n negocio tenga éxito. La mayoría de los altos cargos de la empresa de su padre tendrán que ser despedidos. Muchos de ellos son amigos de la familia. ¿Podría usted hacer eso? Su preparació
rán muchos más puestos de trabajo
gico. Todo lo que dicho durante las últimas semanas era lógico. El s
a mi respuesta?
antes
una cartera. Había venido bien preparado. Le había enseñado estadísticas, había expli
vistazo a su madre, que se había quedado dormida en
erte. Había que tomar decisiones, y su madre, el
lo peor. Su padre sentándola sobre sus rodillas cuando era una niña, saliendo a
lizaban por sus mejillas, pero no las retiraba. Le c
a, dándoles la noticia de que había habido un accidente de coche, de que los dos ocupantes habían muerto en el acto, sin tratar
ndo a otro coche y había chocado con un camión que venía en
amargura había ganado a cualquier dolor que hubi
ese día fuera, en compañía de la madre de Jeremy, que se había mostrado destrozada en el funeral, pero que en las últim
asa. Desde el accidente había estado viviend
ués de cuatro años de matrimonio. Había cuidado de los jardines, colocado flores de
ogar sin que hubiera amor, y el amor era
a, reanudo su esporádica labor de guardar la ropa de Jeremy en cajas que había sacado del át
jerseys, camisas. La daría tod
enamorada de Lorenzo. Se le hizo un nudo en la garganta. Claro que eso era o
dre, porque la señora Cicolla se había trasladado
minado cuando él había anunciado en su boda, no a e
a, con las manos en los bolsillos, sin mirarla, eli
de otro hombre en el dedo. Mer
uerdo era tan claro como si hubiera sucedido
para abrir. Abigail. Isobel sonrió, encantada. No ha
le una mirada comprensiva Subieron al piso de arriba y continuaron guardando la ropa mientras charlaban. La cotización de Abigail había mejorado increíblemente en sólo unos pocos años. Apare
eramente-. Parece haberse en
mprens
lir del jardín. Dice que ca
ijo nada dur
tú,
ró en guardar más prendas en las ca
mi mente -dij
Jere
l juez me lo dijo en privado. Le pedí que no reve
has odiado
para haberlos perdido. Después de todo, era el arma que pensaba utilizar contra ella si se le ocurría abandonarlo-. Por supuesto, lo odié al principio, pero no se puede odiar para siempre. Es demasiado cansado. Después de un tiempo, el instinto de autoconservación se impone, o si no se volvería uno loco -se encogió de hombros, y luego ambas bajaron
il, alzando las cejas-. ¿T
animand
como lo lla
se echó
yo somos simplemente buenos amig
rde e Isobel volvió a casa de su madre y se encontró a ést
aza de té-. David se ha ido, y apartarme de todo no va a cambiar eso. He pensado demas
k llamó para informar de que el comprador había llegado y pedirle qu