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Dakota conoce a Thomas, un chico carismático pero arrogante, cuya personalidad dominante la atrae y desafía al mismo tiempo. Se convierten en amigos cercanos, pero su vida toma un giro inesperado cuando Thomas debe mudarse por trabajo. Mientras lo extraña, Dakota entabla una nueva amistad con Seth, un joven tranquilo y sereno que le aporta estabilidad y comprensión. A medida que su conexión con Seth se fortalece, Dakota comienza a explorar sus propios sentimientos. Un día, se encuentra con Thomas en un bar, donde también está Seth. Para su sorpresa, los dos hombres, a pesar de sus diferencias, se llevan sorprendentemente bien, creando una dinámica inesperada. Dakota se encuentra atrapada entre la energía dominante de Thomas y la calma de Seth, lidiando con sus propios deseos y la confusión de sus emociones. La historia explora sus interacciones y la búsqueda de Dakota por entender qué tipo de amor y conexión realmente desea.
**Capítulo 1**
El sol apenas comenzaba a asomarse por la ventana cuando Dakota se sentó a la mesa junto a sus hermanas, Josi y Yvett, y su mejor amiga, Audrey. Las tres pelirrojas destacaban por sus tonalidades únicas: Dakota lucía un cabello rubio cobrizo, con suaves ondas que caían sobre sus hombros; Josi llevaba un pelirrojo cobrizo, con un corte bob que acentuaba sus rasgos; y Yvett brillaba con su pelirrojo cobrizo rojizo, siempre suelto y vibrante. Compartían ojos verdes intensos y cuerpos esbeltos y proporcionados, lo que les otorgaba una gracia innata.
Audrey, en cambio, era de cabello azabache y ojos azules que parecían brillar con luz propia. Su figura curvy y alta emanaba confianza, complementando su personalidad relajada y amigable.
El Vivir juntas era cómodo, aunque con sus horarios distintos, a veces compartían poco tiempo en común. Esta mañana, sin embargo, todas lograron coincidir en el desayuno.
-¿Cómo esta el día para ustedes? -preguntó Dakota, sirviéndose una taza de café.
-Tengo dos sesiones de fotos esta tarde y una reunión con un cliente -respondió Josi, quien trabajaba como fotógrafa y tenía una mente creativa que nunca se detenía-. Ya sabes, lo usual.
-Yo tengo que ir al restaurante. Hoy me toca el turno de tarde, así que no esperen verme hasta la noche -añadió Yvett, quien era chef y solía ser muy metódica con su trabajo-. Hoy tenemos una reserva importante.
Audrey se estiró en su silla con una sonrisa en los labios, siempre relajada-. Yo solo tengo una clase en la facultad y luego estoy libre. Así que me quedaré aquí toda la tarde, disfrutando de no hacer nada, hasta que ustedes terminen.
Dakota sonrió mientras se levantaba para lavar su taza. Trabajaba como instructora en una academia de danza, algo que la apasionaba desde pequeña.
-Bien, chicas, nos vemos más tarde. Hoy tengo ensayo con los avanzados -dijo, despidiéndose.
Después de salir de casa, Dakota se dirigió a la academia de danza, donde ya la esperaban sus alumnos. El ambiente estaba cargado de energía y música. A lo largo del día, guiaba a sus estudiantes a través de coreografías complicadas, sudando pero disfrutando cada segundo de su trabajo. La danza era su escape, su manera de conectarse con sus emociones y dejar fluir todo lo que sentía. El tiempo pasó volando, y antes de que se diera cuenta, el día laboral había terminado.
De regreso a casa, Dakota se dio una ducha rápida. Para cuando salió del baño, escuchó a Josi y Yvett llegar de sus respectivos trabajos.
-¡Qué día! -exclamó Yvett mientras dejaba su bolso en el sofá-. Necesito una bebida.
-Justo lo que estaba pensando -dijo Josi-. Deberíamos salir. Hace tiempo que no lo hacemos.
-¡Perfecto! -exclamó Audrey desde la cocina-. El bar de la esquina está bastante bien para esta noche.
Dakota se peinó frente al espejo mientras sus hermanas y Audrey terminaban de prepararse. Ya tenía la decisión tomada. Necesitaba distraerse, relajarse un poco. Una salida casual con sus hermanas y su mejor amiga era justo lo que necesitaba.
El bar estaba a media luz, con una mezcla de risas y música envolviendo el lugar. Dakota se dirigió a la pista, el cuerpo aún relajado después de una tarde entre risas con sus hermanas y Audrey.
