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huella en mí, tanto así que con dieciocho años, no solo los recuerdo, también los anhelo, era tan feliz cuando los trataba, se suponía que cuando mi madre me recordó, no solo tendría una familia, también conservaría a mis amigos y así hubiera sido, si no fuera por Horus Bach, a ese hombre le debo mi
ta. - la voz profunda y quizás un po
o quita sus ojitos caramelos del
irme Pedrito,
siete años, somos los mejores amigos y eso tiene una razón. - ¿Me dirás que te sorprendió? tu no hablas porque sí. - y esa es la verdad, Pedro casi no habla, con nadie, solo c
r a la boda de Alejandra. - so
niños, tratando de descifrar los secretos del otro, nuestros miedos más profundos y algo más, algo que nin
vil, sonrió gustosa, no puedo creer que este usando sus redes sociales después d
e viera de esa forma, ¿a quién engaño? Soy la dueña de sus locuras y él solo me sigue. - Me sorprende señor Pedro, no era ne
os, él casi no sonríe, y yo rio más de la cuenta, se podría decir que me parezco a mi papá Rocco, de él adquirí la facilidad de sonreír y de reír de forma
lado" ... ¡¿Que mierda?! - no puedo evitar grita
e con curiosidad y Pedro solo
odo bien
o a la pregunta de mi tío, porque es la pura verdad, mis tíos y los padres
, tampoco es eso, ¿Por qué carajo piensa que me amas? - no se en qué momento me acerque tanto a su rostro, so
ara quedaras con esa be
o mis ojos en él. - ¿Qué significa esto?
a a Verónica y que no te reconoce, y por el resto de lo
gié con ellos, los primos Zabet, hijos de mafiosos, asesinos y empresarios, aunque no todos comparten apellido, no puedo creer que Ga
lantes, porque los veo reflejados en el carame
es lo que estás
en silencio, pero no porque no quisiera prote
tuya? - sonrió con verdadera fe
amor, Dios, te enfrenta
estas
que termine,
te es
solo por esta vez, voy a fingir que esa mierda de mujer era
retuerce, de la misma forma que lo hace estos últimos cinco
tu madre y luego por la muerte de Verónica, y ya de por si es malo que no hables o mejor dicho no soportes a Giovanni, Horus y Gabriel, si realmente est
ir que sus padres no lo hagan. - me responde al tiempo q
cualquier cosa, me levanto de mi lugar y voy donde
ue te quiero de día, de noch
mo lo fácil que es manipular al Don de Chicago, o
e Pedro, aunque claro que tendrán que hablar con los hermanos de tía Ámbar y Felipe. - Don y Ámbar
e es el primero en aplaudir y
se ponga rojo como un tomate y es cuando Carlos le acaricia la mejilla, son tan hermosos, la pareja perfecta, ya que
onato ve a todos l
quiero divertirme con Pedro, les ha
equivoque de tal manera... podría ser mi inconsciente, pero...no, él es Pedro, mi buen amigo Pedro. - Solo así no me verán con pena. - t
puedes matar a tu familia para demostrar que no mereces lastima, con gusto yo los extermino. - Felipe y Ámbar hacen u
rror o accidente... pero si ese fuera el caso yo jamás dejare que le hagan na
aravilloso. - la voz burlona de Ámbar hace que Pedro quede
muy bien que mi mirada debe ser parecida a la de papá Salvatore, él me enseño como amedrentar con solo un
esa amistad, vivir en una familia donde la mayoría son mafiosos, y asesinos no era mucho problema, lo que, si dificultaba un poco las cosas, es tener un vide
ar cuando le contaron que su madre había manipulado los recuerdos de su mente un poco desequilibrada a tal punto, que no recordaba tener una hija, Pedro la comprendía, esa soledad de no tener madre, aunque Felipe siempre fue como una mujer en el cuerpo de un hombre y lo amaba como si fuera su madre, Pedro extrañaba a su madre biológica, la cual había muerto de cáncer, no sin antes dejarlo al cuidado de su padre biológico, Carlos Sandoval, o como todos lo conocían, el caimán, uno de los mejore sicarios, y así como una vez el caimán tomo el empleo de cuidar a los mellizos Constantini, Donato y Valentina, él siendo un niño juro ese día, ser el mejor sicario para proteger a la princesa Dulce, no dejaría que nadie la lastimara, pero era solo un niño, no pudo hacer nada c
les sonreían, los más jóvenes los veían con curiosidad,
como todos conocían a Alejandra Santoro, fue la primera en darl
, soy... - en ese momento Dulce se dio cuenta que
an dominio, llamo la atención de sus primos, algunos ll
ablar por ella, se ve que te han atrapado dominio. - Alma no tenía intención
ones podía llegar a medir metro setenta y cinco, pero en ese momento, no llevaba sus tacones, solo unos cómodos tenis
s mejores al igual que sus hermanos, gracias a sus cuchillos, y precisión, casi no te enterabas cuando la muerte acudía por ti, de allí su apodo, enfrentar a la joven asesin
levantando su rostro, y dando un paso a delante, en medio de Pedro y Alma.
