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La vida de Nathan Greayosn da un fgiro drástico cuando se ve forzado a mudarse a una gran mansión, en dónde tendrá que convivir bajo el mismo techo con una mujer anciana llamada Clarisa Thompson, y su nieta, Summer, una chica con la cual comparte la misma edad.
Se podía escuchar el ruido de un ventilado girando, perturbando la paz del joven. Empezó abrir sus ojos, viendo el aparato colgado en el techo proporcionándole una agradable brisa, pero algo no estaba bien. En sus dieciocho años de existencia Nathan Grayson nunca había visto ese ventilador. Giro el rostro a su derecha, y pudo ver como el cielo comenzaba a mostrar los primeros tientes del arrebol, a través del cristal de una ventana que tampoco conocía.
Él se hallaba tendido sobre una cama que no era suya, apenas recuperando la conciencia de un sueño que no recordaba a ver buscado. Empieza a inspeccionar su alrededor, deteniéndose de repente al darse cuenta que no estaba solo.
Junto a él, sentada en una silla justo a su izquierda, se encontraba una persona dormida apoyándose en la cama. Él agudiza más su vista y nota que se trata de una joven, una joven de larga cabellera negra que se esparce sobre su cobija, de piel clara y rostro algo regordete, que le recuerda un poco a los malvaviscos que tanto le gusta. No puede negar que es la chica más bella que alguna vez haya visto.
Después de unos casi inexistencia segundos, decide incorporarse para verla mejor. Lo que no se esperaba es que los ojos de su acompañante se abrieran de golpe, y de un salto enderezar su postura, provocando que ambos quedarán viéndose directamente a los ojos, con sus rostros a podo centímetros de distancia.
El tiempo pareció congelarse para él en lo que pareció una eternidad, logrando ver la mirada color avellana de ella, mientras chocaba con sus ojos verdes.
Los pasos de alguien subiendo una escalera se echaron de fondo. Lo que provocó que todo el ambiente se rompiera, en especial cuanto la que parecía una dulce chica, cambio a tener una mirada de pánico viendo hacia la puerta de la habitación, a un rostro de determinación volteado de nuevo hacia él.
Ella se aproximó de golpe, le cubrió la boca con la palma de su pequeña mano, y con unos ojos que fácilmente sentenciaba su muerte.
-Ni se te ocurra hablar de más- le susurró la chica
«¿De qué estaba hablando este enojado malvavisco humano?», pensó él.
Definitivamente no se imaginó que terminaría en una situación como esta hace unos días. Lo tenía aún muy fresco el día, que sin que él lo supiera, había sido el que empezaría con todo estos cambios que llevarían a su vida a tomar una nueva ruta.
***
El aire salado, el mar quebrándose y el sonido de las personas conviviendo y divirtiéndose en el lugar donde todos van después de un día de playa, con varios camiones de comida que al final nunca parecen suficientes por la cantidad de personas hambrientas haciendo filas. Un grupo de chicos y chicas se ríen de sus bromas en algunas de las mesas, poniéndose al día de cómo están pasando las vacaciones...
-"Quisiera ser uno de ellos"- suspira.
- ¿Se puede saber que estás haciendo?- Nathan habla con un poco de irritación en la cocina del camión, mirando a su jefe que acababa de entrar.
El hombre de ojos ámbar le da una media sonrisa- solo estoy exteriorizando tus pensamientos, de nada- le contesta con una mano en pecho exagerando cada gesto.
-Primero, agradecería que no te auto nombre como el vocero de mis pensamientos. Segundo, yo no estaba pensando eso- el chico castaño aclara intentando no hacer un puchero mientras se recoge el cabello en una coleta- y tercero, eres mi jefe, y un hombre mayor, debería actuar como alguien de tu edad- termina para regresar a tomar el cuchillo y picar los tomates.
-Me ofendes. Lo dices como si fuera un vejestorio, apenas estoy en mis cuarenta, estoy en la flor de la juventud- parece una señora ofendida mientras habla- además eso es muy hipócrita de tu parte mi joven aprendiz- responde ahora imitando algún acento oriental, y comportándose igual al viejo de la película de karate que vieron la noche anterior... este hombre ve demasiada televisión- ¿qué joven adulto en vez de disfrutar sus vacaciones con sus amigos, prefiera pasárselas trabajando todos los días en un puesto de comida rápida?¿quién es el que no actúa como alguien de su edad?- recalca mirándolo a los directo a los ojos, resaltando su punto tarareando un sonido como pregunta.
