cumpliría mis 32 horas de se
callejón, en la parte oscura, y corrí adentro buscando quién era. - ¿Hay alguien ahí? - Grité, buscando.
cigarrillo al suelo y corrí hacia allí para ayudar. - ¿Hey qué estás haciendo? - Grité mientras me acerc
¡Vu
lor de su cabello, pero el gemido de la mujer me impidió seguirlo. Me det
ar. - ¡Bastardo! - Busqué ayuda a mi alrededor, pero no encontré nada - Ven, te ayudaré. Tomé a la muje
Una camilla, por favor!!! El persona
o de urgencias la evaluaba, yo hice lo mismo. El corte en su cabeza era superfcial, pero gemía cada vez qu
una de las enfermeras. Caminé haci
ntras lo escuchaba. - Señor, esta c
ujer que yacía en la camilla, todavía gimiendo de dolor. Ella es residente. Esta información me sorprendió
ue preocuparte, te lo advertiré yo mismo, ya que fui yo quien la encont
un hecho que había olvidado por completo. -Está bien, hazlo. - Coincidí
nueva. Pero... ¿quién lastimarí
ía cámaras. Y todo el mundo en el hospital lo sabe. - Disculpe, doctor.
evaluar mejor su situación, pero me asusté cuando ella tomó mi mano
so, tengo miedo. Miedo. -¿Quién te hirió? Yo pregunté. - Él... Él... - se preparó para la puerta. Miré a m
eleró, ¿realmente era alguien del inte
alabras con claridad. Ella asintió lentamente y lloró. - ¿Sabes su no
su mano mientras ella terminaba de llorar. Sus sollozos se hicieron cada vez más fuertes, y supe que si
e momento. - No dejes que me vuelva a tocar - suplicó - No lo dejes. Es
obre esto pronto. Mis pensamientos viajaron a ese callejón. Y si no hub
de su cabello. Pero, curiosamente, esos mechones oscuros me resultan
roveché el momento para ir con mi a
. Alejandro ya me estaba esperando en su ofcina cuando entré. Le h
lentamente, adaptándose lentamente al brillo de la habitación. ¿Qué sucedió? Los dolores en mi cuerpo e
ma. - La muñequita se despertó. - La voz del doctor Juan me asustó.
? - se rió, dejándome ir. Me senté
acuerdas? - Se me dio un vuelco el estómago cuando se mordió el labio,
e a la cabeza es el de haber cenado anoche en el comedor del hospital c
preocupes, sobrevivirás. - Bromeó. Lo miré con desdén. - ¿Cómo pasó esto? Frunció el ceño mientras se
bitación, antes de detenerme en ella - ¿Alguien más estaba herido? Salvani sonrió, pero no respondió a mi
ácticamente rogué, desesperada. - No lo sabemos, llegaste aquí cargada p
taba sonriendo? ¿Había un brillo en
e encontró, te atendió y ahora está en su habitación esperando que algui
sa y salir de la sala silbando, como si nada hubiera pasado. Siempre un
a la enfermería. Me agarré fuerte a
í contra mi sábana, tambaleándome. Cogí mi expediente apresuradamente, leyendo detalladamente t