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Un caliente recopilatorio de relatos eróticos que te harán mojar hasta los huesos.
¿Alguna vez se sintieron atraída por alguien al grado de no importarte en lo absoluto si se trata de una persona que es prohibida? Bueno, eso me pasa a mí con quien vive en la casa de junto. Ángel Lewis, es mi vecino desde hace diez años y desde entonces he estado obsesionada con él.
He intentado de todo, en verdad, he tratado hasta lo que no se imaginan por tenerlo bajo mis sábanas, pero siempre tiene la misma respuesta "Soy un hombre felizmente casado y amo a mi esposa" sin olvidarnos del "eres muy joven para un hombre de mi edad" ¿Creen que a mí eso me importa? Déjenme decirles que no, porque hay dos cosas que me gustan más que cualquier otra cosa y esas son:
1- Lo prohibido, lo que no debemos es lo que me excita.
2- Que sea mayor que yo me hace pensar en todo lo que puedo experimentar entre sus piernas.
Me he dado cuenta con el correr de los años, precisamente cuando fui creciendo e interesándome en otras cosas que no sean las de jugar con muñecas, que mi ventana da justo a su despacho y como él es abogado, últimamente se la pasa en ese cuartucho de tres por tres hasta altas horas de la noche ¿qué cómo lo sé? Porque más de una vez su esposa me ha encargado su perro caniche y nunca ha faltado la oportunidad de escucharla decir "De nuevo está metido en su cucha de tres por tres" entonces deduzco que se refiere a su despacho.
En mi casa solo somos dos y para mi suerte mi madre, con quién vivo desde que se divorció de mi padre, trabaja en el turno noche, por lo que, puedo sentirme libre para hacer lo que hago cada vez que mi vecina decide dejar solo a su marido. A mí presa.
Sabiendo que él se la pasa hasta tarde allí dentro, que la vista que da hacia mi cuarto es magnífica y que hace un calor terrible en Buenos Aires ¿Qué mejor dormir cómoda? ¿Qué mejor que brindarle un bonito espectáculo? Cómo cada noche, me desvisto mirando hacia la ventana la cual tiene una fina tela como cortina y que la verdad es casi transparente, y mientras lo hago siempre pongo un poco de música, para acompañar la acción de desvestirme mientras muevo un poco mi cuerpo. El manto de la noche me ayuda a que pase desapercibida ya que, dentro de todo, vivimos en un barrio donde la mayoría son parejas de adultos mayores y supongo que no estarán colgados en sus ventanas para ver a una chica bailarle desnuda a un hombre casado. Quiero creer que no, aunque francamente no me interesa. Porque me siento libre de hacer lo que quiera en las cuatro paredes de mi alcoba.
Ya casi desnuda, con solo un conjunto de encaje blanco estoy lista para recibirlo desde el otro lado de su ventana. Yo sé que pensaran que soy de esas que se masturban aprovechando que las ven o que traen a sus novios o chicos del momento para tener sexo con ellos y generarles el deseo a quienes realmente les interesa, es decir, ese tipo de personas que no dicen las cosas que desean y con quién, ese tipo de personas que intentan hacerles ver a otros que se mueren por estar entre sus piernas, pero aun así se consienten solas, aun así se acuestan con quienes quizás, no tienen tantas ganas de hacerlo. Pero yo no soy así, eso de "insinuar" no va conmigo, porque voy directo al grano y hasta no conseguirlo no paro.
Miró mi reloj para darme cuenta que son las ocho de la noche y que eso significa que en minutos veré ingresar a mi vecino a su despacho. Sé perfectamente que simular trabajar, ya que lo único que hace en ese sitio a esas horas es verme a mí, desnuda bailándole y contándole cuanto deseo sus manos en mi cuerpo, su boca lamiendo y mordiendo mis pechos, su lengua arrasando con mis partes íntimas y su miembro moviéndose dentro mío de forma salvaje y constante.
En cuanto lo veo ingresar con unos papeles sonrío victoriosa y me digo a mi misma "es hora de empezar con la acción"
- ¡Hola! – eleve la voz para llamar su atención, pero era lo mismo de siempre.
