do, Pat
o los golpeaba el sol. Mi padre me tomó de la mano. Yo me quedé mirándolo asustada, viéndole enorm
os vayamos-, me
ajas y me dio mucho miedo. Luego desapareció en la o
ba así, papá?-, me
. Están hechos pa
r a nosotros?-, in
re no c
argó los bultos de la camioneta y los lle
regunté mientras él se apu
la tiranía del alfa. Él quiere matar
en el mundo de los humanos un año despué
anos. -Debes tener cuidado, hija. Pronto
s tuve m
**
ado aunque la infiltración había empezado antes, cuando muchos lobos escaparon de la tiranía de Ernest Bullit, el rey de los lobos y que odiaba a la raza humana y quería exterminarla de la faz del planeta. Al principio, los
staba en peligro, pero la hecatombe del laboratorio nuclear expandió una reacción gama qu
ra acabar con los lobos. Sin embargo, la niebla maldita que se formó tras la explosión,
rmacos que, informaban, vencerían a las enfermedades terminales. Ellos no sabían de los avances nucleares y pensaban que aquella era tan solo una inofensiva planta de agua destilada.
glas, estaba en el laboratorio y Helen en su casa. Los dos fueron lanzados al aire,
illos tumbados, los palos hechos cenizas y el caos, la destrucción y la polvareda que se desató en todo alrededor. Ella estaba t
sus ojos, respirando con dificultad, tratando de empinarse en medio de la
tarla entre las ruinas, una luz ardiente como candela
piel se despellejaba por el intenso fuego que los envolvía igual a una neb
n recostados, exánimes, respirando apenitas, inconscientes. Sus cue
la tragedia, con el centenar de casas hechas polvo, los cuerpos destr
án vivas!-, hacía gestos desesperado, rem
uiabierto vio a Douglas y Helen. Sus pe