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Chapter 4 DE LO QUE ENCONTRó DIK CUANDO MENOS LO ESPERABA

Word Count: 2116    |    Released on: 06/12/2017

ejo de la luz. Mucho debía interesarle, puesto que inmóvil, atento, reconcentraba en ella toda s

ando su gabán de montero, se vistió el traje de seda y oro que su hermano había dejado abandonado sobre su lecho de paja. Cuando estuvo completamente vestido, se ci?ó la espada, y apareció un caballero gentil, si bien atezado, de manos memb

sobrevesta se veía un jubón de manga estrecha ci?endo los brazos, y un pantalón de seda encarnado aparecía en la extremidad de las piernas, ce?idas en su pri

ido á veces por el chirrido de alguna carreta que acompa?aba algún hombre con paso lento y forzado, ó por los pasos acompasados de alguna ronda de archeros. Los archeros

rrumpir de nuevo el silencio; era una voz dulce, simpática, melancólica; canta

res tan hermosa como las aldeas de mi país; no

a niebla; las caba?as de mi país se recortan sob

ombrío como un cementerio; mi

oronada! tú no eres tan hermos

sus últimas vibraciones. Hacía algún tiempo que h

una llevaba un lío en la mano, y era joven; la otra una lámpara de hierro, y era vieja. La vieja cerró; la joven se deslizó por la sol

uera del subterráneo, y e

s de distancia, y el leve rumor de los pasos de la muje

an James, sin duda reparó en que la seguían, puesto que se detuvo á la entrada de

guntó la ni?a con

rabajosamente Dik, mientras su sangre circulab

y Ricardo la sintió asida de su cuello, sintió los latidos de

ik!

abeza sobre el pecho del joven,

cemente; no es en mis brazos donde d

contestó la joven llora

deci

stoy c

arnos una ronda. Necesitamos hablar despacio, y es preciso que me cond

io de lad

n extra?eza Dik: ?qué tiene

ra el baile que da esta noche Juan-

bie

be, porque es buena, y la he contado mis penas. E

l primer movimiento de entrambos fué mirarse, sin pensar en inquirir la causa de aquel resplandor: la joven era hermosísima, y en sus ojos, gran

on tristeza Ketti,

cio, d

dos trompeteros y un heraldo á caballo. Dik y Ketti se ocultaron en el dintel de una casa, y obse

e el nombrado Dik, montero contra los edictos en los cotos reales de Dinden-Wood, acusado de desacato á su gracia el rey, ha burlado la persecución de los archeros y se

za de un montero está harto pagada

da, sin sospechar que asía del brazo

s archeros se apartaron con respeto al ver el rico atavío de

umpida un momento por aquel incidente.

asaba con otros, y cuya voz era igual en un todo á la de J

una voz que hizo estremecer á Ketti

oz de Ad

por una estrecha y larga tra

on otra calle en

mos? preguntó

la se veía el reflejo de las luces de un zaguán; era la única casa en

al

eneros, con el blasón de su due?o al pecho, y agrupados alrededor de una gran chimenea, bebiendo, riendo y murmurando. Un esclavo etíope estaba á guisa de centinela apoyado en el din

de va m

armas, contestó Ketti, que se había

rmas, monteros y palafreneros, que se levantaron descubriéndose en se?al de respeto, y

ticos, subir una escalera, atravesar un largo y descubierto cor

sala de arm

inó y se alejó.

ficie de arneses, lorigas, espadas, hachas de armas y mazas de hierro, que componían las numerosas manoplas colgadas irregularmente entre los góticos calados de los muros; las ojivas recargadas de grandes florones, estaban confundidas en la

mo si despertase de un letargo; había oído pronunciar su nombre á una voz d

oyó que decía aquella voz: Ve por él, K

rminó aquella observación, á la

dijo una voz junto á Dik, al mismo t

dió al ver el semblante de Dik, que hasta entonces había

? Gracias á Dios que o

iab tartamudeó

stas palabras. Por lo que veo, sois un gran se?or, y lo

damente y llamó con la mano á la puerta, que se abrió como obedeciendo á un resorte. U

á ataviando para el festín de Whitehall, y es imposible verla. Luego a?adi

con Ketti la costurera: mi se?ora la

e haber dejado pasar á Dik, que se adelantó, cerró la puerta dejando plantado

grueso del muro, y se halló en un peque?o retre

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