e una escena de prueba. Observé con fascinación cómo su cuerpo comenzaba a to
rar más, tení
ras del suyo. Sabía que podía sentir exactamente lo que me estaba haciendo, su cuerpo se tensó minucios
e sintieras lo que me haces. ¿Puedes sentir lo duro que es mi pene para ti? -Apliqué un poco más de presión, mientras movía mi erección en su culo una
esidad de estar más cerca de ella, de sentir su cálida carne resbaladiza contra la mía. D
tar tan cerca del suyo, un gruñido bajo escapó de mi pecho mientras nuestros cuerpos se reconectaban. El
é a amasar y acariciar la carne flexible, tal co
aginando por teléfono, mis manos amasando y pellizcando tus senos? -pregunté, mient
aron a balancearse hacia arriba, frotando
que mi sexo se metiera entre sus glúteos -E
corriente estalló y crujió entre nosotros. Tiré y pellizqué mientras mis dientes se hundían en la unión d
ndo loco -jadee
en, mientras mi izquierda continuaba jugando con sus pezones duros como
el, y el grito que voló de sus labios me hizo desliza
me desesperaba el saber que di m
jugos que fluyen, le or
e tu propio sabor. Pru
caron profundidad en su vagina empapada. Ella gimió a
... Dios... me gu
o mis dedos señalando su inminente liberación. Estaba tan apretada que era casi dolorosa. Podía imagina
ión protestara. Si ella podía chuparme los dedos así, sabía que sería gloriosa colgando del extremo de mi pen
sus restricciones. -Por favor, señor, no se de
unas cuantas veces. Luego le ordené que se quedara quieta. A
os que necesitaría para la siguie
Cuando estuve satisfecho de que estaba bien, la guie a la mesa acolchada y la ayudé a ubicarse. Fui atándola a la misma y preparándola para lo que estaba por venir. El tiempo corría y quería compensar su falta de liberación d
hizo saber que tenía 45 minutos, má
a lo largo de su pecho y por su estómago, siguiendo el rastro húmedo que mi lengua había dejado atrás. Su piel estalló en carne de gallina y gimió ante la nueva sensación. -Puedo ver cuánto
a los anillos en D unidos al costado de la mesa. Ella estaba abierta, vulnerable y completamente a mi merced; incapaz de aguantar más, luché con mis
sed. -dije mirando con deleite su hendija- ¿Te gustaría e
a el culo con su intensa sensación de dejavu; se metió el labi
in aliento. Sacudí la cabeza tratando de di
os. Clara y esa manera linda e inocente que tenía de morderse el
mi pene saltaba a la vida. Sorprendentemente, ver a esta misteriosa
ría s
No
ede ser
o ta
i que nadaban en mi cabeza. Respiré hondo y quise volver al presente. Me concentra
exótico sirvió para borrar todos los pensamientos anteriores
je mientras me zambullía en las profundidades de su vag
uscamente queriendo que alcanzara su tan esperada liberación. Sumergí mi lengua en su agujer
lvajemente mientras acaric
ncreíble. Si sigue pasando su lengua de ese modo, le mojaré
arte carnosa de su muslo. Sabía que estaba
-lloró, mientras su cuerpo se ar
ara, mordí su clítoris y
lo ir,
za. Casi me ahogo en la cantidad de dulce néctar que brotaba de su cuerpo a mi boca que esperaba. Tuve q
antidad correcta de estimulación, de que pudiera hacer que chorreara. Ella continuó gimiendo sua
los hombros. -¿De qué color somos? -la sorpr
as palabras. Las endorfinas estaban altas y el
olocado allí. Le levanté ligeramente la cabeza para que no se atragantar
pos estaban cubiertos de sudor, cuando ella estaba lo suficientemente h
liciosamente sensibles, y rodeaba el otro entre mi pulgar e índice. Una vez que estuve satisfecho con su tensión, susurr
a g
uñí, mientras me movía hacia la cabecera de la mesa, y una vez allí, continué diciend
r de la mesa a un ángulo más cómodo y lentamente deslicé mi pene en su boca cavernosa caliente. Me explayé cuando mi erecc
a aplanada corriendo a lo largo de la vena pulsante en mi falo. No era pequeña de
e sus dientes rozaban ligeramente hacia arriba y hacia aba
ta! Chúpamela como
os. Le di una palmada en el muslo mientras tiraba simultáneamente de la cadena de las pinzas del pezón. Fui recompens
tras su garganta se relajaba y se abría alrededor de la cabeza de mi erección. Me incliné y tomé
ido aliento fluyendo de su nariz sobre mi hueso púbico. Tuve que reprimir e
rendida por la sensación que hizo que mi erección se deslizara por su boca con un 'pop' audible
su rostro. Ella gimió mordiendo ese maldito labio suyo, pero por lo demás perman
no señor
ección. No te muevas, voy a cogerte esa boquita sucia tuya hasta que me libere. Abre bien esa boca y relaja tu garg
No habíamos hablado de ninguna forma de humillación privada, así que esperaba no haber exagerado con alg
de las palabras de seguridad y que me indicaba que siguiera adelante. Esa fue toda la confirmación q
stante aclimatándome a la sensación de estar dentro de esta parte de ella. Gruñí cuando su nariz se encontró con mi pelvis por segunda vez esta noche. Ella era tan buena en esto. Parec
e fuera de su mente, moviendo la varita a una velocidad más alta y directament
animé, mientras buscaba más profundidad en su boca. Me di cuenta por la forma codic
que ella estaba disfrutando esto tanto como yo. Tres empujones má
ente podía sentir los músculos de su garganta contrayéndose y ordeñando hasta la última gota
e y espasmos con su propia liberación. Sin aliento y agotado, me resbalé de su boca y gemí por la pérdida de su calor
ior. Por más que lo intenté, no pude luchar contra la sensación de familiaridad en lo que respecta a esta hermosa