e que estás ha
ales ya estaban llegando y ella no estaba en su lugar tomando las ordenes, tuvo que salir de la cocina para busca
o.
guntar, mirando ahora su vestimenta-. No me
... bueno, me estaba peinando un poco. No quiero d
a de esas chicas que le preocupara lo que dijeran de su apariencia. Solía arreglarse muy bien
a cita con
ás cuando la miraba con suspicacia. Sus mejillas se tiñeron de rojo al verse al de
. ¿Acaso ya no puedo ponerme un vestido? Sabes que a veces
ró a su nieta para atender los comensales. Después, en la comodidad y el calor de su casa, podrí
u corazón latía ansioso y se vio en más de una ocasión mirando hacia la entrada del restaurante, esperando
desastre total mientras llevaba l
que un hombre tan atractivo se fijara en ella. Nancy no se consideraba una mujer fea,
rcaban sus mejillas la acentuaba aún más. Su carisma la hacía una buena persona. Pero debía admitir qu
imo en su mirada se hizo presente. ¿Qué esperab
a dicho. Arrancó de su cabeza al hombre y se dedicó al trabajo. No necesitaba distr
chó a su espalda y quedó rígida
cantadora que la hizo olvidar de todo. Su corazón latía como un lo
n hilo de voz, avergonzada, tímida-. Toma
acue
so rápido hacia la cocina. Ahora que estaba ahí no sabía qué hacer o decir, au
venías a ver a una linda chica,
dijo a sí mismo que ver a una mujer linda no era ningún pecado, siempre y cuando no pasara esa línea de
lejos, aunque no se conformaba con s
chica -ignoró su mirada y sonrió divertido-.
, pero a mí me vuelven loco las mujeres, solo que no voy po
soltó una risita-. ¿Y qu
mbros-. Hemos hablado u
De ser lo contrario, no te tomarlas tanta
ico que dijo antes de callar
en el rostro y de cada uno de sus pasos. El vestido ajustado a su silueta
ecordaba que era prohibida e inalcanzable. Quería seguir viéndola
-dijo, haciendo entrega de
e decidieron. Mason no dejó de mirarla, a
os platos de comida. Dejó el recibo bajo los cu
a-. ¿Qué te detiene que no te le acercas? D
-Mason se centró en su plato
olo venir a verla y dec
va a aceptar algo más y, si lo hiciera, no soy t
emocionante -volvió la mirada a la chica-. Pero ¿no cre
r exactos, veinte años menor que él. ¿Por qu
lan? -inquirió, probando
e meses nos iremos y todo seguirá siendo igual, por lo
No vas a darle tu corazón ni a pintar
e tipo de hom
r el bufido de su amigo-. Yo sí pienso div
a llegar de la mano de un hombre. Se preguntó si él era su padr
en su rostro que se le hizo muy familiar de la chica, no supo si la sonrisa o el par de hoyuelos que se formaron en
r de abrazar a Nancy, se afianzó al cuerpo de
La niña era una copia exact
había malinterpretado todo desde un comienzo. Él pensó que
terior. Ahora nada lo det