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Historia

Capítulo 9 Tres ya es demasiado

Palabras:1580    |    Actualizado en: 23/12/2022

el paseo de su madre. Cuando íbamos a levantarnos, sonó el teléfo

Meyer -con

-se oyó al otro

Marie y gritó en holandés-:

teléfono, un modelo muy moderno tipo góndola beige, y no co

ije ya e

los? S

Cómo me ll

estabas en casa y entonces me han dado este número de teléfon

e clase de matemáticas -dije, mientras miraba a la

estarán solos en su casa? Estaría

ue ha salido un momento, porque le faltaba

e andes en casas ajenas, y menos solos. ¿Qué va a

. Aún no

comodas por estar tú allí en

rio -a ver cómo termino y

el teléfono en la mano y hablando español. Venia sudando, por lo que se quitó la ropa de correr allí mismo y la tiró sobre la lavad

dos días, estaba preocupada. ¿esta

ponen delante porque todo me gusta mucho -cont

to muy co

de la compra. Me dice que te mande un saludo -dije, mien

rte, pero pórtate bien.

esforzaré en agradar todo lo que pueda -co

mper el ritmo de la cla

Le he conseguido meter mis conocimientos matemáticos h

ámame mañana o pasado desde tu ca

, mamá -

s de él hubiese un agujero de gusano de años

nse que puede llegar tu padre.

aba. Nos vestimos y sacamos todo el embutido y el pan gris para la cena. Emma vino un poco después,

y porque tenía turno de noche en la estación y tenía que salir de todos modos. Me dejó en casa y se fue a tra

n baño rápido. Llevaba dos polvos encima, y con dos mujeres. Fui a mi cuarto, y vi que los hijos

a con bastante ro

cuarto. He sacado lo que tenías en los bolsillos y lo he dejado en tu mesilla, salvo esto -dijo, sujetando las braguitas de

er, déjeme

bien las matemáticas, jaja -dijo riéndose, dejando las

s usadas en mi mesilla para después y me fui a la cocina a darle una explicación. La en

ad, lo siento. Pensa

jama y continuó-, pero veo que te lo estás pasando bien con "esto", y a mí también m

ene se debió de alegrar, porque se

mbién le gusta que

pantalón y me agarró el pene con una mano, mientras se desabrochaba la fina bat

acerlo rápido que

pusieron duros y crecieron un montón, hasta casi un dedo gordo, y en la

metiendo la mano por el pantalón. Yo bajé la mano y se la metí por dentro de la braga y le em

oy acabando, ya casi no mancho,

punta, sin sangre. Lo envolvió en la servilleta y lo tiró al cubo de la basura. Luego se me acercó de nuevo y tomando mi mano, la acercó a su sexo. Le metí un par de dedo

como una moto y con un pito joven como este cerc

a bata, se puso de espaldas contra la mesa de la cocina y m

yo de una buena verga dentro

s minutos se corrió con grandes gemidos. Yo llegué entonces también y le puse el coño lleno de l

al suelo. Yo tenía restos rosados alrededor del pene. Luego ella

olvo rápido y salvaje. Me ha enca

Señora Ada, me

nte me tumbe boca arriba, me llevé las braguitas de Marie a la nariz y, oliéndolas, pensé cómo iba a ser mi vida cuando volviese a casa día

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