lo tenía de verdad obsesionado, era su pecho, no lo podía entender, a él le gustaban las mujeres de delantera llamativa, amplia, generosa y Karina, era por el contrario, de busto tirando a pequeño.
Desde que la vió, le pareció una mujer bonita, el año anterior la había tenido en una materia, y comenzando este año lectivo, cuando todavía hacía calor, se cortó la luz en la facultad, era un día de mucho calor, ella tenía puesto una musculosa, nada del otro mundo, con un escote normal y unas pequeñas gotas de sudor le corría por el valle de su pecho, Mateo, aún después de unos meses, no podía sacarse esa imagen de su mente, no entendía bien qué le sucedía, se imaginaba desnudandola, zambulléndose en ese pecho que normalmente no le hubiera llamado la atención, pero que sin embargo era casi una obsesión para él.
Muchas veces, cuando daba clases, se encontraba con la vista en su pecho o en su boca y tenía que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para apartar la vista y concentrarse en lo que estaba explicando.
-Buenas tardes Mateo.
-Buenas tardes.
Trató de seguir en lo suyo.
Afuera hacía un calor infernal, en el laboratorio, el aire acondicionado estaba demasiado fuerte.
Mateo, una vez más se encontró mirando su delicado pecho, por el frío del lugar y la ropa veraniega, se le notaban los pezones, parados, duros, tenía un corpiño blanco, creía que de encaje, se estaba haciendo experto en adivinar la ropa interior que ella llevaba puesta y se sentía un depravado.
Él era un tipo tranquilo, tenía sus cosas, una amiga que veía cada mes o dos meses, una amiga con derechos, nada exclusivo y luego sexo ocasional, siempre ocasional.
Nada serio, todos lo creían un mujeriego nato.
No porque no quisiera tener algo serio con alguien, sino porque no podía, tenía sus responsabilidades y eran su prioridad.
Se paró para buscar información en otra computadora.
Cuando giró se chocó con Karina.
-Perdón.
Dice corriendose.
Ella lo mira agarrando su brazo.
-¿Qué necesitas?
Dice casi sin aliento, hasta se sentía mareado solo por tenerla cerca, no sabía si era su perfume o algo en ella que hacía temblar hasta su esqueleto.
-Mateo...me gustás.
Se pone en puntitas de pie y le busca los labios.
Mateo se sorprendió en un primer momento, pero luego se hizo eco de la situación y con una ansiedad que era desconocida para él, le tomo la boca, casi con desesperación, y su mano, sin perder tiempo, se deslizó por el pecho de ella, lanzó un gruñido sin poder evitarlo y ahondó el beso.
No pensó ni en donde estaban.
No podía dejar de besarla.
Sintiendo los labios de ella y su aliento que lo estaba embriagando de placer.
Nunca en su vida había sentido algo así.
Tampoco era un hombre que se dejaba llevar por un impulso.
Hasta que escuchó abrirse la puerta, se separaron de golpe, se dió cuenta que estaban en la facultad.
Su corazón latía mucho más rápido de lo normal.
-Perdón.
Dijo cuando recuperó su aliento y giró para ver quién había entrado, no eran muchos los que tenían acceso al laboratorio, se abría con huella digital.
-¿Qué hacés acá?
Le pregunto a Leandro, su hermano, que acababa de entrar al laboratorio.
-Soy investigador...
Sin otra palabra de por medio, Mateo salió casi huyendo.
En el laboratorio, la sonrisa de Leandro no se podía borrar de su cara, por fin al señor correcto lo había enganchado en algo.
-Hola preciosa.
Le dijo a Karina.
-Hola Leandro.
Le contestó la chica, sonrojada.
Sonó un teléfono que no era de ninguno de ellos, pero por el tono de la llamada, Leandro supo que era el celular de Mateo que en el apuro lo dejo olvidado.
Contestó la llamada.
-Hola Ambar, preciosa.
Karina no pudo evitar escuchar la conversación.
-Si, en un rato va para allá, espero que también me quieras ver a mí.
Dijo Leandro saliendo en busca de Mateo, su hermano.
Leandro era estudiante de la facultad, tenía 24 años y le faltaban un par de años para terminar la carrera, pero se había anotado como investigador, aprendía mucho y no quería defraudar a su hermano.
Aunque Leandro era bastante distinto a su hermano, era bastante más alto, Mateo estaría cerca del metro ochenta y dos, pero Leandro llegó al metro noventa, era realmente muy alto y su personalidad también era muy distinta a la de su hermano, era mujeriego, ya había salido con la mitad de las chicas de la facultad, aunque era una carrera donde dominaban los hombres, pero de todos modos se sumaban cada vez más mujeres a ingeniería, más otros cursos que se dictaba en la facultad.
