delante
o Abigail, la más carente de tacto pero la más íntima de sus amigos del colegio,
s de convertirte en médico! Y ya que estás en ello, ¿por qué no te arrojas debajo del autobús más próximo también?
ba a punto de comenzar otra vez. No era Abigail. No era su madre. Era la última persona en e
mitorio y cerrando la puerta tras
tico, su expresión
nte, haciéndola sentirse mareada. Él siempre había producido ese efecto sobr
enzo, sonriendo si pizca de diversión-. C
los labios con la lengua-. Pero debe
o allí, no en su habitación. No podía soportar el juego cruel que había estado ma
a-. Cuando me dijiste hace cinco meses lo que estabas p
n broma,
brazos y ella hizo
¿Por qué, m
ije q
ió, observó su espalda, la cabeza inclinada, y luchó para no rodearlo con sus brazos. Al poco tiempo, él se dio la vuelt
z, e Isobel se apresuró a contesta
de él en ese tono? ¡C
o es esa una de las razones por las que dejaste de verlo, incluso como amigo, después de que
miedo -dijo ella-,
observando su fuerte cuerpo, las atractivas facciones que habían hecho que las cabezas de todas las chicas se volvieran a su paso cuando llegó a
azonable en absoluto-. Estoy intentando descubrir si aquí hay algo que ignoro o si
tablecido en Inglaterra, escogiendo el sitio cuidadosamente para que su brillante hijo único pudiera acudir a uno de los mejores colegios privados del país. Había conseguido f
tizarle el respeto de todos. A los dieciséis, poseía un formidable intelecto que, según se murmuraba, superaba a algunos de los
Isobel, clavando los ojos en sus propias m
la lanzó una mirada nerviosa primero hac
que suban a ver
ismo que te estoy diciendo ah
eplicó Isobel, y Loren
-preguntó, deteniéndose frente
nte su decisión, e Isobel se dio cuenta de que sus palabras, pronunciadas espontáneamente, habían avivado esa sospecha. No podía permi
afrontar su mirada, y él le hizo le
hundirse en su pelo, de forma que ella se vio obligada a mirarlo-. Sól
a sonrisa, pero no hab
renz
é? ¿Tien
asarme con él -dijo, apoyando las palmas sobre el pecho de él y sintiendo su energía masculina que se traspasaba a ella
voz baja y ronca-. ¿Estabas co
¡
te a casa, y los fines de semanas estaba conmigo. Es difícil que
ra una pequeña concesión y er
más fuerza por el pelo-. No me hagas reír. Salias con él cuando tenías diecis
a -susurró ella, y la fu
Ahora tienes viente y hemos sido amantes durante un año. Jerem
s de Lorenzo rodeándola con sus fuertes brazos, explorando su
misma -murmuró ella,
corazón, oler la ruda dulzura de su piel. Desde que había sabido que iba a casarse con Jeremy, había evitado a Lorenzo Cicolla, porque su proximidad era lo q
siado rápidamente-. Lo conozco desde que éramos niños.
ez años, y eso no significa automáticamente que estuviéramos destinados el uno
oria nos
roso. Siempre ha corrido riesgos, riesgos estúpidos, y la única razón por la que siempre se s
e un t
signific
anto? -le preguntó ella con amargura-.