ad, mi mente un torbellino de planes y listas de tareas. Santiago nunca regresó. No espe
rimera vez en tres años, lo dejé ir sin
d, me levanté. Me duché, me vestí y desayuné algo ligero sola en l
e liquidación y los había despedido. Solo quedaba el viejo mayordomo de mi famil
on expresión preocupada. "Señorita Valeria
z", dije suavemente.
nciaran mi extraño comportamiento, sin chefs que cuestiona
las manos. "¿Pero
sellado de mi bolso. "Necesito que haga una última cosa por mí. Por favor, entregue
os llenos de preocupación
rata. Lo planteé como un escape de una relación peligrosa y obsesiva que temía que terminara mal. Expliqué mi plan de fingir mi muerte, de empezar una nueva v
pilares en esta ciudad. Su repentina desaparición desencadenaría una investigación masiva, mucho más grande que la de una simple he
amino que tenía q
pada, comencé la siguiente fase de mi plan. Me ocupé de mis propios asuntos ráp
a Colonia del Valle que yo había arreglado y pagado. Era una mujer dulce con
. "¡Valeria, querida! ¡
í, diciéndome que me veía pálida. Y luego, como si
van a casar por fin tú y mi Santiago? No me estoy hac
nunca estuvo en mis cartas. En la novela, Santiago le proponía matrimo
nrisa. Sabía que Santiago amaba a su abuela más
ria. Solo es... orgulloso. Ese comienzo que tuvieron, con el dinero... no f
lo que quería ver. Pero yo sabía la verdad. A
la puse en su mano. "Nana, necesito que le des esto a Santiago. Es algo de dinero que hab
ico que estaba destinado a construir, lo hiciera pensar en mí con un poco de
n el ceño fruncido por la preocupación. "
ndome de pie. "Solo me voy a u
aje? ¿A
er, una voz fría y familiar
rees que va
ntamente. Santiago estaba allí, con