En la carrera le iba bien y trabajaba en la empresa de su hermano, cuando hablaban de que tenía que sentar cabeza, se enojaba, porque trabajaba mucho y no por ser el hermano de unos de los dueños se tiraba a chanta, al contrario, estaba en muchos detalles, por encima de los capataces, tenía mucha responsabilidad y en la facultad se había anotado en el departamento de investigación para aprender más.
Tuvo un par de escándalos con chicas, era por eso que todos pensaban que no era un tipo serio.
En la empresa de su hermano tenía prohibido salir con el personal, de todos modos eran pocas las chicas de administración, no llegaban a 10 y la que no estaba casada, era grande, más de lo que a él le gustaba, es que a sus 24 años se tiraba a todo el mundo, pero no le iba una mujer de 40.
En la facultad nadie le podía prohibir que salga con sus compañeras.
Aparte, las mujeres se le tiraban a sus pies.
Su personalidad había cambiado hacía unos años atrás, tenía 20 años cuando murió su madre y no encontró otra forma de aguantar su dolor con bastante alcohol y teniendo sexo desenfrenado con cuanta mujer se la cruzaba, el alcohol lo dejó cuando tuvo en accidente en la moto, nofuenada grave, pero al ver el dolor y el llanto de su padre, decidió que ya era suficiente de andar como loco, porque su padre aun estaba sufriendo por su madre y no quiso traerle más dolor si le pasaba algo a él.
Fué un golpe duro para todos.
No quería ni pensar en ese día.
Mateo también sufrió mucho, porque sabiendo que su madre estaba grave y para no aguantar a su novia,fueun par de días a la costa, por insistencia de ella, estando allá su madre falleció y no se pudo despedir.
Eso quedó en su conciencia hasta el día de hoy.
Mateo adoraba a su madre, también lo hacía Leandro.
Fué difícil superar el momento.
Su padre quedó destrozado.
-Ambar.
Le dijo Leandro cuando encontró a su hermano, dándole el celular.
-Hola amor.
-Hola papi ¿Cuándo venís?
-Ya salgo para allá.
-Te quiero.
-Yo también, cielo.
-¿Vas a casa?
Le preguntó a su hermano.
-No, pensaba pasar por tu departamento.
-No dejes mucho quilombo.
-Perdé cuidado.
Cada uno se subió a su moto y se fueron en distintas direcciones.
Mateo sonrió recordando a su madre, que nunca quiso que tuvieran moto y siempre le decía que el día que se pudiera comprar una moto BMW, le permitiría comprarse una, era una moto de un precio elevado, por eso se lo decía, pero el tema económico se solucionó rápidamente, resolviendo un futuro sin complicaciones.
Entonces se compró la moto, ya hacía rato que se había comprado su primer auto.
Con Leandro sucedió lo contrario, en cuanto él se compró la moto, su hermano lo imitó, con una Honda, bastante más chica, claro que después de ese momento cambió de modelo varias veces, pero no se movía de la marca Honda y bastante después se compró el auto.
En la empresa también tenían autos y camionetas que se usaban continuamente, por lo que muchas veces, tanto Mateo como Gustavo, estaban con autos o camionetas de la empresa y hasta Leandro las manejaba indistintamente.
En su empresa hacían engranajes y válvulas que se usaban tanto en autos como en infinidades de máquinas y esa empresa era una fuente inagotable de entrada de dinero.
Edith no podía entender por qué su marido, su gran amor, se había suicidado, ella nunca creyó que él podría tomar semejante decisión. Se encontró sola, teniendo que hacer frente a gastos que no tenía cómo cubrir y no quería despojar a su hijo de la casa en donde había crecido, venderla no era una opción. Cuando una amiga le propuso bailar en el club de strippers de más categoría de la ciudad, luego de dudarlo, aceptó, saldría al escenario camuflada y nadie sabría quién era ella. Lejos quedó la dama de alta sociedad que un día había sido, aunque su belleza y elegancia resaltaba entre miles de mujeres. Ella sólo quería que su hijo ingrese a la facultad y tenga una vida digna. Todo se complicó, cuando el jefe de su hijo, uno de los hombres más importantes de la ciudad, descubrió su verdadera identidad.
