es y expl
blo al estar tan cerca de las montañas era más golpeado por las inclemencias del clima. Una vez dentro de la camio
ía permanecido casi una hora esperando en la entrada del lugar mientras yo regresaba.
hablaste antes de
se encogió de hombros al escuchar mi cuestionamiento. Obviamente, era una pregunta lógica, no tenía ningún sentido e
que aquello representaba una dificultad bastante cruenta para él. Yo intentaba mirarle a los ojos para b
ndo un esfuerzo para que en mis palabras no se escucharan c
cuela que había iniciado recién un par de semanas antes, por lo que yo debía pasar a comprar unas cuantas
de esa barba que le daba una apariencia mucho más seria y varonil y combinaba bastan
scaba decir―. Por eso había dudado en venir a verte durante todo este tiempo... Ana me habló de que habías vuelto a tu vieja casa aquí en el pueblo y soñaba con poder hablarte, pero sencillamente no podía encontrar las p
ba que a pesar de lo sucedido, él seguía recordándome con la suficiente fuerza de vol
cia. Nuestra amistad era de toda la vida, nos conocíamos lo suficientem
fue momentáneo, sus facciones volvieron a mostrar la cara de un hombre que necesitab
golpeteo en el corazón, como si pudie
nda, más seria y certera―, pero la verdad es que nada de lo que te dije aquel día ha cambiado... sé que lo que dije estuvo mal y no fue
ra esforzarme en contener mis emociones en sus
la ca
r favor déj
mioneta, por
pero e
omprar algo en la t
daba muestras de cómo le afectaba todo aquello, y aunque yo había tenido mi parte d
y volveré para que hable
a atravesando no podía ni siquiera imaginarme cerca de alguien más, pero, por otro lado, en medio de mi situación caótica y estando prácticamente aislada de mi mundo, no podía darme el lujo de rechazar a una persona que me conocía y que me aceptaba con mis errores y defectos. No sabía ni tenía ide
espondió él―, es
tu paciencia no
o aquella pregunta para
dispuesto a esperar la vida e
ien se adelantó con un comentario ocurrente para
con desparpajo mientras me abrigaba con la chaqu
lce de siempre. Entonces entré en la tienda y me apresuré a conseguir los enceres que necesitaba para la despensa de la casa. Miré la hora en la pantalla de mi teléfono y sentí un pequeño susto al
l me había explicado que trabajo junto a su padre en el negocio de las mudanzas. Entonces pensé en el buen chico que tenía por amigo antes de