-¡Por nosotras! -dijo Audrey levantando su vaso con una sonrisa. Las demás la siguieron, brindando antes de sumergirse en una conversación ligera sobre el día.
Sin embargo, mientras sus hermanas reían, Dakota sintió una presencia al otro lado de la barra. De reojo, notó a un chico de cabello azabache y piel clara, con ojos negros que parecían contener un misterio. Había algo en su aura que la intrigaba, una mezcla de calma y peligro que la hizo sentir curiosidad al instante.
-¿Dakota? -preguntó Yvett, al ver que su hermana se había quedado en silencio.
-¿Eh? Sí, perdón -respondió Dakota, tratando de concentrarse nuevamente en la conversación, pero Audrey, siempre observadora, ya había captado lo que sucedía.
-Creo que alguien llamó la atención de Dakota -susurró Audrey, divertida.
-No seas tonta -respondió Dakota, aunque una sonrisa nerviosa se asomó en sus labios.
-¿Ese chico? -preguntó Josi, sin disimular que lo estaba mirando ahora también-. Tiene buena pinta.
Dakota no respondió, pero sabía que su mirada volvía una y otra vez hacia el chico, que ahora estaba hablando con el bartender. Después de un rato, él también la miró. Sus ojos se encontraron por un momento, y Dakota sintió un ligero escalofrío recorrer su espalda. No era solo atracción física, había algo más. Una conexión que parecía surgir de la nada, como si ese encuentro hubiera sido inevitable.
-Deberías ir a hablar con él -dijo Yvett, sonriendo de lado.
-Tal vez... -respondió Dakota, sin estar completamente segura de si debía seguir el impulso.
Audrey la empujó suavemente con el codo, alentándola, y antes de que pudiera cambiar de opinión, Dakota se levantó y caminó hacia la barra.
Sus ojos se encontraron. Él no apartó la vista ni sonrió, solo la miraba como si estuviera evaluando algo que solo él entendía. Dakota sintió un tirón en el pecho, como si esa mirada fuera un desafío que no podía ignorar.
-¿Siempre miras a las chicas como si quisieras descubrir hasta dónde pues llegar? -le susurró Dakota, con un tono curioso.
Thomas, que hasta ese momento se había mantenido en silencio, dejó escapar una media sonrisa, su mirada aún pegada a la de ella.
-No a todas -respondió con un tono suave, pero lleno de seguridad-. Solo a las que no puedo dejar de mirar.
Dakota sintió una punzada en el estómago. No era del tipo que se dejaba impresionar fácilmente, pero algo en la forma en que él le hablaba la desconcertaba.
-¿Y qué crees que sabes de mí? -replicó ella, levantando la barbilla con una mezcla de desafío y curiosidad.
Thomas se levantó de su asiento sin romper el contacto visual, acercándose un poco más a ella. Era más alto de lo que había notado antes, y ahora su proximidad hacía que el aire se sintiera más denso.
-Aún nada -susurró-. Pero me gustaría averiguarlo.
Antes de que Dakota pudiera procesar del todo sus palabras, la música cambió, volviéndose más intensa, más profunda. Thomas extendió la mano hacia ella, sin romper esa tensión que flotaba entre ambos.
-¿Bailas? -preguntó con una confianza desbordante, como si no le estuviera ofreciendo una opción.
Dakota miró su mano por un segundo. Podía sentir el magnetismo entre ellos, una atracción que la empujaba a aceptar. Finalmente, lo hizo. Sus dedos se entrelazaron con los de él, y Thomas la guió hacia la pista con una determinación que la sorprendió.
En cuanto llegaron al centro, Thomas la atrajo hacia él, sus cuerpos casi tocándose. No era el típico baile de bar; esto era más cercano, más íntimo. Cada movimiento parecía cargado de intención. Dakota seguía su ritmo, dejándose llevar, pero con una sensación de control compartido. Los cuerpos se rozaban, los pasos fluían entre ellos como si el calor que generaban les dictara el movimiento.
-Eres buena -dijo Thomas, su voz ronca junto a su oído.
-Nunca dije que no lo fuera -respondió ella, alzando una ceja.
Él sonrió, esa sonrisa cargada de algo que ella no podía definir aún. La música los envolvía, pero no era solo la melodía lo que hacía que el ambiente se volviera eléctrico. Cada vez que sus cuerpos se acercaban más, Dakota sentía como si el mundo alrededor se desvaneciera.
