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La Mansión

La Mansión

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Nathalia es una chica con baja autoestima, quien se refugia en las redes para recibir aprobación social. Allí conoce a Daniela, quien le ofrece una propuesta de empleo como modelo. Aceptar esa propuesta la hará famosa, pero no como ella espera.

Capítulo 1 Flashes 📸

Ella está sentada en su computador, posteando sus fotos de fin de semana, en la piscina del Club que queda a pocas cuadras de la urbanización donde vive.

Sube una tras otra y los likes no se dilatan en aparecer. Eso le emociona, siente que puede subir su ánimo un poco. Cualquiera pudiera creer que se trata de una conducta egocéntrica o por lo contrario con ciertos problemas conductuales.

Sonríe con cada comentario de sus conocidos. De pronto, una solicitud de amistad. Abre sus notificaciones, es una mujer. Algo poco usual para ella recibir solicitud de alguien que no conoce y de su mismo sexo.

Suele ser algo solitaria y por ello, es vulnerable a algunas situaciones que otros podrían considerar normales.

La oxitocina que le provocan aquellos comentarios, sobre su belleza física la mantienen dispersa y sin dudar acepta aquella invitación de amistad.

–Hola, ¿cómo estás? Soy Daniela y acabo de ver tu perfil. Soy cazadora de talentos para el modelaje. Y creo que pudieras estar en las próximas campañas de publicidad que tenemos previstas para este mes.

–Hola, ¿que tal? Yo soy Nathalia. Pero ¿es en serio lo que me estás diciendo?

–Por supuesto querida. Tienes un inmenso potencial. Eres hermosa y sensual, dos elementos fundamentales para triunfar en el mundo de la publicidad.

Nathalia se ruboriza con aquel comentario. Nunca se ha considerado bella a pesar de que se ve a diario al espejo y este le muestra su delicada belleza. Pero una chica que no se siente realmente bella en su interior, por más que el mundo entero le diga que es hermosa, no se asumirá como tal.

–Entonces Nathy, ¿te gustaría trabajar conmigo? Esta tarde haré una sesión de fotos. Podrías acompañarme y ver, si te gusta, podrías entonces entrar en este mundo de la moda y el flash.

–Realmente no sé qué decirle. Pero ¿dónde sería esa sesión fotográfica? Pregunto por si decido llegar hasta allá.

–Ok querida, una es em el Club Italo a las tres de la tarde. La otra es el Centro Comercial Carpe Diem. ¿Sabes donde está ubicado?

–Sí, eso creo.

–Bien, espero verte allí Nathy. ¿Me puedes dar tu número de teléfono? Así podría llamarte y saber si estás interesada en mi propuesta. Ah, te cuento que se gana muy buena plata.

Aquella última frase le suena más atractivo que todo lo demás. Es joven y aunque su padre acostumbra a darle lo que le pide, siempre tiene un sermón previo que darle.

A veces resulta tedioso oír la misma cantaleta. Si pudiera conseguir ese empleo no tendría que pedirle dinero. Desde que sus padres se separaron, ella quedó en el medio de la historia. Su padre tenía una amante, Eliza su secretaria. Y su madre, había decidido quedarse sola.

Entre la amargura de su madre y la idea de su padre de querer remediar con dinero sus errores, Nathalia sabe dónde y cómo lograr que ellos, la complazcan siempre. Tiene sus ventajas después de todo, tener padres divorciados.

Sigue viendo sus redes. Pronto será mediodía. Le escribe a su única amiga, su prima Natasha.

–Hi baby, ¿me acompañarías al centro hoy?

–Bebe estoy en los parciales del semestre. ¿Vas de compras?

–No, me invitaron a una sesión fotográfica en el CI a las tres de la tarde.

–¡Cool! Me encantaría, pero no puedo. ¿Vas de modelo?

–Algo así, voy a ver la sesión, pero si me gusta puedo trabajar en uma Agencia de publicidad.

–¡Ufff! Suena genial bebe. Bueno sólo puedo desearte mucho éxito. Te hablo a la noche para ver que tal te fue.

¡Carajos! Se dice a sí misma. Quiero ir pero no sola. Estar en lugares con personas desconocidas realmente me aterra. Piensa mientras cierra su chat. Se levanta de la silla, se estira y mueve sus piernas.

Es una chica con un aspecto desaliñado, de poco arreglarse. Pero, quiere generar uma buena impresión a Daniela. Así que toma su Iphone, busca un tutorial de make-up. Observa dos o tres de ellos, finalmente escoge uno de maquillaje más Nut.

Deja su móvil sobre la cama y se mete al baño para ducharse. A los pocos minutos sale y comienza a maquillarse. Su cabello quedó algo mojado. ¿Ahora que hago? Recuerda que su madre tiene una alisadora. Sale de su habitación envuelta en una toalla.

Su madre está preparando el almuerzo.

–¿Má me prestas tu alisadora, pliz?

–¿Para qué la quieres, Nathy?

