arte en el convento de por vida. -Le dice Eloísa a Aurora, mientras espera que su esposo esté de vuelta a la mesa, y Aurora, sin poder refutar o decir nada, simplemente as
el porqué de tu preocupación, pero, aun así, es lo que Adriana quiere. Es su elección. Por lo menos ella tiene la posibilidad de elegir lo que quiere hacer con su vida. -Comenta cabizbaja, y su padre apenas y lo nota, pues a pesar de sus preocupaciones, no puede dejar de pensar en que ese matrimonio traerá de nuevo la riqueza a su vida. Era como una mezcla de sentimientos encontrados, que lo hacían sentirse bien y mal al mismo tiempo. ... Muy nerviosa, en el ascensor de la empresa, está Adriana junto a su hermana Aurora, quien la ha acompañado por orden de su padre, con la excusa de saludar a Jazmine, pero en realidad es para que Adriana no se sienta sola, en este momento tan importante para su vida. -Y entonces... ¿Te casarás con tu jefe? -Le pregunta Aurora, intentando romper el incómodo silencio. -Sí... -Responde muy cortante su hermana. Se notaba lo inquieta que estaba. -¡Tranquila!, todo irá bien. Si realmente estás enamorada de ese chico, ¿no entiendo por qué estás tan nerviosa? -No conoces a Ares... -Sí, lo conozco. En más de una ocasión coincidimos cuando mi madre vivía. Luego se fue a estudiar al exterior, y para cuando regresó yo me había ido al convento. No recuerdo que fuera malo. -Adriana, voltea los ojos de inmediato, ante la ingenuidad de su hermana. -¡No es malo!. Ademas, eso que dices, pasó hace mucho tiempo. Quizás en esa época no era tan prepotente como lo es ahora. -Y si te parece prepotente, ¿por qué aceptas casarte? -¡Porque estoy enamorada de él!, pero tú no puedes entenderme. Jamás has sentido ese amor, que te vuelve loca, y eres capaz de hacer lo que sea por esa persona. Aunque te trate mal. -¿Él te trata mal? -Le pregunta de inmediato, Aurora. Confundida, por el conflicto de sentimientos que expresa su hermana. -¡Claro que no! -Adriana, peina su cabello con las manos, acomoda su blusa, y le sonríe a Aurora. -¿Me veo bien? -¡Estás preciosa! -¿De verdad? -¿Crees que sería capaz de mentirte? -No, pero no estoy segura de que veas bien, con toda esa tela en la cara. -¡Jajajaja! -No pueden evitar reírse las dos. Se abren las puertas del ascensor. Al salir, muchas personas se fijan en Aurora, y ella sabe que es por llevar su rostro tapado, pero no le incomoda. Al llegar a la oficina de presidencia, son anunciadas por la secretaria, y las hacen pasar de inmediato. Extrañada las mira la mujer detrás del escritorio. -Aurora... ¿Eres tú? -Le pregunta de inmediato Jazmine, que se levanta del escritorio solo para abrazarla, lo que causa incomodidad en Adriana, a quien ignora, y la cual, nunca ha sido tratado de la misma manera, por quien ya imaginaba, muy pronto sería su futura suegra. -¡Sra. Jazmine!, que gusto volverla a ver. -Le dice tímidamente Aurora. -Lamento haber venido sin avisar, pero quise acompañar a mi hermana, para poder saludarla. -¡Oh, cariño!... No sabes cuánto me alegra que estés aquí. Pero, ¿por qué tienes todo eso en la cara?. ¡No, no!, ¡quítate eso!, déjame verte -Le ordenó Jazmine. -¡Lo siento!, pero no puedo, debo seguir las reglas de mi congregación. Me disculpo por eso. -¡Oh, mi niña! ¡Tú siempre tan educada y obediente! -Comenta Jazmine, con tanto cariño, lo que no podía evitar, al ser, Aurora, la hija de su gran y única amiga, y eso en serio molesta a Adriana, quien carraspea para llamar su atención. -¡Ejem, ejem! -Ah... Adriana... -Exclama, casi con fastidio. -Me imagino que vienes por qué has aceptado mi propuesta. -Si señora. Estoy muy feliz de que pensara en mí, para ser la esposa de su hijo. -No te confundas niña. Ares no te ama, y yo te escogí porque creo que puedes ser mi aliada. -No se preocupe, Señora. Haré todo lo que está en mis manos para que Ares pronto se enamore de mí