una vez más y luego dirigió su
iera cubierta por un velo mágico, pero pesadas nubes de lluvia se acer
delgado, pero bien constituido de Lucas, el sujeto que t
ombre, donde le pedía que se encontrara con él en es
alles, solo un esc
erizaba la piel. Urgencia era igual a problem
. Cada vez que él se acercaba, ella sentía que en
o le producía un cosquilleo en su vien
vir sola, de comer sola, de levantarse y encontrar solo a
ejaran de mirarla con fijeza y de unas manos suaves y curiosas que acaricien con dulz
as: anhela
aquella cita no imaginó que el lugar del encuentro estarí
ca había sido
fanato siendo apenas una bebé, ni cuando fue encerrada en habitaciones sin ventanas po
maleta sus pocas pertenencias y aventurarse a vivir sola en un pueblo montañoso
és de su independencia, con esa luna llena tan brillante
la ansiedad. Aquella sensación la empujaba a escapar a las carreras
bolsillos de su grueso abrigo pa
ios estás? -murmuró. La esp
traso y, aunque la soledad la agobi
e distancia un SUV compacto 4x4, de color negr
lpitarle con fuerza y l
rios polarizados no pudo ver al ocupante, o
dar su alma a Dios, pero si era Lucas, más le valía a él encomendar su alma, porque e
entado frente al volante. Era un hombre joven de rostro trigueño
que lo hacían ver como un fisicoculturista, o tal ve
e unos ojos negros qu
lases de deporte en el orfanato. Algo que jamás pudo lograr, ya que desde pequeña demostró no poseer cualidades para las actividades
como la luna llena que con lentitud
e que no llegaría a la cita? ¿Para qué enviaba a ese gue
ando él comenzó a trabajar en la librería dónde
az de hacer algo en su contra, mucho menos, después de demostrar en varias
culpa de la mirada amenazante del intimida
la parte trasera del auto muer
aplicó un tono más sutil-. Pronto comenzará
eza, el cielo se rasgó con inmensos rayos y ensordecedore
tarle los largos cabell
minaré -habló por fi
llover, mujer. Sub
s necesario, son
avó una mirada inflexible en ella que
alido de algún rincón muy oculto de su interior, pues jamás
rse. Aceleró al escuchar que la puerta del auto se
s encaró al hombre y, aunque su altura y musculatura superaban sus expectativas, al mirar sus o
-. Te dejaré en tu casa y despué
ba para que no se le quebrara la voz, no
luego se irguió y volvió a a
n percance -respo
le s
edo de
eras que confíe en ti
tienes má
n en el alma de la mujer y d
sistió con los
digo. Cuando Lucas se
er
Tania, tenem
sido tan firme, que ella sabía que
la introdujera en el asiento del copiloto, pero antes de cerrar
fuera de lo normal. Sin embargo, sintió unas malas energ
a el auto y ocupaba su puesto frente al volant
s. Recordó las palabras de Carlos: «C
había robado sonrisas y besos entre los viejos y polvorientos e
ntía tan... di
puso en marcha el vehículo y se alejó de aquel lugar mie