nsable de la muerte de desenas de hombres, pero en su defensa, eran sus enemigos, pero bajo ningún
monio y... pequeño infierno. - dijo con burla q
endo fijamente la espalda de Alma y como se a
rdaba, pero antes de dar un paso, los grandes brazos de Pedro la tomaron de la cintura, aferrándola a
porque me sigue molestando, creo que será mi apodo, no pierdas tu tiempo discutiendo por ello. - dijo sobre
fano Zabet le había enseñado, para manejar sus ataques de ira, aunque el joven con descendencia latina, lo único que buscaba era guardar el aroma de su mejor amiga en su m
e ti y no viceversa. - termino a
to la joven mostrando una sonrisa tan grande como la que su pa
infancia había hecho un juramento de hermandad, compañerismo, un juramen
a joven se le hacía conocida de alguna parte, aunque se le hacía imposible no saber a quién pertenecía tan bella figura, mientras que Geovanni que se encontra
o cuando los jóvenes habí
su risa era burbujeante, algo que a Donato le encantaba, su sobrina había nacido con la inteligencia de su madre, Valentina Constantini, pero gracias a sus seis esposos, la joven no era ta
, creo que se debe a que te han extrañado. - Dulce sonrió mostrando los dientes, por lo menos los adultos si la habían
rfec
r habitación y eso es l
ien como siempre se encontraba detrás de Dulce, como si fuer
Donato casi se atraganta con sus palabras,
o, sé que estoy a tu cuidado, pero... él es Pedro. - dijo como si aquello explicar todo. - He dormido a su lado ciento de veces, es mi mejor amigo, créeme, así como mi madre y padres confían en él, así confió yo, con mi vida y alma. - Donato quedo en silencio, las palabras de su sobrina lo inquietaron, no por Pedro, sino po
Italia, en Sicilia, lugar donde habían nacido Greco Jonhson y Marco Constantini, sus bisabuelo
para un baño, ver su musculatura no lo sorprendía, tampoco la alteraba, ese efecto solo se
razón de Pedro. - ¿Cómo fue que te convencí de tatuarte mi apodo? Mejor a
u madre en sus espaldas, y tu... como eras la princesa querías que alguien se tatuara el tuyo, por suerte este humilde servidor te pudo convenc
garte. - Pedro solo levanto sus hombros, rest
¿en qué pensabas? - Dulce vio por el crist
ía lo que estos seis nuevos reyes pudieran hacer, por lo que logro derrocar a Franco antes de que cediera su lugar, gracias a la ayuda de la mano diestra de Hades, el Ángel de la muerte dio su favor, y los reyes cayeron, dicen que fueron tiempos difíciles, se debatían en continuar en su amada Italia a riesgo de perder la vida o partir a buscar un nuevo lugar donde reinar, y fue allí, donde escucharon que Chicago era manejado por un solo clan, los Constantini, vieron una oportunidad de encontrar su nuevo sitio en el mundo, creyeron que sería fácil derrotarlos. - Dulce mostraba una amplia sonrisa, sus ojos brillaban, y sus manos divagaban gesticulando, mientras pedro, estaba estático a la orilla de la cama, viendo cada movimiento de su mejor amiga. - Se decían muchas cosas en aquel entonces, pocas podían confirmar, ya que todos les eran leal a los hermanos Constantini, pero llego un día, que al fin la vieron, Ezzio fue el pri
un momento bajar la guardia, solo unos segundos dejo de recordar que ese hombre era s