que se desvanece toda esperanza de la faz de la tierra. La lu
ginado, esa fragancia no era de un perfume, pareciera que ese olor salía por cada uno de los poros de su piel y esta es pálida como la luz infinita de la luna que alumbraba aquella noche magníf
enta de que el bosque tenía un aroma tan peculiar, se podía oler la tierra húmeda, los pinos y hasta algunas de las flores silvestres; ell
hasta la cintura. Lo traía suelto y solo con un listón blanco adornándolo, parecía que danzaba con el aire y se observaban minúsculas gotas de sereno, sus ojos son violetas
de una planta a un río caudaloso, el agua moviéndose, incluyendo a los animales nocturnos como búhos, pájaros y demás todos los sonidos de la naturaleza, que deleitan al oído de las personas) sus labios delgados de color carmín entonaban una canción inaudible; cuando ella par
to, ondulado y sedoso; simplemente un poco despeinado. Sus ojos eran grises con azul, no se podían comparar ni siquiera con los ojos de un hermoso ángel; al verlos te subía al cielo y te bajaba a la tierra en cuestión de un instante. Los labios eran carnosos y de un rosa pálido, su cuerpo era me
enamorada y en un estado de hipnosis, tan prolongad
un poco más oscura. Se produjo un choque de cuerpos tan estruendoso que se logró escuchar a una distancia de cuarenta kilómetros a la redonda, pareció un gran trueno en medio de una tormenta y con ello se dio inicio a una lucha que daba el aspecto de que ambos iban a acabar muer
ción en sus hermosos labios escarlata, después se mordió el labio inferior ligeramente y miró a
etamente invisibles, uno al lado del otro para atacar a esa persona que tanto despreciaban, al llegar en donde estaba ese individuo, se dieron cuenta de que no venía solo, ¡estaba acompañado! Por cient
enemigo de ambos; a esas criaturas se les llaman en el pueblo los Die Mörder. Nunca Milena y Dylan h
enzó la
os eran más poderosos que los numerosos atacantes