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Historia

Capítulo 5 Maldita sea

Palabras:1396    |    Actualizado en: 29/11/2023

limpiando todo. Guardé el resto de la comida que había en la canasta,

e Pedro saliera corriendo de casa sin despedirse. Parecía espantosamente un hospital. Cerré la puerta del

últimas horas en el hospital. Mi la

en medio del llanto. Me volvió a doler la cabeza, así que me apresuré a terminar de lavar el resto de m

ado en el caso de Sabrina, de todos modos, mis días fuera podrían dejar

ectar un caso como ese, en mi prim

a y salí del baño. Me asusté cuando me encontré cara a cara con Pedro,

cintura, con fuerza, evitando que cayera de trasero. Sus brazos sostuvieron mi cuerpo mientras me re

a atender una llamada del hospital y cuando regresé no estabas. Suspiré. - Pensé que te habías ido. - Me

us brazos, recuperándome y corrí a

ando una toalla. Oh mi. - Un segundo, me voy a cambiar. - Grité mientras cerraba la puerta. - No es nec

do algo que ponerme. - Me voy - ad

guna señal de él. La casa está completamente vacía. Respiré hondo antes de ir a la puerta principal y ce

o aún así pude conciliar el sueño rápidamente una vez que me acosté.

e pudiera impedirme dormir. Un f

ntraba en el camino. Miré por la mirilla y resoplé, irritada, al ver a P

soy madrugador. Pedro volvió a tocar la puerta, haciéndome querer apreta

Pero su sonrisa pronto murió cuan

estás. Miré el reloj, sorprendida de que sean las siete de la mañana y

paciente. Abre más la puerta para que entre. - No te quedes ahí, pasa. -

nte. - Estoy bien, doctor, sólo que a veces siento que me palpita la cab

é. - Sí - se acercó a mí - pero fuera de eso, ¿cómo estás? ¿Sentiste a

ente. - Puedes estar seguro de que lo haré - Señalé mi cama - Estuve descansando hasta ahora. Caminé hacia el armario, buscando un

s. - Traje esto - me entregó una bolsa y la colocó sobre el mostrador, e

desayuno. Abriendo la bolsa con c

o el día. - Esa es la intención - Se centró en su reloj por unos segu

disculpando? - se aproximó. - Me sorprende encontrarte aquí, olvidé que

a la cama y le subí la manga del pij

ó tocándome. Se sentó frente a mí, en la silla, y empezó. Sus dedos te

ente corrí a casa. Necesitaba unas horas de descanso antes de regresar a

genes que envió, el detective acordó

ayudarnos a analizar, con su ayuda la investigación irá aún más rápido.

manera de que ella recuerde algo que pueda ayudarnos. Apoyé la cabeza

me acosté boca arriba, con la toalla todavía envuelta alrededor de mi cintura. La imagen de la sonrisa de

gar todo y acostarme. ¿Dónde estoy

aría por cualquiera, sin pensarlo dos veces. Cualquier persona. Sin e

aún después de todo lo que hizo con Alejandro y Manuel. Como si la falta de carácter de este h

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