ada de sus fríos oj
la compañía de mi padre porque esa medida ha sido recomendada por el s
lizada. No quería tener nada que ver con él, pero la atracción que ejercía sobre ella, y que la había atrapado años atrás
eguntó Isobel, humedeciéndos
ar para mí -murmuró él-
hogada. Quería moverse per
izá no lo sea. O quizá
expresión de una depredador que ha capturado su
ecir? ¿De qué e
quello por lo que se pasó la vida trabajando se desvanecerá como el humo -respon
miró, pa
tro comprador -ins
ventana, con las manos en los bolsillos, y se volvió hacia ella-. He vuelto, Isobel, y esta vez soy yo qui
ganza? -preguntó ella. Había una
empló con
sea la única cosa que pueda satisfacerme. Voy a ponerte un anillo en el dedo y
NCA! ¡Es
er y apretar los dedos ento
pero firme, y sus ojos se clavaron en ell
a semejantes extremos, Lorenzo...
por dentro, y ahora que tengo la oportunidad de hacer
e casaré
describir lo que él sentía por ella. Isobel se daba cuenta de ello, y decidió con resolución que no podría revelarle su secreto
ue digo, Isobel, porque
ndes, Lorenzo Cicolla?
ermanecer sentada, pero no se dirigió hacia la puert
o, no tengo ni idea de cómo puedes resistirte a una proposición tan estupenda. Después de todo, podrás mantener tu posición; podrás s
ue habían compartido; su expresión no se suavizó. Si
orio tan deprisa que, antes de que ella se diera cuenta, estaba de pie
or los labios, que se le habían quedado secos. Nunca se casaría con él,
ó contener la traidora sensación de c
guntó él-. ¿No querrás decir que crea
ó. No había res
El día de la boda, un día soleado de primavera que más bien parecía de veran
ara alejarse de una situación que despreciaba, pero una parte de ella se dio cuenta de que se quedaría porque marcharse habría sid
amigos y parientes mientras
e ella, atormentando a su rival. Comentarios sarcástic
Éste siempre había sido aficionado a alardear de la riqueza de sus padres delante de Lo