–¡Para planchar un vestido, má!– dice soltando una carcajada.

–Amaneciste payasita no– responde su madre con un tono algo irritable.

–Es broma mamita, voy a verme con Nata, en el Centro Comercial.

–¿Nata?– pregunta algo sorprendida.

–¡Sí má! Natasha mi prima, la hija de tu hermana, nieta de mi abuela Mercedes.

–¡Ay Nathy te estás buscando lo que no se te ha perdido!

–Vamos má, sólo estoy bromeando, sonrié mami, la vida es corta.

Su madre la mira y mueve su cabeza de lado a lado.

–Oírte hablar así, es bien raro, pero bueno, ve a vestirte para almorzar. La alisadora está en el gabinete de mi baño.

–Gracias mamita– dice mientras estampa un beso en sus mejillas.

–Vé, vé, deja el empalago.

Nathalia corre hasta la habitación de su madre, busca la plancha, regresa a su habitación. Alisa su cabello ondulado.

–¡Nathaliaaaa, ven a almorzar!– grita desde el comedor.

–Ya casi termino mami.

Termina los tres mechones de cabello que le faltan, desconecta la alisadora, se pone un camisón de dormir y va hasta el comedor. Se sienta. Su madre, hace la oración de costumbre y comienzan a almorzar.

Nathalia come algo apurada, aún tiene que maquillarse y escoger lo que se podrá para ir a la sesión de fotos. Es verano. Hace calor, deberá escoger algo suave y descotado para ir hasta el Club.

Coloca el plato en el frrgadero.

–Lávalo Nathalia.

–Má, voy retardada. Cuando regresé los lavo. Pliz.

–Ujummm– responde su madre, quien sabe que será ella quien terminé lavándolos al final.

Nathalia entra a su habitación. Coloca el tutorial y busca su estuche de maquillaje, está casi nuevo a pesar de que ya tiene un año con él, su padre se lo obsequio el año anterior en su cumpleaños 18.

Termina de maquillarse, abre el guardarropas, toma una falda de jeans corta, uma camiseta de tiros, blanca y un suéter de botones que termina atando en su cintura. Sandalias trenzadas y un poco de perfume Beverly Hills.

Sale de su habitación tratando de no toparse con Alicia.

–¿Bendición má?– dice cadí saliendo a la calle.

–¡Dios te bendiga!– respondeu desde la sal, mientras ve su novela de la tarde.

Toma su móvil y pide un Uber. Sube al auto.

–¿Nathalia?– pregunta el conductor.

–¡Sí!– responde ella.

–¿Club Italo?– interroga para verificar la dirección.

–Sí, allí mismo.

En unos minutos, ya está, paga la carrera y se baja del auto. Camina hacia el área de la piscina. Su corazón se acelera. Está nerviosa. Espera poder impactar a su futura jefa.

A lo lejos, ve a Daniela, sentada en uma silla de extensión, posando para las primeras fotografías. Se acerca en silencio para no interrumpir. Se sienta en la mesa contigua.

Daniela voltea a verla. La saluda con su mano.

Luego de unas ocho fotos, le toca el retoque de maquillaje, hace un gesto para que la esperen y va al encuentro con la chica.

–Wow querida, estás hermosa.

–Gracias– responde apenada– Tú también estás maravillosa– añade.

–Disfruta de la sesión. Hablamos en lo termine.

Daniela hace un gesto a uno de los mesoneros. El joven alto y apuesto se acerca hasta donde está Nathalia.

–Buenas tardes, soy Sebastian, estoy aquí para atenderle. ¿que desea de tomar?

–No gracias– responde un tanto nerviosa al ver a aquel joven mirarla de esa manera.

–La señorita Soler me pidió traerle algo de beber, no tiene que pagar usted– le comenta con un guiño de ojo.

–¡Ah ok! Bien, una soda bien fría.

–Enseguida se la traigo señorita. Sea usted bienvenida al Club.

Ella sonríe por la agradable forma con que Sebastian la ha atendido.

Media hora después de terminar la primera sesión, Daniela va hasta donde Nathalia, hala la silla playera y se sienta.

–¿Qué tal, como te sientes?

–¡Genial!

–Me alegra. ¿Te gustaría acompañarme a la sesión de esta noche?

–No creo que pueda. Tengo que regresar a casa temprano.

–Oye, me hubiera gustado que fueras, allí van a estar los mejores dueños de la revista Afrodite, y hubiese sido genial que te cconocieran.

No poder asistir genera incomodidad en ella. Ya es mayor de edad, pero sigue estando bajo la tutela de su madre. Para no desentusiasmar a Daniela, le responde

–¡Quiero trabajar contigo!

–Genial entonces. Te llamo mañana para enviarte el documento digital. Y puedes firmarlo por newsing.

–¡Vale!, me voy entonces a casa y conversamos mañana.

Se levanta, se acerca a Daniela y se despide con un beso en la mejilla.

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