El amor entre ellos surgió como por arte de magia, ambos eran médicos y la mejor amiga de la bella doctora era cuñada de Ramiro, ellos estaban compartiendo sus vacaciones. Era tan profundo lo que ellos sentían, que pensaban que al volver a su país, estaban en una pequeña ciudad cerca de la frontera, pronto se casarían y estarían unidos para siempre. De pronto el mundo cambió, tuvo lugar la pandemia del COVID, se cerraron las fronteras y ambos quedaron atrapados en el país vecino, decidieron colaborar en la clínica de la pequeña ciudad. Rocío terminó por contagiarse de ese cruel virus, que arrasó con media ciudad. La tuvieron que intubar, y aunque Ramiro quería quedarse a su lado todo el tiempo, los casos se multiplicaban y tenía que atenderlos. Una enfermera, que siempre estuvo celosa de la bella médica, dejó de suministrarle los medicamentos, en lugar de empeorar, Rocío recuperaba de a ratos la conciencia, en un momento Rocío tuvo una pequeña arritmia, un pequeño preinfarto, Charo, la enfermera, se apresuró a desconectarla, diciendo que había fallecido, amenazando a los médicos residentes, inventando que tenía un romance con Ramiro, que era el médico más importante, logró que metieran el cuerpo de Rocío en una bolso mortuoria, sin avisarle a él. Rocío logró recuperarse y con ayuda del destino, pudo salir de la bolsa mortuoria y de la ambulancia llena de cadáveres. Luego de esconderse en la que fuera la casa de sus padres, volvió a Argentina, el médico de la clínica en donde ella trabajaba, la acogió, protegió y le propuso matrimonio, ya que siempre estuvo enamorada de ella. Por agradecimiento, aceptó la propuesta, ya que sólo confiaba en él, un año después su esposo, fallece de cáncer, dejándole como herencia sus clínicas y una cuantiosa fortuna.
Tenía 6 años cuando en la puerta de mi casa apareció una mujer con una niña de mi edad, diciendo que esa pequeña también era hija de mi padre. Recuerdo a mi madre llorar y subirnos a su auto, luego de viajar un rato, el auto comenzó a hacer trompos y volcamos, mi mamá falleció en ese accidente, aún siento las lágrimas de mi papá al rescatarme de entre los fierros retorcidos. Esa mujer se instaló en mi casa, haciendo de mi vida un infierno inimaginable, luego de unos años, ellos se casaron y Rosie, mi media hermana, pasó a llevar mi mismo apellido, si su madre me torturaba ella fue la alumna que superó a la maestra. Intentó ahogarme cuando tenía 15 años, y a mis 19, organizó un plan para que me violaran. Mi padre falleció de una enfermedad terminal, casi en la ruina. Yo me quedé sola, sintiéndome culpable de su muerte, prácticamente en la calle, con un ser en mis entrañas y sin saber quién era su padre, pero… mi progenitor siempre estuvo mil pasos adelante, nada es lo que parece y cada cuál tiene su merecido.
Cuando Gonzalo, un importante ceo, tan atractivo como egoísta, abandona a Elizabeth, su bella, sensual y fina esposa, sin importarle que ella tenga un embarazo de 8 meses y que su hijo de 5 años, vaya a sufrir por su ausencia, no se imagina jamás lo caro que le va a costar su capricho, porque sí, él se había encaprichado con una mujer que se cruzó en su camino en el momento en que Elizabeth tenía que hacer reposo absoluto por su embarazo. No tarda en darse cuenta de su equivocación, pero su orgullo, sumado a su estupidez, le impiden acercarse a su familia y pedir perdón, más tarde todo se vuelve en su contra y tiene la sensación que nunca va a remendar el desastre que provocó con sus acciones.
Todo se complica cuando la competencia de dos mujeres va más allá de lo estipulado y pasan ciertos límites cruzando las fronteras permitidas, sin embargo ellas no son las únicas que compiten, también lo hacen los dos primos, que terminan exponiendo situaciones y exponiendolas a ellas, quienes son señaladas por la sociedad, sin embargo, ellos pretenden luchar hasta las últimas consecuencias para lograr limpiar el nombre de las dos bellas muchachas, no obstante, los celos y la venganza, separan a las dos parejas que finalmente se formaron.
Me enamoré profundamente de Agustín, sin embargo él ponía una distancia enorme entre nosotros, su excusa era que soy menor de edad y que me lleva 12 años, pero yo no bajé los brazos, lo iba a conquistar a cualquier precio. Sabía que me deseaba, eso lo veía en sus ojos, por lo que decidí acorralarlo cada vez que tuve la oportunidad. Cuando cumplí 18 años, todo cambió, tuve su amor incondicional, sin embargo nunca pensé que tendría que ser yo, la que con mucho dolor, lo abandonaría. * En Argentina se llama pendeja/jo a Mujer/hombre muy joven o adolescente, puede ser despectiva o cariñosamente. *La historia de Any comienza en Mi primer amor, Ivana y Willy.