- No molestes. – el echo que me ignore me hacía desearlo más y más.
- ¿Cuándo te vas animar? – mi cuerpo era un fuego cada vez que lo veía y llevaba conteniendo las ganas por mucho tiempo. Deseaba tenerlo conmigo, deseaba que me penetrase y me era imposible seguir esperando.
Nunca perdía la oportunidad de poder decirle cuánto lo deseaba y todo lo que daría por estar con él en mi cama, pero parecía que todo lo que hacía era en vano y lejos de darme por vencida, más me motivaba.
- ¿No te cansas de molestarme todo el tiempo? – indaga vencido.
- ¿Vos no te cansas de rechazarme cada vez que lo intento? – replique con una sonrisa coqueta.
- ¿Puedes vestirte? – su voz sonaba como una súplica, pero sabía que muy en el fondo lo deseaba tanto como yo.
Si bien no estaba desnuda, aún seguía en ropa interior y pese a que no me lo reconocería, sabía que lo ponía nervioso. Sus mejillas enrojecidas me lo demostraban.
- ¿Qué, te pongo nervioso? – le dije acercándome a la ventana y apoyando mi mano en el marco. Esto provocó que mis pechos se juntan y aparenten ser más grandes de lo que en verdad son.
- No, pero alguien puede verte. – dijo mirando hacia un costado avergonzado.
- Pues que vean. – dije orgullosa.
Si bien no era de esas mujeres que tenían un cuerpo de revista, tenía mis fotitos y cicatrices me sentía igual d sexis que ellas y sinceramente el que me vieran en ropa interior no me molestaba, después de todo ¿Qué tiene de malo? Estoy en mi casa y puedo estar como a mí se me cante.
- Moriría por sentir sus manos tocándome. –
Yo sabía que hablarle de ese modo lo ponía nervioso, también sabía que de todos modos me diría que no. Pero las esperanzas son lo último que se pierde ¿No? O eso quería creer yo.
Mientras le relataba lo que deseaba que me hiciera iba apretando mi cuerpo con mis manos y pese a que él aparentaba buscar algo, yo sabía que estaba disfrutando y que moría de ganas por hacerme suya.
- Denisse, por favor. – me dice en tono de súplica, si hasta mi nombre en sus labios se hoye tan excitante.
- ¿A caso no tienes intriga de como soy en la cama? ¿De lo que puedo darte? – el niega seguidamente con al cabeza, pero yo no me doy por vencida. - ¿A caso no te motiva saber que en la cama no tengo límite? – por un momento el me dirigió toda su atención y por un lapso corto se dedicó a mirarme, inspeccionarme de arriba abajo. Por dentro saltaba y gritaba de la emoción. - ¿Te gusta lo que ves? – le preguntaba mientras deslizaba la palma de mi mano por mi vientre hasta llegar al elástico de la parte baja de la prenda interior. - ¿Quieres que siga bajando? – sus ojos estaban tan dilatados que el marrón se había convertido en un negro oscuro como la noche. Podía ver cómo su pecho subía y bajaba y como con su mano se secaba la gota de transpiración que se deslizaba por su frente.
- Dios.- dijo en un suspiro y yo me sentí tan victoriosa, porque estaba consiguiendo mí cometido.
- Pequemos juntos. – le dije mientras mi mano se iba perdiendo por debajo de la prenda -¿Quieres que me toque para ti?- muerdo mi labios inferior para luego lamérmelo. - ¿quieres que hunda mis dedos para ti? – el relamió sus labios y lentamente movió su cabeza de manera vertical, una y otra vez.
Ante sus ojos observándome, desnudándome y penetrándome comencé acariciarme por debajo de la prenda abriendo mis piernas un poco para permitir que mi mano se pueda danzar dulcemente sobre y dentro de mi parte íntima.
Cerré mis ojos para profundizar la maravillosa sensación de estar dándome placer ante sus ojos y sus labios que me dicen casi en un hilo de aliento que no me detenga.
