central de Las Vegas para hablar de los últimos avances hechos por cada uno. El edificio lucía como cualquier otro de es
mayoría eran mujeres sumisas y recatadas que, por uno y otro motivo, se enamoraron perdidamente del CEO de la empresa en la cual trabajaban y accedieron a ser sus parejas. Era una de las
a completament
el puesto de CEO en su empresa, lo llamaron para formar parte de la asociaci
sino porque, simplemente, le cost
se le trababa la leng
e la asociación, teniendo que soportar burlas e im
, no fue l
Richard? ¿Alguna coló o s
paso morir
si así dejás de ser delg
a, soportaba esos comentarios. Pe
una novia y será tan sumisa que tendrán alta
irada al CEO que consiguió conquistar -
aba. Pero, aprovechando que no lo miraba, le guiñó un ojo a una s
edosos y músculos ligeramente marcados sin exagerar. Era el prototipo perfecto para ser un CEO encuerado – Si y
Richard, señalándolo con el dedo – una vez
ya lo v
legas. Se subió a un avión y se dirigió a su empresa, una compañía situa
ando su comunicador, contactó a su secr
¿D
Recursos Humanos para sabe
que acabo de presentar mi renuncia. Pro
do, pero deseo que logres tus objetivos en l
gracias
eguntó si le daba una paga demasiado baja o no le agradaba la forma en que lideraba al personal. Aun así, lo tomó co
europeos. Una vez hecho esto, comenzó a explorar un portal de empleo, donde buscó currículos con fotos de aspirantes al puesto de secretar
ículos y transeúntes. Y entre toda esa masa de gente podría estar la sumisa de sus sueños, esperándolo a
ble, ser lo suficientemente pobre como para soñar con conseguir un príncipe que la salve de su situación. Debe querer mirarme solo a
a en las redes sociales, también quería usar el método antiguo para que fuera más rápido. Así, con un poco de suerte, podría al fin tener
................
rd cuando estaban en la reunión. En ese momento, estaba en la oficina de su propia empresa, recibiendo
ció ya que Roberto le ofreció el puesto de Auxiliar Administrativa en su empresa. Y co
cidí trabajar para su em
ez – le dijo Roberto, mostrándole una sonrisa sedu
y las movía hacia el centro, resaltando aun más sus enormes pechos – quiero un lugar donde pueda
d, Gutiérrez. ¿O por qué
ámam
cele
un tirón, la acostó sobre la mesa del escritorio. Ella le sacó la corbat
e dijo Roberto, mientras proce
toque mágico, señor – le dijo Ade
ámam
í,
ndo una buena vista de aquel orificio que lo incitaba a penetrarlo. Pero
e un tirón sus sostenes, exhibiendo aquel par de melones que se endurecieron por la excitación. Los apretó, causándola
pervertida. Tal
aida, entre jadeos – llévame adonde
recto para insertarlo en la vagina de la mujer de una estocada. A
s y Roberto aplicó su fuerza tras las embestidas, ha
! ¡Oh
mosa!
coito, el semen se esparció por el esc
y volvieron a su comportamiento habitual de prof
cosas de usted,
oportunidad, señor Pérez.
trechón de manos y retornaro