su casa y, casi al instante, recibió uno de los numerosos mensajes que
dote desde hace diez minutos." James guardó su móvil mientr
la clase del Profesor Dante a primera hora de la tarde. A menudo llegaban tarde, y esto en gran parte se debía a que
por ende, imponerles castigos absurdo
iría una reprimenda por parte de Mark. Tomó una respiraci
ía su pierna mientras murmuraba algo con mal gesto, llevándose el teléfono a la oreja. Antes
raños choques con sus manos-. Menos mal q
el jugo que sostenía entre sus manos-. Lo siento, pero tardast
endo su mano como si espantara un mosqu
jos entrecerrados,
r eso, no es nuevo -co
sa irremediable, James le dio un ligero empujón a su ami
enó. Supuso que Alex habría estado contando las mismas estupideces de siempre, pero no se interesó en indagar. Más bien, le dio una enorme mordida
nea en su rostro, haciendo que Mark asintiera de inmediato. Sin querer
as enormes gafas, caminaba dentro del lugar. James tragó la comida, evitando escupirla cuan
con una risa suave escapando de sus labi
-se burló Alex, robando un mordisco de la comida de James. Este de in
mientras observaba a la chica dirigirse a la caja. La siguió con la mirada
o por más tiempo. La chica había volteado sobre su hombro, dándose cuenta de que había llamado la at
. Una enorme sonrisa que no pasó desapercibida para Alex y Mark, quie
e que tanto le gustaba. Sean estaba allí, y se veía guapo; el hombre mayor no parecía darse cuenta de que el lugar estaba habitado
tión de segundos, rojo. Pero no de furia ni mucho menos,
idos admiraban. Y cuando comenzaron a reír más fuerte, el moreno volteó, abriendo los oj
chaza tanto -asintió James, cesando su
de tu sexy profesor -aseguró Mark, recostándose del respaldo de la sill
zando la situación. Cuando Sean besó la mejilla de ella y pareció susurrarle algo
lpéenme -pidió, su voz baja y sus amigos pararo
o mucho más, y la mirada miel dirigiéndose hacia él. Sean estaba enoja
ndo la mano. El moreno apretó la mandíbula, esperando que les dieran su pedido
ado, manteniendo su mirada desagradabl
con la de la chica y la jaló de regreso a la salida. Cuando pasó al lado de la mesa
a a sus alumnos, que, al verlos irse, rieron con más ganas. Cuando James se cansó, q
via -dijo, su voz sonando furiosa. Dos pares de ojos lo miraban, y sus hombros se e
de la universidad, y el sonido de sus pasos resonaba en el ambiente, marcando un ritmo apresurado. James, con su actitud despreocupada, lideraba
Sean impartiendo la clase. Sin dudar, James entró primero, seguido de sus amigos, sin preocuparse por interr
ento deliberado, apoyó su brazo en el respaldo de la silla y miró a Sean con una expresión divertida, casi desafiante. La clase continuab
peare -dijo Sean, recorriendo la clase con la mirada-. Hoy
tando la atención de varios de sus compañeros.
ra de Shakespeare
o en seco, su expresión endureciéndose al tiempo que clavaba una mirada severa en James. Las risas de los estudiant
un peso que parecía incrementarse con cada carcajada que resonaba en el aula. Sin embargo, no iba a
as formas -respondió Sean, manteniendo su tono profesional-. Si tienes un interés genuino en explorar esas temáti
ía provocado. Sin embargo, la firmeza en la voz de Sean y su control
iara el propósito de su lección. Con paciencia y precisión, habló sobre la riqueza literari
forma en que Sean había manejado la situación. Había esperado enfadarlo o avergonzarlo, p
dispuso a salir. James, Alex y Mark se quedaron unos momentos más, comentando entre ellos y preparando su
entar los desafíos, que le resultaba irresistible. Una mezcla de respeto y deseo, de admiración y provocación, q