a
acercó para ayudarme con ella, voltee a ver al hombre que bajaba del auto con un traje azul marino sin corbata y lentes de sol, con su andar prepotente y esa segur
que recibí en respuesta, pasó por mi lado subiendo al jet y sin
do pasaba por su garganta, y no me bastó sólo verlo hasta ahí sino que mis ojos bajaron hasta su pecho, abdomen y... desvié mi mirada hacia un lado, mis mejillas se sonrojaron por lo atrevida que estaba siendo. Cuando me atreví a levantar la mirada y volver a hacer el r
me quedé viendo la ventana, el jet no tardó en despegar y las siguientes horas fueron la mas tortuosas de mi vida. Si bien él se centró en trabajar desde su iPad, de vez en vez me lo enc
recepción para que me dieran la lleve de mi habitación. El señor McConne
jeron que no habían ha
isponibles? Hice reservación hac
e registró la reservación y por el mo
me una solución cuando era evidente que el error había sido de ellos. Ahora mi
tarjeta al señor McConnell, quien me miraba con el
-preguntó a la
ice días antes de venir, no me dan soluciones c
un ademán para
extra, puede quedarse ahí -dijo
ias,
us puertas, señaló el interior para que pasara primero. A parte de estar
a a primera hora marcharemos al Capitolio
acceso al balcón que daba una hermosa vista a la ciudad. Dejé la maleta de lado, me deshice de
razón de su indiferencia y del por qué estaba huyendo de mi, hace un mes quise ir a visitarlo a Londres pero no quiso alegando que estaba muy ocupado y que no tendría tiempo para mi. Me dolió un poco pero acepté tratando de convencerme a mi misma que estaba bien y que tenía razó
, me levanté de la cama apresurándome al baño, tenía que