rviosism
res, iba a ser una audienci
sa manga corta de cuadros dejaban ver su buen estado físico aparte de sus tatuajes, tenía el cabello negro en un corte militar, sus ojos eran
metí las manos en los bolsill
tó una de sus cejas,
squez Beníte
Al ver el rostro de Lorena lo supe, esto no era normal. Un par de ojos negros me escanearon de pies a cabeza, luego volvió a leer las hojas que tenía en las manos, hizo lo mism
sta era sana, para esco
e daba instrucciones, se giró y alzó la mirada
utorizó e
egunté en voz baja cuando
tirar duro. Te confieso, no sé a quién de los dos le tengo más miedo. En general a todo su grupo más cercano de seguridad
ten
seis años. Me mantenía como una muñeca de por
redonda, a un costado quedaban unas escaleras de bambú que comunicaba con el balcón interno del segundo piso. Eché un vistazo, solo vi puertas, además de una tercera planta con otro balcón al interior
femenina siempre andaba ahí. -La reunión terminará diferente-. Toqué el bolsillo del pantalón para comprob
os que salían a la piscina o los del recinto, más quienes ingresaban. Nos ofrecieron bebidas, t
de preguntar-. Acostumbran a drogar a través de las bebid
or m
stó, sus manos las movía en todas las direcciones. Quedé cual champiñón, como una tonta al lado de las escaleras por un largo tiempo. No nací para este mundo, no er
Predominaba mucho los tonos cálidos y tierras, traté de entretenerme con la decoración, más no pude evitar el seguir incómoda. Sí soy sinc
Guille -hablaba de
lla volvió a mirarlo son
ia con los inversionistas, ojalá pase la prueba, así puedo ir como acompañante de alguno de los extranjeros pró
feo y no ha
atio que da a los parqueaderos, también tienes la
. Esto fue u
una leve sonrisa con la intención de no
así tenga que acostarme con todos los tipos
su representante. Sentí una leve presión en el corazón, e
seosas, cocteles y agua se les dio por ofrecerme. Poco a poco se fueron armando parejas, empezaron los momentos incómodos; besos, tocadas de nalgas, mordidas d
parqueaderos. Regresé a las escaleras; por el hueco debajo de las barandas crucé al otro lado, tomé el camino por donde entramos hace más de una hora. Las puertas fueron cerradas c
ayos estará Lorena?!-. La situación pasó de castaño a oscuro en fracción de segundos, las mujeres comenzaron a desvestirse al igual los hombres. ¡Dios! ¿Dónde m
piso, tomé la primera perilla, un ruido hizo detenerme. Las ventanas de la gran sala se cerraban por la parte de afuera, eran unas cortinas de acero. ¿Nos encerraban?
ustrada por la situación sin poder ingresar a ninguna, decidí subir las escaleras al tercero. Me asomé por el balcón interno; se veían a las personas bailando d
ro lado. La segunda era un baño envidiable, solté un silbido de admiración, ojalá mi baño fuera
acabara me vendrá a buscar. Ella debe saber cómo salir de estos lugares. Vi la puesta de sol... ¡Qué ironía!, era una linda tarde en una habitación de portada para una revista de vi
dicha orgía. -Me reí-. Así era la vida, siempre se tenía dos caminos; el del bien
a. La clave estaba en tomar decisiones y esperar a que sean las correctas. Dependen de tu criterio, crianza, valores y concepto de vid
haces
abeza afeitada, su forma de mirar me intimidó, er
ue... que y
es g
agradable y reaccioné. Él no debe ser nada bueno si e
da del balcón cruzando los brazos, reparaba mi cuerpo de arriba abaj
ha perdido
ozco que fue porque no pasé la prueba visual ante sus ojos. ¿Y qué? ¿Qué pasa si no le gusto? ¿Por qué debes gustar
r las preguntas,
de sus cejas, eso lo hizo ver más atractivo; era mu
hacer contigo lo que
nté con dicha escena al salir del refugio. Registré una película de porno a un grado inimaginable. Se revolvió mi estómago. El olor a sexo en abundancia, alcohol, droga y cigarrillos