nis corrió a su hermano envolviéndolo en sus brazos con notable nostalgia por la pronta separación, ya que iniciaría su nueva vida con su esposa - tu abuelo te espera para darte su obsequio – interrum
de ver el rostro de felicidad del joven al ver los documentos y las llaves de su nueva casa – también tiene cinco habitaciones – confeso el abuelo en un susurro y tod
udo notar en la vela que soplaría pidiendo su deseo; la mente de Yanis sólo había rescatado de sus infantiles sueños, unos ojos azules que creyó ver en esa joven bailando feliz en pista y no pudo evitar acercarse con coquetería queriendo sentirse héroe – hola, ¿puedo
Agathe al reconocer su número en el identificador de su móvil, y revisando la hora solo podría tratars
n sus sueños; parecía hechizado por esa coqueta mirada azul grisácea que llenó a André antes de despedirse de sus amigos, de una sensación de desconfianza,
a horcadas sobre él, movió sus caderas al sentir el bulto en los pantalones de Yanis y sonrió con picardía mandando las manos para liberar la erección y él la detuvo sujetándola de las muñecas – no sin protección – susurró él excitado y ella acerco sus labios a los de Yanis – yo me cuido – respondió el
acaso no llevas en tu billetera? – inquirió Fabien y él asintió exponiendo unas incomodas razones que impidieron sacar su billetera de su pantalón por la incómoda posición en la que se encontraban; esa noche sería la última noche de Fabien en la casa familiar, ya que se trasladaría con su esposa a l
debido un repentino malestar acompañado de un desmayo del que nadie fue testigo y por el que Bela no dudó en acudir a urgencias donde descubrieron que requeriría un trasplante de corazón, sin embargo, prefirió callar; tomó su tel
dré se había distanciado de los jóvenes y se había dedicado a sus negocios; era inevitable mantenerse ocupado para evadir el dolor que le producía reco
de él donde lo esperaba todas las noches, aunque él no siempre se quedaba allí, acostumbrado a su independencia y soledad, prefería quedarse en su casa
ltimo que le celebraría a su hija, Bela pidió prestado uno de los salones principales
tado al cuerpo, enormes tacones y una cola de caballo; el corazón de Chiara latía de felicidad al encontrar frente a ella a su padre en tan importante día, pero él paso de ella – señor André – murmuró ella y el apuesto hombre se detuvo ante aquel murmullo - ¿te conozco? – pregunto él inquieto con una pequeña sonrisa de curiosidad y ella negó con la cabeza – pero quien no va a conocer al gran André – quiso corregir ella y él rio divertido con un tierno sentimiento recorriendo su alma al ver una mirada que creía reconocer, generando cierta incomodidad en su interior por permitirse aquellos sentimientos – jamás imagine que lo encontraría en este día tan especial – murmuro ella entre diente con una nervi
su asistente, busco el salón en el que realizaría la celebración con una sencilla decoración; tomo su teléfono y llamo a una organizadora de eventos – necesito que organices una celebración de quince años de una señorita en el salón del hotel Shalom – ordeno él caminando ha
camos a papá? – pregunto Chiara y Bela recordaba aquel dictamen médico que le hicieron pensar en esa posibilidad para no dejar sola a su hija, sin embargo, aún se sentía fuerte para continuar viendo de ella y se negó – ¿ex
Yanis se sorprendió con lo que escuchaba y se acercó aún más a la puerta abierta de la habitación – hija, pero nosotros agradecemos que llegaste a este mundo para ser parte de nuestras vidas – la voz del padre de la joven interrumpió a Tabatha – no papá, no lo entiendes y jamás lo entenderás – concluyo la joven sintiendo la presencia de su novio junto a ella y se despidió de sus padres
erente a la suya y la fecha que ella celebrara de su cumpleaños era la fecha en que había sido adoptada, la sorpresa y decepción nublaron la felicidad del joven, p
con algunos empleados de la aerolínea, la asistente le entrego su móvil – una señora Bela Ivanov Sokolov – el mundo de André se nublo por completo al escuchar ese nombre; una llamada que había esperado por muchos años había llegado por la necesidad de su rusa a acercar a su hija con su padre; en un movimiento rápido
de los investigadores al no contar con un número que rastrear, André se sentó con la mirada perdida en l