centro, especialmente cerca de la Gran Vía, vibran con una energía única: el bullicio de la gente,
n músico callejero toca una melodía de flamenco en una esquina, rodeado de curiosos. Más allá, en la Plaza May
s de murales coloridos, bares alternativos y bicicletas apoyadas contra las p
que solo Madrid puede ofrecer. Pero en la Suite privada de u
puso Catalina con una pizca de
co, tirano de Alemania que reside en España por cuestiones Empresariales. Sofia Morgan la menor de los Herederos Morg
seguro que lo haría - La voz
o, no hay manera de que yo escape de este destino tan cr
s tíos han podido vend
o, tu mi pequeña Sofia tienes el amor de tus p
e Harry Meyer, y es tal cual lo me
Dijo Catalina sintiendo náuseas - Inic
tivamente si pudier
fia. Además tu tienes un examen hoy, cr
a Defensa de Tesis, pero ni bien term
u examen deberías de hablar con tus padres se
s un miembro más de la familia para mi, ellos tienen su vida, sus familias, yo estoy trata
loca de pie y abraza a Sofia qué segundos despué
miga retumbaban en su cabeza, y la impotencia la carcomía. No podía perm
uchó una conversación entr
n unos minutos. Todo debe e
sabes cómo es - Expuso uno
rza. ¿Estaba Harry Meyer en ese mismo hotel?
ó al séptimo piso y caminó decidida por el pasillo alfombrado
se abrió
que pasara sin decir palabra. Quizás Harry estaba
whisky añejo. Al fondo, sentado en un sillón giratorio, un hombre observaba
uto, pero le suplico que no obligue a Catalina a casarse con usted. Ella no quiere hacerlo. Por favor... debe h
ncio fue
ombre giró lent
se co
visto del temido Harry Meyer. Era más joven, más atractivo, pero con una
robara el nombre en sus labios-. No tengo idea de quién e
usted Ha
. Soy Naven Fort, y acabas de irrum
tragó
o... fue un
lica algo sin que yo decida el pre
cedió un pas
. qué qui
ás alto de lo que imaginó, y el pod
on Meyer. Yo puedo evitarlo. Tengo influenc
con esperanza
cambio
ó directo
. Justamente estaba buscando una par
o si el tiempo se hubiese de
e que tú sea
e le falta
iendo? -logró murmurar
Su andar era elegante, sereno, como si
ue no me incumben, pero que, curiosamente, puedo resolver. -Se
poco, chocando con la
udar a mi amiga. Pensé
da-. Pero puedo ser algo peor... o algo mejo
ue había caído en una trampa, aunque él no la había c
-dijo finalmente-. Ni siquiera sé quié
el matrimonio de Catalina con Meyer. -Se acercó un poco más, sus ojos eran difícile
ación se aceleraba, y su mente e
hombre que no conocía, que no mostraba ni una p
iado, en las lágrimas que no dejaba ver
tarde, en su familia, en sus sobrinos que s
levantó
onestidad-. ¿Por qué ofrecerle
sonrisa apenas curvada, más
s eternas. Necesito un compromiso convenien
pretó lo
i digo
rla, pero lo suficiente para que s
yer. Y créeme... él no es alguien a qu
nta, pero fue suficiente
po para pensa
n asi
. Si no estás aquí... sabré que es un no, y el destino de tu am
sintió l
uedo
ía -dijo él, dándose la vuelta como si ya hubie
Antes de cruzar el umbral, se
te de espaldas, como si lo que acababa de oc
que su vida acababa