img Heredero del Billonario Secuestrado  /  Capítulo 5 5 | 100.00%
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Historia

Capítulo 5 5

Palabras:1060    |    Actualizado en: 16/04/2025

de Elton, no era un buen augurio para las cuestiones monetarias, y la forma más rápid

lemente estuviera ansiosa por mostrar sus logros a un p

ejemplo de excelencia o como una encantadora de serpientes destinada a conve

os. «En fin, como dije, hay un donante aquí que quiere hablar con usted. Podría convertirse no so

ues su voz se volvió más estridente. «Te pido que le dediques u

e su silla para ir a buscar a la mencionada

financiación que tengo actualmente, me vendría bien hablar con alguien interesado en el trab

invitado. Sí, gracias». Colgó rápidamente y se levantó. «Los dejo con esto. Es importante tener tiempo para

s de rodear el escritor

n el borde de su asiento, sintiéndose más como un cebo

fue extraña, impropia del decano. No solo nunca fue tan adulador y amable, sino que el concep

al hombre al instante. Cerró la puerta con firmeza y se quedó all

mirada, ese hombre.

multimillonario

Desde su cintura estrecha y hombros anchos hasta su cabello oscuro y

an intensamente. Nunca podría olvidarlos. Eran la sede

re increíblemente rico, con un patrimonio incalculable e intereses comerciales en múltiples sectores y e

ntos biotecnológicos emergentes y su apoyo era gene

lla finalmente lo miró a los ojos. "Amelia Harris. Ha pasa

tras cruzaba la habitación para pararse fr

Algo así», dijo, con la voz más firme de l

e mí", dijo, más como una afi

die que lo conociera podría olvidarlo. Y

o una mujer que casi se a

Dankworth en una conferencia sobre desarr

en el hotel donde se celebraba la conferencia cuando oyó el rumor de que Caleb Dankworth asi

estaba en la primera fila del público. Decir que la había desorientad

al hombre imponente. Atraía su atención tanto por su increíble atractivo como por su halagadora ate

sis embriagadora de química personal. Amelia no pudo evitar preguntarse cómo alguien p

o en el bar del hotel, ella no lo dudó ni un instante. Su evidente pl

ído más de una vez.

r rincón del bar clásico. Compartían una sana chispa de atracción mutua, y para Amelia, la chi

había comido esa noche, y se arrepentía. Era la única vez que había comido en un restaurante con est

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