Él apoya su cabeza sobre el marco de madera de su ventana y deja caer de sus manos las carpetas que había ido al despacho a buscar y comenzó acariciarse y apretarse el miembro por encima del pantalón de vestir.
- ¿Quieres ver qué tan mojadita estoy? – el solo podía asentir con la cabeza. Estaba hipnotizado.
Introduje mis dedos dentro y no pude evitar soltar un gemido el cual le provocó más excitación y lo sé porque lo vi morderse los labios y apretar con muchísima fuerza su dureza. Lo estoy volviendo loco, lo sé.
- Mira mis dedos. –
Los saqué de mí, completamente empapados de un líquido pegajoso color blanquecino y se los mostré. Cuando lo vi relamerse me dije a mi misma que era mi oportunidad de volver a pedirle para estar juntos, para poder darnos placer en una cama. Pero primero lo volvería completamente desquiciado por tenerme, en venganza de todas aquellas veces en las que me había dicho que no. terminaría rendido a mis pies, mordiendo el deseo y saboreando mis aguas, lo sé, solo debía animarse.
- ¿Quieres que continúe? –
Él solo podía mover su cabeza de e manera positiva, se lo notaba sin aliento, entregado al placer de lo que sus ojos veían y le provocaba a su propio cuerpo. En tanto yo, me había quitado la parte baja interior para tener más comodidad al momento de estar tocándome. Deseaba que tuviera una visión perfecta de lo que me estaba haciendo a mi misma y de lo que estaba provocando en el.
Lo que debía hacer era sencillo, pero nunca imaginó que una simple reunión de negocios le cambiaría la vida. Él se quedó obnubilado con la manera en la que ella balanceaba su cuerpo pegado al tubo. Sus miradas se encontraron y el deseo no tardó en encender una llama que amenazó con quemarlo todo desde el primer momento. Afrodita era la bailarina más codiciada del The Clíamax. No había hombre en el club que no quisiera meterse entre sus piernas, pero ella es un alma libre que no se amarra a ninguno. Ella solo esta allí para hacer lo que más disfruta: bailar, pero aquella noche iría a ser diferente porque nadie le dijo, que allí, entre tantas miradas de lobos hambrientos, encontraría el amor.
Una estudiante de doctorado obstinada y libre. Un asesor enigmático. Vera, se había obsesionado con una cosa, que su maestro caiga rendido ante su seducción, y él cedió. Aunque no esperaba que se convirtiera en el más grande e interesante de sus misterios, y ella, que siempre había estado encantada con lo nuevo y lo desconocido, invierte en todos los sentidos para provocarlo, para tenerlo, sin importarle las consecuencias y los secretos que los rodean.
Tras el homicidio de su esposa, se había convertido en un hombre cruel y despiadado al que solo le importaba cumplir con su única misión en la vida: acabar con la existencia del hombre que la asesinó, pero como en todo acto de venganza, a veces puede haber daños colaterales y ella fue uno de ellos. Ella solo quería estudiar y ayudar a su familia a salir de la miserable vida que tenían, pero la repentina muerte de su hermano mayor la obligó a dejarlo todo y hacerse cargo de una hermana en plena adolescencia, y una madre discapacitada con una dependencia al ciento por ciento. Cuando consigue un trabajo con una muy buena paga, ella cree que las cosas mejorarán, pero el destino es una mierda y lo que hace es servirla en bandeja de plata a su verdugo, porque su jefe no era nadie más que el esposo de la mujer que su propio hermano había asesinado en un asalto. Tan pronto él se entera de que su nueva empleada llevaba la sangre del asesino, idea un plan para destruir su vida, y aunque enamorarla era lo más fácil, no contaba con que su hermano se enamoraría de ella y que sería un obstáculo para el terrible infierno al que, de todos modos, la condenará. Ella, ¿será capaz de escapar de las garras del psicópata de su jefe o él será más inteligente y logrará su cometido?
