el paseo de su madre. Cuando íbamos a levantarnos, sonó el teléfo
Meyer -con
-se oyó al otro
Marie y gritó en holandés-:
teléfono, un modelo muy moderno tipo góndola beige, y no co
ije ya e
los? S
Cómo me ll
estabas en casa y entonces me han dado este número de teléfon
e clase de matemáticas -dije, mientras miraba a la
estarán solos en su casa? Estaría
ue ha salido un momento, porque le faltaba
e andes en casas ajenas, y menos solos. ¿Qué va a
. Aún no
comodas por estar tú allí en
rio -a ver cómo termino y
el teléfono en la mano y hablando español. Venia sudando, por lo que se quitó la ropa de correr allí mismo y la tiró sobre la lavad
dos días, estaba preocupada. ¿esta
ponen delante porque todo me gusta mucho -cont
to muy co
de la compra. Me dice que te mande un saludo -dije, mien
rte, pero pórtate bien.
esforzaré en agradar todo lo que pueda -co
mper el ritmo de la cla
Le he conseguido meter mis conocimientos matemáticos h
ámame mañana o pasado desde tu ca
, mamá -
s de él hubiese un agujero de gusano de años
nse que puede llegar tu padre.
aba. Nos vestimos y sacamos todo el embutido y el pan gris para la cena. Emma vino un poco después,
y porque tenía turno de noche en la estación y tenía que salir de todos modos. Me dejó en casa y se fue a tra
n baño rápido. Llevaba dos polvos encima, y con dos mujeres. Fui a mi cuarto, y vi que los hijos
a con bastante ro
cuarto. He sacado lo que tenías en los bolsillos y lo he dejado en tu mesilla, salvo esto -dijo, sujetando las braguitas de
er, déjeme
bien las matemáticas, jaja -dijo riéndose, dejando las
s usadas en mi mesilla para después y me fui a la cocina a darle una explicación. La en
ad, lo siento. Pensa
jama y continuó-, pero veo que te lo estás pasando bien con "esto", y a mí también m
ene se debió de alegrar, porque se
mbién le gusta que
pantalón y me agarró el pene con una mano, mientras se desabrochaba la fina bat
acerlo rápido que
pusieron duros y crecieron un montón, hasta casi un dedo gordo, y en la
metiendo la mano por el pantalón. Yo bajé la mano y se la metí por dentro de la braga y le em
oy acabando, ya casi no mancho,
punta, sin sangre. Lo envolvió en la servilleta y lo tiró al cubo de la basura. Luego se me acercó de nuevo y tomando mi mano, la acercó a su sexo. Le metí un par de dedo
como una moto y con un pito joven como este cerc
a bata, se puso de espaldas contra la mesa de la cocina y m
yo de una buena verga dentro
s minutos se corrió con grandes gemidos. Yo llegué entonces también y le puse el coño lleno de l
al suelo. Yo tenía restos rosados alrededor del pene. Luego ella
olvo rápido y salvaje. Me ha enca
Señora Ada, me
nte me tumbe boca arriba, me llevé las braguitas de Marie a la nariz y, oliéndolas, pensé cómo iba a ser mi vida cuando volviese a casa día