Nathan ahora incrédulo no sabe que responder pero igual abre la boca para defenderse como sea-bueno...
-¡Es verdad! Que tonto de mi parte olvidarlo- lo interrumpe el adulto- mi querido niño no tiene ningún amigo con quien para salí a jugar- saca un pañuelo de la nada y empieza a secar lagrimas invisibles.
La puerta del tráiler es azotada al abrir, dando paso empapada invitada, que se acerca a grandes pasos a los dos varones, ahora petrificados- ¿de quién fue la brillante idea de hacer pedidos a domicilios?
-¿Estaba lloviendo mi querida April? Debiste haberte hacer llevado un paraguas contigo, eso fue muy descuidado de tu parte- negó con la cabeza, obviamente, Sebastián, el dueño del puesto de comida, solo quería molestar a su joven empleada.
-¡Por supuesto! Que tonta de mi parte. La próxima vez que tenga que entregar algo bajo la lluvia en motocicleta definitivamente llevaré un paraguas- no hacía falta decir que todo fue dicho con sarcasmo. Decidió respirar hondo para calmarse antes de volver hablar. - ¿Por qué siempre buscas hacerme enojar?
-Porque es divertido. No hacen falta más razones- responde el hombre sonriendo juguetonamente.
-Da igual. De todas formas no estaba lloviendo, solo fue un tonto que pensó que era buena idea regar sus plantas con una manguera mientras esperaba que llegase su comida-La pelirroja se saca su pañoleta para poder exprimirla- ojo que para el próximo pedido vas a ir tú - lo señala acusatoriamente.
-También podríamos enviar a nuestro pequeño chef- sugiere mientras abraza empalagosamente a Nath, ya acostumbrado a su manera de actuar.
-Él ni siquiera tiene licencia para conducir- le recuerda ella.
Nathan solo estaba ahí de pie escuchándolo hablar, sabiamente prefirió dejarlos a los dos con su pequeña discusión, ya todo esto era parte de un acto que ejecutaban todos los días.
Sebastián busca molestarla por diversión, April se enfada y comienzan a discutir, muchas veces por cosa son importancia, pero en el fondo Nath sospechaba que disfrutaban esos pequeños debates. Y tal vez pudiese parecer algo sin sentido pero el disfrutaba mucho de esa rutina.
La noche siguió su curso y los puestos de comida comenzaron a guardar sus sillas y mesas. Y entre ellos estaba el tráiler conocido como Pequeña Venecia, dentro todo era limpiar y ordenar, preparar todo para estuviera listo para la siguiente jornada mañana.
-Pude escuchar la conversación que tenían hace un rato tú y el vejestorio-la mirada de la April no se apartó de los utensilios que lavaba mientras le hablaba Nathan, quien estaba terminando de guardar las sillas dentro- Sabes que si tienes amigos, tal vez no seamos unos adolescentes, pero puedes contar con nosotros dos si lo necesitas- concluyó la veinteañera dirigiéndole una sonrisa cariñosa.
Él sabía que tenía razón, en los últimos años tanto su Sebastián como ella, habían sido un gran apoyo. En especial ella, no es de extrañar que se convirtiera en su primer amor.
Ella le da un corto abrazo que es interrumpido cuando se escucha el pobre intento de una tos obviamente fingida del hombre que se asomaba por la ventana principal del vehículo- lamento interrumpir tal conmovedor momento, pero te esta llamado la suegra- dice a la vez que estira su brazo con el teléfono a la chica- deberías comprarte tu propio teléfono, estoy cansado de recibir las llamadas de esa mujer.
-Aún no es mi suegra, es futura suegra- recalca la de cabellos a los hombros alzando su mano para enseñar el brillante anillo de compromiso que reposaba en uno de sus dedos. Recordándole al más joven como terminó tristemente la historia de su primer enamoramiento- estamos en los noventas no todo el mundo tiene uno, es más, para que hacerlo si mi lindo jefecito me puede prestar el suyo.
-Ya no te lo prestare, cómprate el tuyo.
-súbeme el sueldo.
-¿Para que si igual nos vas a abandonar la semana que viene? pide el aumento en tu nevó empleo organizando banquetes- concluyó haciendo un puchero, este hombre era toda reina del drama.
-Touché. Ah, está bien, conseguiré un teléfono- empezó a caminar desganada para contestar la llamada- Por cierto, gracias por cubrir mis turnos mientras planeaba la boda, te debo una Nath.
