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Mi esposa, Luciana, me lanzó un fajo de billetes a la cara al pedirme que fuera a comprar preservativos, mientras estaba en nuestra cama con mi mejor amigo de la infancia. Esta escena se había vuelto una tortura diaria para mí, Roy Castillo, el agente encubierto de la Guardia Civil. Tuve que fingir ser un mantenido sin alma para protegerla del cartel que había masacrado a mi familia años atrás, un secreto que ella nunca supo. Recogiendo lentamente los billetes del suelo, oí a Kieran susurrarle que él le había donado el riñón que tanto necesitaba, y no yo. Él se había atribuido el mérito de mi sacrificio. ¿Cómo pudo mi amor convertirse en tanto desprecio? ¿Por qué la mujer que amaba con toda mi alma ahora me humillaba cruelmente, creyendo las mentiras de su traidor? Mi "muerte" era inminente, la única manera de asegurar su protección.