fue curándose, y eso no se debía solo a Farid, también eran los empleados, Leila era una joven servicial, que se hacía querer por todos, al jeque Marwan le encantaba el té
los Khattab, había una persona que solo
no fueron los que alertaron a Marwan, que algo sucedía, fue Antara, la que
ue me ocupe de la ropa de mi esposo. - respondió con
un nada. - no era la primera vez que Zayane le gritaba, siempre lo hacía cuando Farid se marchaba a la
aeré un bebé a esta casa? ¿Qué hare con él? Sino me puedo oc
s empleadas, pero una camisa que es lavada con amor y cariño dura más. - Zayane vio con odio a Leila, y la joven sabía que la intervención de Marwan le traería más problemas que sol
uerta de madera maciza, siendo la envidia de todos sus empleados, no solo porque Leila cada día estaba más bella, la buena alimentación le había otorgado un cuerpo esbelto, con unas curvas que ni la ropa podía ocultar, además hab
a, ella se quedaba parada en el patio hasta que él entraba, y como si necesitara asegurarse
, quien con un cariño inigualable toma el rostro de su e
problemas que tuviera la tribu, el Jeque se tomaba un té preparado por su esposa, al tiempo que le enseñaba algo nuevo cada día, jamás la regañaba cuando no entendía algo, en su lugar la dejaba descansar, y luego volvía a repetir la clase, las veces que hiciera falta, las empleadas se encargaban de decir todo lo que veían, ya que les parecía sumamente romántico como ella lavaba, y planchaba cada prenda de su esposo, con un cuidado único, mientras el Jeque cada día le traía una sorpresa, flores, bombones, incluso joyas, para todos eran la pareja perfect
después de que Marwan le reproc
a a hacer todo lo que Zayane l
o envenenar a mi esposo, y ponerlo en mi
aba esperando a Farid, pero su enojo era tanto que la estaba cegando, Zayane nunca pensó que si su hijo no le reclamaba
es más que una inútil campesina que ha sembrado la discordia en mi hogar! - grito con tanta furia que Farid y Marwan que estaban llegando en ese momento la e
dientes, sus ojos negros se convirtieron en dos pozos car
madre, al ver como sostenía su
a, porque ese día tú y yo... tendremos problemas. - re
resa y dolor al ver la amenaza qu
maltratar a mi esposa, o dejare de ser tu hijo. - Zayane llev
hablarle así a tu madre. - dijo Leila c
jure, ¿recuerdas? - Farid estaba apretando sus puños, no podía comprender como s
vez más en sus brazos, por recibir una de sus caricias, incluso poder escuchar un regaño, pero será tarde, si no respetas a tu m
nos oír, Farid no siguió a su esposa a la recamara, en su lugar volvió a salir. Marwan no le dirigió la palabra en todo el día a su esposa y Leila no salió de la habitación hasta que anunciaron que la cena estaba lista. Al llegar al comedor, su suegro le sonrió y ella asintió con l
Le
semblante en la joven, desde el día que fueron a pedir su mano, una sonrisa adornaba el ro
tarme contigo, un problema que es solo
y cuando no, está bien que usted me explique mis errores. - Zayane se sintió aún más culpable
as de tener un niño corriendo por la casa y llamándome abuela me est
los años la habían endurecido, Farid que estaba en las escaleras también escucho la dis
e modo madre, pero entiende que sin Leila yo estaría muer
mpo tu jamás te has equivocado. - Farid le dio un ramo de rosas
e has traído nada a tu esposa? -
e que deberás regresar a l
ijo, pero
, debo pedir perdón, creo que es hora
a, pero no podía evitarlo, mientras que, para Farid, Leila era su hermana pequeña, y en todo este tiempo s
candalizaba era la poca ropa que llevaban, Leila se sentía osada cuando se colocaba algún vestido de los cientos que Farid le rega
de sorpresa y vergüenza, con su rostro cubierto de un
o, yo te compre uno. -
es como ropa interior. - r
si me pond
arid se veía en forma, cada musculo estaba marcado y su piel parecía que tenía un bronceado natural, fu
al, él notaba como muchos hombres jóvenes devoraban a Leila con la mirada, sabía que su esposa era hermosa, su color oliva evitaba que estuviera roja por la exposición al sol como sucedía con las otras mujeres allí presentes, que a pesar de estar vestidas de gala, eran opacadas ante la belleza exótica de Leila, mientra
iento de robar tu juventud, tu futuro.
ué habl
eces amar y
eso no sucederá nunca Farid, por que tu mi gran amigo, estarás conmigo, en todo caso soy yo la que se siente mal, sé que te has enamorado Farid, y no sabes cómo lamento que no puedas ser
me siento egoísta de po
tuamente, tu felicidad siempre será la mía, Jeque Khattab, arriésgate a ama y cu
ás que se deseen con todo el corazón, jamás sucederán, sin embargó, también sabía que el amor que sentía por Farid nunca
- Farid estaba nervioso, él le había prometido a su padre que cuando Leil
ro no me gusta ver la preocupa
e conoces tanto. - dij
y tu esposa. - resp
ndo. - No ahora Leila y tampoco sería de la forma tradicional, eso está más que claro, siempre dije que conmigo
ras. -termino recordando en un susurro la
igada a responder ahora, ni a aceptarlo, si no quieres buscaremos alguna manera de calmar a mis padres, ya lo hemos hecho antes,
ó, al tiempo que le mostraba una de esas sonrisas
s mi secreto, Leila, tú eres la persona más dulce, inteligente, hermosa qu
Farid, claro que quis
mucho menos sentiría sus caricias, pero si ella pudiera tener un h