El muchacho la vio a alejarse cuando recordó que tenía un asunto pendiente, busco en uno de los bolsillos internos de su chaqueta y saco un sobre, el cual se le dedico su atención por un momento en silencio antes de dárselo a su jefe.
- ¿Qué es esto?
-Un sobre -respondió el castaño como si no fuese obvio.
-Sé que es un sobre, lo que quiero saber es porque me lo estás entregando. Se supone que eso es para que pagarás la inscripción de tu ultimo año de preparatoria - le habla algo molesto, visiblemente más serie que su comportamiento natural.
-Lo estuve pensando. Ahora que April se va, solo quedaremos los dos, y vas a necesitar más mi ayuda con el negocio. Pensaba poner mi estudios en pausa por un tiempo-le responde el chico sin dudar, para él su decisión ya estaba hecha. Sebastián quien se veía molesto había bajado la mirada, pensando en las palabras correctas que decir- Sabes que eso no le hubiese gustado a- Se detiene un momento, y ahora habla claramente melancólico- no creo que tu madre estuviese de acuerdo.
-Yo conocía a mi madre mejor que a nadie y estoy seguro que a ella le hubiese gustado que te ayudará lo más que pudiese, en especial después de todo lo que hiciste por nosotros, y después por mi cuando quede solo.-podía notar que sus planes seguían sin convencerlo, lo veía en cómo pese a no decir nada más, no era por que estuviese de acuerdo, sino, porque sabía lo mucho que a él le costaba hablar de su difunta madre, y se arrepentía de recordar ese tema al haberla mencionado primero.
Se masajeo la nuca para aliviar un poco la tensión que había acumulado al intentar contener sus emociones, y suspiro antes de retomar la conversación- No es como si fuera abandonado para siempre, estaba pensado dejarlo por un año y posiblemente retome mis estudios un año más tarde.
El hombre cuyo carácter normalmente era más relajado, no lo estaba en este momento. Sabía que tenía que hacerlo cambiar de opinión, así que reposo su mano en el hombro del contrario antes de hablar
- Nathan, quisiera que.
-Ya quiero que llegue el día de la boda, consejo, nunca le pidan ayuda a la madre de tu novio para organizar la boda- April había vuelto, notando ahora el extraño ambiente que se sentía alrededor de los dos varones- ¿pasó algo?
-Solo estábamos hablando de lo desafortunado que eres por la suegra que te tocara- mintió el de ojos verdes con rapidez.
-Por eso mismo es que yo me he mantenido como un espirito libre por tantos años- le siguió el juego el adulto.
- ¿De veras? yo creía que era porque no has podido encontrar a una chica sin expectativas en un hombre- ella se lo había creído.
-Eso fue cruel- había regresado su usual dramatismo- Y tu Nath, no te reías- exclamó de manera exagerada, provocando que los tres estallaron en risas.
-Casi lo olvidaba. Tienes una llamada en espera- le entrego el teléfono de regreso a su jefe, quien extrañado, salió de tráiler para poder hablar con más privacidad.
Los más jóvenes continuaron conversando de madre del prometido de April, y las anécdotas con los clientes que atendieron durante el día.
Mientras dentro ellos pasaban un rato agradable, a fuera con el teléfono en mano estaba Sebastián muy consternado, lo fuera que le estuvieran diciendo al otro lado del auricular, había echado a perder el buen humor que hasta hace poco había recuperado. Esa llamada sería lo que cambiaría todo.
-¡Quiero el divorcio! - me dice en un tono frío. No es la primera vez que me pide algo así; antes lo hacía a menudo. Se levantó del sofá y lo miró a los ojos. Le molestaba que no la dejara dar ni una sola explicación; solo asumía las cosas. Era mejor dejar todo como estaba. No pensaba rogarle para que la escuchara, no pensaba hacerlo nunca más. -¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? - le preguntó, mirándolo fijamente. Por muy ilógico que pareciera, intentó aferrarse a su única esperanza. Le tiró los documentos al rostro, y ella los tomó con una sonrisa amarga. Tomó el bolígrafo de la mesa y firmó sin pensarlo ni un minuto más. Se levantó con la poca dignidad que todavía conservaba, empacó las pocas pertenencias que tenía y se marchó sin mirar atrás. 🌼 Nota de la autora Espero que les guste esta historia llena de amor, intriga y mucho más. Gracias por el apoyo de antemano. No olviden dejar sus comentarios.
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