a
iba a asegurarme de que mi hija estuviera segura e
ba casada con Lucca. Mi rutina se basaba en dejar a mi hija en l
na de una tienda de juguetes. Quería comprarla para mi hija, pero
quería matar al padre de mi hija. Eso era una locura total. Yo sería la primera persona de la que la policía sospecharía. Lo último que quería e
arme. Matteo dijo que necesitaba recopilar pruebas. Ya había presentado una denuncia por agresión contra Lucca, pero eso aún no era suficient
para reaccionar, aunque fuera para pasar las mañanas en esa zona conocida como Barrio de Navigli, llena de bares. De hecho, el bar donde trabajaba estaba frente al canal. Muc
ción, donde vi a Rosa escondida en un rincón. Cada vez que llegaba, aparecía con más heridas. A veces eran moratones en los brazos, o
ás bie
se limpió la ca
a ver la curit
hiciste e
cabeza en la es
excusas cuando
ar y necesitas ay
querida - forz
teza y la angustia e
punté a la curita, pero quería que hablara sobre los mor
¡N
ntas. Siempre me daba respuestas sucintas y no prolongaba el tema. Se ocupaba del traba
ente parecía estar bastante irritado. Pa
taba pasando. El jefe estaba furi
susurré la pr
No
ón, el gerente gritaba, exasperado, mien
no puede hacer la
el gerente. - Ya hice
osis y está en el hospital
al aire al descubrir que el cantante había usado dro
personas habían venido solo para verlo. El gerente abrió la puerta y observó las mes
pe, - llamé al
ablaré cont
te a resolver
noces a alg
ar! - dije co
estruendosa. No se sabía si se estaba riendo con desdén o nervioso. So
? - Dejó de reír, su expresió
iar el piso para ser cantante?
jo la ducha, -
Nadie presentaba una solución y enci
tonterías. Vuelve al trabajo
rente y mis compañeros de trabajo. Rosa vino detrás de mí, entramos en la cocina
involucres más
quería
e gerente te hará la vida difícil si sigues metié
ent
ra olvidar otra humillación. Rosa siempre estaba allí para
lo de una vez, - una de las camarer
rde del fregadero. Yo necesito este traba
a tomar una aspirina p
rdes, q
bueno llorar, porque lavaba el alma. Siempre era así. Después de un buen llanto, estaba lista para levantarme y enfrentar los problemas de frente. Tomé la aspirina y agarré la fo
de est
gerente preg
quí, seño
stabas h
analgésico para e
te a los ojos, examin
ente sab
ré fijamente a Rosa, que negaba con la cabeza. Se d
rie, - cambió
clases de música cuando est
é cantar, pero si ahuyentas a mis clientes, haré todo lo
y de repente, mis latidos se aceleraron. ¿Cómo podría presentarme ante tanta gente
ve al salón. - El gerente
hago,
saldrá bien, querida, - t
pierdo m
ar y sé que tu voz es hermosa. Recuerda
l y salí de la cocina directo a un pequeño escenario donde me esperaba el gerente del bar