puerta en su convertible negro; antes de atravesar las puertas de la escuela, ella respiraba profundo intentand
os negros le hacían vibrar el alma al encontrarse con sus maravillosos ojos azules – mi hermosa flor – la voz de su hermano alborotó sus juveniles hormonas – ¿vamos al parque? – inquirió ella envolviéndolo en sus brazos, mientras él acariciaba la cabeza de su hermana con ternura – no podemos tardar, porque papá nos espera y no quiero que tenga prob
detuvo el auto frente a las canchas de básquet, ella corrió a la bodega por el balón y Hans se liberaba del saco poniéndolo junto a la corbata, ella tragó grueso al ver los pectorales que le llena
batar el balón que muchas veces ella permitía para luchar frente a frente con él por recuperarlo; sin embargo, esos ojos de gata color miel con la inocente y pura mirada de su hermana de sólo Catorce años, le hacía darse p
ermandad, mientras Evi se esforzaba en recordar a su infantil primer amor, lo culpaba por haberse alejado sin una razón válida y culpaba a su edad por ese prohibido sentimiento que había crecido por su hermano desde hacía un año; se repro
entimiento aumentara en su pecho, creciendo así un espeluznante sentimiento de culpa - ¿Por qué siempre tienen que tardar? – la voz de Anwen en la puerta con los brazos cruzados en su pecho los despertó de sus pesadilla
cercarse a Dios evitando al máximo que alguien lo descubriera; Leopold levantó la mirada a su hija con una sutil sonrisa de orgullo, Hans inclino la mirada imaginando a su hermana con la vocación religiosa que
mpotencia, reclamándole a Dios esa dura carga que había puesto en ella, intentaba enfocar esos sentimientos en su infantil amor, cerraba los ojos queriendo buscar en sus recuerdos a ese pequeño héroe que desapareció de su vida y del que no se atrevió a preguntar nunca, pero la imagen de Hans en cada paso de su vida aparecía fugaz haciendo q
opold con extrañeza y la mirada de ella se posó sobre su hermano junto a ella – no papá – respondió ella inclinando la mirada - sólo que... creo que necesito un cambio – concluyo Evi levantándose de la mesa hacia su habitación - ¿paso algo? – inquirió el hombre mirando a su hijo, a
no en su pecho, Hans la miró por el rabillo del ojo preocupado, ella jamás le había ocultado nada – no es correcto lo que estoy sintiendo, entonces sólo necesito este cambio, quizás me ayude – explico Evi, él tragó en seco con su corazó
que algo bueno está por venir – saludó Gunther al ver al joven esperándolo en su oficina – padre – saludo Hans al hombre con su larga sotana y éste lo envolvió en un cálido abrazo que Hans se negó a liberar - ¿pasa algo? – preguntó el sacerdote sintiendo la preocupación en el hijo de su a
añarse a sí mismo y Hans meneo la cabeza, las lágrimas acumuladas en los ojos del joven no tardaron en correr – ella sólo era mi hermanita – susurró él sentándose unos segundos frente al sacerdote – o eso creía yo, pero no es así, es una maravillosa niña, que se está convirtiend
o estas entendiendo que el problema soy yo? – gritó él, levantó la silla que había caído y se sentó de nuevo – porque no formalizas una relación, quizás eso te ayude a aclarar los sentimientos – sugirió el sacerdote, Hans suspiro levantando sus cejas – tengo chicas... en la universidad – respondió Hans titubeante ante la confesión de su otro pecado, acomodó su largo cabello tras sus orejas sonrojándose – cuando estoy con ellas, algunas veces imagino a Evi – susurró Hans avergonzado, Gunther cerró los ojos con frustración y negó con la cabeza – lo importante es que eres consciente del problema, ahora tenemos que buscar una solución – sugirió el sa
formal" – las palabras de aquel consejero espiritual aparecieron en su mente y al terminar su jornada académica, antes de regresar
spontánea él la tomó de la mano para evitar que se alejara – no es eso, es que... creo que ya deberías estar durmiendo – quiso aclarar él, Evi sentía la calidez de la mano de Hans y levantó la mirada a su hermano – ¿me acompañas a dormir? – pidió ella en un tierno susurro, él tragó en seco dispuesto a negarse; en pocas ocasiones cuando era muy pequeña, le pedía que la acompañara cuando sus padres estaban de viaje – creo que estas grande para eso – la voz de Anwen pasando a la cocina los sorprendió
e disculpó Hans, Evi levantó sus hombros, mientras él quiso salir de la habitación, seguro que empezar a tomar distancia era lo mejor para él y la salvación de su alma – acompáñame – susurró ella con la voz melancólica, é