Para cumplir el último deseo de su abuelo, Stella se casó con un hombre al que nunca había visto. Sin embargo, los dos continuaron llevando sus vidas sin ser molestados. Un año después, Stella regresó a Seamarsh con la esperanza de conocer a su misterioso marido. Pero para su sorpresa, él le envió un mensaje pidiéndole el divorcio. Apretando los dientes, ella respondió: "¡Entonces divorciémonos!". Poco después, Stella se convirtió en empleada de Grupo Prosperity y trabajó directamente para el director ejecutivo del grupo, Matthew. Se decía que el apuesto CEO estaba casado y amaba mucho a su esposa. ¡Pero Stella no sabía que él era en realidad su misterioso marido! Decidida a centrarse en su carrera, Stella deliberadamente se mantuvo alejada del jefe, aunque no pudo evitar notar sus intentos de acercarse a ella. Un día, su marido cambió repentinamente de opinión y se negó a seguir adelante con el divorcio... ¿Cuándo descubriría Stella que Matthew era su marido? En medio de una mezcla de dulzura y mentiras, ¿adónde los llevaría el destino?
Sólo hace falta un segundo para que el mundo de una persona se derrumbe. Este fue el caso de Hannah. Durante cuatro años le entregó todo su amor a su marido, pero un día él le dijo fríamente: "Divorciémonos". Hasta ahora se dio cuenta de que todos sus esfuerzos de los últimos años fueron en vano. Su marido no la amó. Mientras ella procesaba la noticia, la voz indiferente continuó: "Deja de fingir que estás sorprendida. Nunca dije que te amaba. Mi corazón siempre ha pertenecido a Eliana. Sólo me casé contigo para apaciguar a mis padres". El corazón de Hannah se rompió en un millón de pedazos cuando firmó los papeles del divorcio, marcando el final de su reinado como esposa devota. La mujer fuerte que tenía dentro rápidamente se manifestó. En ese momento, juró no volver a depender de un hombre nunca más. Su aura era extraordinaria cuando se embarcó en el viaje por encontrarse a sí misma y dominar su propio destino. Cuando regresó, había madurado mucho y era completamente diferente de la esposa dócil que todos conocieron. "¿Qué estás haciendo aquí, Hannah? ¿Es tu truco para llamar mi atención?", preguntó su arrogante exmarido. Antes de que pudiera responder, un CEO autoritario apareció de la nada y la tomó en sus brazos. Él le sonrió y, en tono de amenaza, dijo: "Sólo para advertirle, señor, ella es mi amada esposa. ¡Aléjese de ella!". El exmarido no podía creer lo que oía. Él pensó que ningún hombre se casaría jamás con Hannah, pero ella le demostró que estaba equivocado. Pensó que ella nunca lograría nada. No sabía que habría aún más sorpresas por venir...
¿Quién les iba a decir que aquel encuentro por pura casualidad los uniría de por vida? Desde el primer momento en el que se vieron, sintieron una atracción tan fuerte que no pudieron evitar darle riendas sueltas a la pasión. Él, un hombre de 40 años que intenta divorsiarse de su esposa de hace 20 años y con un hijo con problemas de adicciones. Ella, una joven de 27 años que intenta encontrar amor propio para poder liberarse de un hombre quien, por más que ame, no la merece, la engaña, humilla y además, le pega. Sola y con un pequeño de a penas meses, debe salir a la vida sin imaginarse que por cosas del destino, terminaría trabajando en la empresa del padre biológico de su pequeño. Desde el momento en el que sus miradas se cruzan y sus cuerpos se rozan, la fuerte atracción sexual se manifiesta y ambos se adentran en un mundo desconocido pero adictivo en cuanto a todo lo que el famoso club swinger les ofrece. Ambos se ven seducidos por los diferentes juego sexuales y no pierden oportunidad de poder experimentar El éxtasis de sus propios sentidos.
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
"Tú no perteneces aquí. Lárgate". Hanna, la hija legítima de Wheeler, regresó sólo para ser expulsada por su familia. Su prometido la engañaba con la hija impostora, sus hermanos la despreciaban y su padre la ignoraba. Entonces, se cruzó con Chris, el formidable líder de la familia Willis y tío de su prometido. "Hagamos como si nunca hubiera pasado", dijo ella. Sin embargo, a pesar de la esperanza de Hanna de separarse, Chris insistió en que fuera responsable. Él amenazó con revelar los verdaderos talentos de Hanna como doctora sobresaliente, guionista brillante y cerebro de un famoso estudio de diseño, obligándola a casarse. Una vez le pidieron a Chris que protegiera a alguien. El destino los reunió en circunstancias delicadas. Él había planeado mantener su promesa y proporcionar un refugio seguro, sólo para descubrir que Hanna estaba lejos de ser la delicada mujer que parecía. Era ingeniosa y astuta...
Todo el mundo esperaba con impaciencia que Rhett se divorciara de Jillian para poder estar con su amor de la infancia. Pero cuando él por fin convocó una rueda de prensa, no fue para anunciar su divorcio, sino para presentar con orgullo al público a su hijo recién nacido. "Ha habido rumores de que mi mujer y yo nos estamos separando. Estoy aquí para aclarar las cosas de una vez por todas. Estamos felices y enamorados, y recientemente hemos sido bendecidos con nuestro angelito".