img Mi escape a Montana: Un nuevo comienzo  /  Capítulo 8 | 33.33%
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Historia

Capítulo 8

Palabras:1191    |    Actualizado en: 07/11/2025

vista d

séptico. Por un momento desorientado, pensé que estaba de vuelta en la clín

más dura, el silen

de náuseas y un dolor de cabeza que partía el cráneo me

í mis muñecas, y la textura áspera de las correas de cuero se c

é estab

u rostro demacrado y pálido, pero sus ojos tenían un

susurro ronco-. ¿Qué

llo de algo en sus ojos -¿culpa? ¿arrepentimiento?- pero

icos dicen que tiene un trastorno de estrés postraumático severo por lo qu

nuevo, tirando de las ataduras-. ¡E

ente, una mirada de profu

so ahora. Pensé... pensé

vestigios del hombre que amaba, el socio, el amigo, se

Pero las acciones tienen consecuencias. La lastimaste. Grave

nciosamente detrás de él. El hombre tenía una torcedura cruel en lo

un formulario de consentimiento. La sangre se me heló al ver mi nombre, mis datos y

galmente comprometidos. Tenía el derec

erecho de

onido desgarrándose de mi garganta

te salió de la habitación, cer

escalofriante y depredadora. Recogió dos paletas de m

osa-. Me ha pedido que tenga... un cuidado especial con usted. Para

rcando. La má

dijo, su sonrisa ensanchán

os discos de met

una supernova de a

lectricidad cruda y brutal abrasando mi cerebro. Un grito fue arrancado de mis pulmones, un soni

era. Pero el dolor era absoluto. Quemaba

debilidad y crueldad? ¿Brenda y mis amigos, por su traición ciega? ¿Mi

olvieron en otra ola

cansada de luchar, de in

sobre mí, una máscara retorci

odo termin

rioneta en una cuerda. Las lágrimas corrían

una pequeña voz en los restos de

es me daban descargas. A veces simplemente me dejaban atada a la

a allí de nuevo. Parecía demacrado, la culpa grab

u voz apenas un su

s costados, mis muñecas en carne viva y amoratadas. Me sent

hombros, su toque un fantasma de u

evarte a c

labra no te

ejé que el abrigo se me cayera de los hombros y c

eca y rasposa que no reconoc

, su rostr

e una lección. Para que dejaras de lasti

nmenso que ni siquiera pude reunir l

scordante. Contestó, su voz cambiando ins

en? No, yo... solo estoy term

iró, su rost

o que

puesto

e sola en la habitación q

clínica de TEC. Al Dr. Albright, mi verdadero

fermera Evans, me tomó la

a. ¿Estás segura de que

trazando un camino a través

emente-. Estamos comenzando con el anest

los

de mi vida que esta

amigos que me h

era que había con

l hogar que

iz que marcaría par

ermana que me h

mbre que había or

tigios de un amor que se

o final y bendi

n

uri

o, sil

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