Tras descubrir la infidelidad de su prometido, Clara decide regresar a su ciudad y a refugiarse en el amor de sus amigos y en especial de Aria, su mejor amiga, quién además de tener gustos sexuales pocos convencionales, tiene un hermano mayor, conocido como un El maestro de las Artes de la dominación, quien está enamorado de la joven desde antes de su matrimonio. En un acto de amor para con las dos personas que más quería, Aria, decide contactarlos y los dos se vuelven cercanos. Ni Clara ni León imaginan que se trata del otro, por lo que, luego de entrar en confianza, deciden aceptan cumplir sus más perversas fantasías y participar juntos en una sesión. Ella se entrega a él como sumisa, abnegada a sus deseos. Él toma su entrega para enseñarle que hay mil formas de disfrutar de la sexualidad. Desde el primer encuentro se sintieron diferentes. Nunca antes se habían sentido tan conectados en cuerpo y alma. Ni tampoco, habían sentido la necesidad de estar juntos. No podían entender por qué se habían metido uno el la mente del otro, solo sabían que el resto no importaba cuando estaban piel con piel. Él la completaba como ningún otro lo había hecho. Ella iba ganando más espacio en su pecho como no existió ninguna antes. Ella era su sumisa perfecta. Él era su señor, su maestro. Su mundo y todo iba a bien, hasta que se enteran de que fueron parte del plan de Aria. ¿Qué pasará cuando descubran sus verdaderas identidades? ¿Podrán ser capaces de olvidarse de todo y vivir en ese frenesí de deseo y pasión o preferirán alejarse por el miedo a los sentimientos que comienzan a manifestarse con más fuerza?
SOY LA PERVERSIÓN DEL JEFE *PARTE 2* Él creía que ella siempre estaría a sus pies, que toleraría su crueldad con tal de no perder lo que tenían. Después de todo, estaba seguro de que nadie podría darle lo que conseguía con él. Sin embargo, ella se cansó y aquella noche desapareció de su vida. Sebastián no imaginó que aquella inexperta en el sexo podría ser capaz de mover el mundo bajo sus pies y, aunque hizo de todo por negar sus sentimientos y destruirla por completo, terminó siendo quien se arrodillara ante ella y suplique el perdón, pero para cuando él la localizó, ya había alguien que tenía puesto sus ojos en ella. Ariana estaba dispuesta a ponerle fin al capítulo más doloroso de su vida. Y es que su enfermiza obsesión por el Licenciado Vega terminó con sus sueños de ser una gran abogada y con una amistad de años. O era así como ella consideraba la relación que tenía con Ana, porque tan pronto abandonó la ciudad, ninguna de las dos se interesó en saber de la otra. Un año había pasado y en ese tiempo sus vidas habían dado un giro de 180°. Por un lado, él no había perdido sus manías y ya tenía a otra mujer que cumplía a la perfección con sus exigencias. Por el otro estaba ella, que llevaba meses en una relación con un hombre casado que, además de ser un excelente amante, era su jefe. Cuando Ariana debe regresar a Buenos Aires, se entera de que Sebastián tiene una favorita y descubre que no es otra que Ana, su ex mejor amiga. El resentimiento resurge y lejos de escapar por segunda vez, decide hacer hasta lo imposible para cobrarse lo que le hicieron, aunque eso signifique introducirse en ese mundo perverso del que se juró, no regresar jamás. ¿Será capaz de destruir la vida de las dos personas que más ama o dejará que una vez más Sebastián la manipule y la arrodille a sus pies? Una traición, muchas mentiras y un deseo de venganza que crece.
Él, con una actitud arrogante que cree que ha nacido para que complazcan todas sus exigencias. Que no le importa pisotear la dignidad de ninguna otra persona con tal de obtener lo que desea y pretende que lo traten como un Dios, se encuentra con la horma de su zapato. Ella, estudiante de abogacía y que odia a los hombres con una personalidad como la de él, tiene la mala suerte de caer en su estudio para realizar sus pasantías y desde el primer minuto se odiaron. Pero dicen que del odio al amor hay un solo paso y estos dos, dieron mucho más que uno. Ana, sin saberlo, se convertirá en su objeto de deseo y se verá envuelta en su apariencia depredadora que logrará obnubilarla y poner a disposición su voluntad logrando arrodillarse a sus pies. "Deseo, pido y obtengo" una frase que define a este hombre.
