img Los hermanos Plantagenet  /  Chapter 10 MEDIDAS PREVENTIVAS | 28.57%
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Chapter 10 MEDIDAS PREVENTIVAS

Word Count: 3315    |    Released on: 06/12/2017

n rey que tenía por cetro un hacha de armas y la corona ce?ida sobre un yelmo de guerra, temblaron, no atreviéndose á dar un pa

, pues? les p

no de ellos, para vuestra bu

á hacer justicia á

e?or, y el O

gesto Coraz

s hambr

yo á eso si no me indicáis

mprado todo el trigo para ponernos la ley y v

en los castillos de los nobles

n las armas en la mano. Vuestra gracia e

a vuelto de un largo cautiverio, pobre y desnudo como el hijo pródigo; de manera que os ha costado trabaj

ción popular, aplaudiendo de a

tros buscaremos un pedazo de pan para el rey; si el rey encuentra traidores, nosotros nos agruparemos en

evantóse del trono, arrojó el hacha de armas, y despojá

l rey, además, le hace libre de ellos por un a?o. Guardad vuestro pan y vuestro dinero para vuestros hijos; al rey le basta por traje su armadura de guerra, por alimento

del pueblo n

adió el rey frunc

vertido sang

iad al

spo cancil

á prisión y se p

presos esta noche porque rec

rán en l

; si lo hacéis as

dejando solo al rey

lo largo de la sala del Consejo. Todos los circunstantes callab

enden la Torre? preguntó Corazó

se?or, contes

capitanean á

co,

que aún no ha levantado los ojos del suelo, y más allá Sunders y Remi. ?Sabéis mis valientes capita

balbuce

ceme que estos valientes son los mismos buenos normandos á quienes dejé en guarda de la Torre; pero recuerdo también qu

o adelant

sos, se?or

spada-larga; milord guarda-sellos,

, contestó un homb

los calabozos donde

el hombre haciendo sonar un pesad

Larga, tomad cien archeros, é id á aseguraros de las personas del Obispo de Eli y del príncipe

a en un pergamino y le

rga tomó

a prender al gran justicie

edlo

íncipe Juan en esta cl

n moment

apela á la fuerza, sujetadle ?vive Dios! y encerradle. Cien hombre

ien archeros, y se

star en la Torre, y con suficiente escolta id con mi pendón á Cheapside,

ó el pendó

rland, seguidme

armas, junto a él a alguna distancia a la izquierda, el duque de Nortumberland; cerraban

abovedados donde están los calabozos, el llavero se detuv

r del muro, se levantó un hombre, pálido, casi

la hora? dijo

lamáis? pre

los ojos para evitar el resplandor de las antorchas que le deslumbr

sepultura, ó es vuestra sombra que viene a contemp

mbráis? insi

hemont, conte

mpo hace que

horas, días, ni a?os. Sólo recuerdo que fuí preso dos mese

os mandó

po de El

juz

resto ha sido negarme a reconocer por vue

gásteis vuestros

tán Smit

el rey volviénd

tó pálido co

espada al valiente y leal

obed

re y os hacemos nuestro primer escudero. Alzad. Vos,

ó Smitt arrastrándos

jo Ricardo

delantó cual si no oyese los

ante á la anterior. Slow, Kewin, Sunders y Remi, entregaron sus espadas á otros tantos capitanes adi

nte, y abrió la puerta

á aquí? pre

, contestó el llavero; s

a, y a

eteniéndose á la puert

son? dijo el rey viendo

ast, se?or, y un tabernero

alboroto. ?No tenéis nada

ín se arrojó á los pies de

vuestra gracia secretos que ta

revelarán e

iones,

al

archeros; el calabozo volvió á cerrarse, y Adam Wast

n mucho

ontestó el llavero a

un montón de paja; al ruido que hizo el rey golpeando con el

; ?han entrado los

mbráis? preg

se puso

, con

ué está

gre en el calabozo donde murió el conde de Salisbury. Así Dios me salve,

sois v

llavero de la To

rey os de

reguntó Stek

?qué rey puede ser más que su

á los pies del rey; la desesperación y

dió dirigiéndose al llavero, será bien que á tu vez seas guardado. Entre

ó las llaves, é inauguró su nuevo destino encerra

chimenea en que cabía una encina entera, mostraba aún ceniza y restos de troncos consumidos. En el centro de la cámara, había una pesada mesa de nogal, cubierta de polvo y pergaminos, y tras ella un enorme sillón recargado de entalladuras, teniendo por respaldo un gigante escudo heráldico con la divisa de los Plantagenet: un león rampante en campo de oro. Armas y arreos de guerra de todo género se presentaban por doquier á la vista, y llamaba asimismo la atención un colosal armario lleno de infolios manuscritos, que contenían la legislación inglesa, la normanda su

eón, sea su gusto por todo lo que era normando, hallamos por resultado que l

mesa estaba seco y en mal estado, su viejo tintero de hierro, en que el cincelador no había olvidado su real blasón; pergaminos en blanco y borroneados; infolios de cetrerí

ancia real, escepto Nortumberland que alumbrab

s manos sobre la empolvada mesa, como tomando pose

dres y ma?ana de Inglaterra. ?Ira de Dios! bien aprovechan el tiempo. Dos reyes para un trono ocupado; uno sostenido por el obispo canciller, otro por la r

ó tras una

esos bueno

itó Nortumberland,

entraron y se arro

camaradas, dijo el rey dul

! murmu

a luz en poder del canciller, yo estaba en lo más profundo de un calabozo aherroj

ros, se?or, dijeron

que pedir contra

o; nuestros enemigos so

mano, que podía interpretarse

w, ve á ver si encuentras por los rincones de la Torre alguno de los antiguos galopos de mi baja servidumbre. Que

ió como u

azón-de-León, ?recuerdas cómo se

, s

esos quinientos hombres de armas

a donde se habían detenido; ?se?or! los normandos no reconocen mientras vuestra gracia viva

Guido, no os olvidéis de mandar, se a

in murmurar ni pensar en quejarse del cas

ijo Guido; siempre s

; después traedme esos buenos muchachos á ese terraplén

y precedidos de un normando que les alumbraba, sal

or la posesión de Jerusalén. ?Ira de Dios! primo, debes estar cansado de sostener tanto tiemp

render un haz de le?a que arrojaba en él un pajecillo de la servidumbre real; otros tres pajes traían sobre bandejas de oro una

e-León sorprendido; ?á que

d del fluído eléctrico había circulado á alguna distancia la noticia de los veinticinco azotes

mpaciencia de Rica

e á los nobles en Whitehall, y ha mandado preparar la cena en e

los pajes desaparecieron, quedando o

ler el aroma de sus comilonas. ?El pueblo tiene razón! le sangran para engordar con su sangre; la alegría de esos miserables es la muerte de Inglaterra. Y bien: ya que hemos encontrado pan, tomémoslo; qu

, muy parca. Los pajes entraron y recogieron el bri

rey junto á

re el pr

hizo entrar al

ón y Robín qu

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