Los dedos de Thomas se deslizaron con suavidad por su espalda, bajando lentamente hasta detenerse en su cintura. Dakota sintió el calor de su toque incluso a través de la tela de su vestido. A cada giro, sus rostros se acercaban más, como si el siguiente paso fuera inevitable.
-¿Siempre haces esto? -preguntó Dakota, sin apartar la vista de sus ojos negros, como si buscara una señal de quién era realmente este chico.
Thomas inclinó ligeramente la cabeza, acercándose lo suficiente para que sus labios casi rozaran los de ella. Pero no lo hizo, aún no.
-Solo cuando no puedo evitarlo -murmuró, su aliento caliente sobre la piel de Dakota.
Ella respiró profundamente, intentando mantener el control, pero era imposible ignorar la química explosiva que crepitaba entre ambos. La manera en que la movía, en que la miraba, hacía que se olvidara de todo lo que no fuera ese momento.
De repente, Thomas la giró con un movimiento suave, su mano fuerte manteniéndola en equilibrio. Dakota se dejó llevar, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. Cuando volvió a girar hacia él, estaban aún más cerca. Sus labios rozaron brevemente los de ella, solo un roce, pero suficiente para que todo su cuerpo se estremeciera.
-¿Eso es todo lo que tienes? -preguntó Dakota, con una sonrisa desafiante, aunque el ritmo de su corazón era lo opuesto a la calma que intentaba mostrar.
Thomas rió suavemente, esa risa que vibraba contra su piel.
-Por ahora -contestó, con una intensidad que la dejó sin aliento.
La música empezó a disminuir, pero ellos no se alejaron. Estaban tan cerca que Dakota podía sentir el latido del corazón de Thomas, sus respiraciones sincronizadas. Sus ojos seguían fijos en los de ella, como si estuviera esperando algo, un movimiento, una señal.
Antes de que pudiera pensar en algo más, Thomas se inclinó hacia ella, sus labios rozando su oreja.
-Nos vemos pronto, Dakota.
Y con esas palabras, Thomas se alejó, dejándola allí, en medio de la pista, con la sensación de que algo había comenzado, algo que no podría detenerse fácilmente.
Dakota lo vio desaparecer entre la multitud, su mente aún tratando de procesar lo que acababa de pasar. El aire se sentía más frío sin él cerca, como si su ausencia dejara un vacío tangible.
Audrey apareció a su lado, con los ojos brillando de curiosidad.
-¿Y qué pasó entre tú y el chico misterioso? -preguntó, inclinándose hacia Dakota con una sonrisa pícara.
Dakota se encogió de hombros, tratando de parecer despreocupada, aunque la emoción aún latía en su pecho.
-No mucho... solo bailamos.
-Solo bailaron, ¿eh? -replicó Audrey, levantando una ceja.- Parecía que había más que eso.
Dakota sonrió, recordando la forma en que Thomas la miraba. No quería admitirlo, pero había algo electrizante entre ellos.
Mientras caminaban hacia la salida del bar, notaron a Josi y Yvett riendo juntas en una esquina. Josi había estado mostrándole a Yvett las fotos que había tomado en su última sesión.
-¡Chicas! -gritó Audrey mientras se acercaban-. ¡Dakota se ha estado divirtiendo!
Yvett se giró con una sonrisa, su cabello pelirrojo brillando bajo las luces del bar.
-¿Qué? ¿Ya le diste tu número? -preguntó, bromeando.
-Casi -respondió Dakota, sintiendo que su rostro se sonrojaba-. Solo bailamos un poco.
-Solo... eso -repitió Josi, su voz llena de sarcasmo-. Suena como el comienzo de una novela romántica.
Dakota rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír ante la diversión de sus hermanas.
De camino a casa, la energía en el aire seguía palpable. Las risas resonaban mientras compartían anécdotas sobre la noche. Yvett hablaba sobre un cliente complicado en el restaurante, mientras Josi comentaba lo emocionante que había sido capturar la esencia de una pareja en su sesión de fotos.
Al llegar, Dakota se despidió de sus hermanas y de Audrey, su mente aún ocupada por el encuentro con Thomas. Se duchó rápidamente, dejando que el agua caliente la relajara. En su habitación, se sentó en la cama, recordando cada momento que había compartido con él.
-Definitivamente tengo que volver a verlo -murmuró para sí misma, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad al pensar en lo que podría suceder.
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