Tras una noche apasionada, Verena dejó algo de dinero y quiso marcharse, pero fue retenida por su acompañante: "¿No te toca a ti hacerme feliz?". Verena, siempre disfrazada de fea, se acostó con el tío de su prometido, Darren, para escapar de su compromiso con su infiel prometido. Darren gozaba de respeto y admiración, todos creía que era frío y temible. Corría el rumor de que lo habían visto besando a una dama contra la pared, pero muchos no lo creyeron. Después de todo, ¿quién podría conquistar el corazón de Darren? Entonces, sorprendentemente, Darren fue sorprendido agachándose para ayudar a Verena con sus zapatos, ¡todo para conseguir un beso de ella!
Rachel pensaba que con su devoción conquistaría a Brian algún día, pero se dio cuenta de que se había equivocado cuando su verdadero amor regresó. Rachel lo había soportado todo, desde quedarse sola en el altar hasta recibir un tratamiento de urgencia sin su presencia. Todos pensaban que estaba loca por renunciar a tanto de sí misma por alguien que no correspondía a sus sentimientos. Pero cuando Brian recibió la noticia de la enfermedad terminal de Rachel y se dio cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida, se derrumbó por completo. "¡No te permito que mueras!". Rachel se limitó a sonreír. Ya no necesitaba a ese hombre. "Por fin seré libre".
Cheryl, una huérfana ordinaria, logró casarse con el hombre más poderoso de la ciudad. Era perfecto en todos los sentidos, excepto en una cosa: no le gustaba ella. Tres años después de su matrimonio, finalmente quedó embarazada, en el mismo día en que su esposo le entregó los papeles de divorcio. Parecía que se había enamorado de otra mujer, y por alguna razón que ella desconocía, él creía que ella también se había encaprichado de otro hombre. Justo cuando ella pensaba que su relación estaba llegando a su fin, él no quería que se fuera. La mujer ya estaba dispuesta a renunciar, pero él le confesó su amor. ¿Qué iba a hacer Cheryl en esta maraña del amor y del odio, mientras estaba embarazada?
Todo el mundo pensaba que Lorenzo quería de verdad a Gracie, hasta el día de la operación de corazón de su hija. Para sorpresa de Gracie, Lorenzo donó el preciado órgano que necesitaba su hija a otra mujer. Desolada, Gracie optó por el divorcio. Impulsada por su necesidad de venganza, Gracie se unió al tío de Lorenzo, Waylon, y orquestó la caída de Lorenzo. Al final, este se quedó sin nada. Consumido por el remordimiento, él suplicó por una reconciliación. Gracie pensó que era libre de seguir adelante con su vida, pero Waylon la retuvo con un abrazo. "¿Pensaste que podías abandonarme?".
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Hace tres años, la familia Moore se opuso a la decisión de Charles Moore de casarse con su amada mujer y seleccionó a Scarlett Evans como su novia. Pero Charles no la amaba. De hecho, la odiaba. Poco después de la boda, Scarlett recibió una oferta de la universidad de sus sueños y se lanzó sobre ella. Tres años más tarde, la amada mujer de Charles cayó terriblemente enferma. Para cumplir su último deseo, él llamó a Scarlett y le presentó un acuerdo de divorcio. La joven estaba profundamente herida por la abrupta decisión de su esposo, pero ella decidió dejarlo libre y aceptó firmar los papeles. Sin embargo, Charles pareció retrasar el proceso deliberadamente, dejando a Scarlett confundida y frustrada. Ahora, Scarlett estaba atrapada en las consecuencias de la indecisión de Charles. ¿Sería capaz de liberarse de él? ¿Charles eventualmente entraría en razón y enfrentaría sus verdaderos sentimientos?