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Sara Poezyn es una chica tranquila, normal y estudiosa, no le importa para nada lo que piensan de ella mientras esté bien consigo misma. Él, Wade Dhall. Un arrogante y como siempre, lindo dueño de la mejor empresa de California y consorcios internacionales, pero tiene ciertos secretos y defectos que según él, lo convierten en un monstruo. -Aléjate de mí, yo no soy bueno para ti-su voz se escucha en un susurro mientras me acorrala en la esquina del bar. -Dame una razón para hacerlo-lo observo fijamente tratando de descifrar su mensaje y de repente sus ojos se tornan amarillos. Pero que mierda.
Pov Sara
Y aquí estoy.
A miles de kilómetros de Texas, sin amigos, sin muebles, sin mis cosas, la casa en la que estoy de pie, está vacía, sin nada, solo las paredes de color chocolate oscuro que le dan un toque melancólico.A pesar de ser una casa mansión se siente que debería ser usada por una familia numerosa no por dos personas que salieron del calvario que vivían.
Mi madre debe haber pedido algun préstamo porque los ahorros de su vida no sirven para semejante caserón, o algun conocido debió haberle dado algo a cambio de sus servicios. Observo mi alrededor sin entender ¿Por qué tan grande? ¿Por qué aquí en California?
Este será el comienzo de una nueva vida.
-Sara, llegaron los camiones, puedes desempacar tus cosas-me dedica una sonrisa melancólica mientras la observo como lleva el labial corrido.
-Okey madre, desepacaré, tu solo dedicate a lo tuyo-baja la cabeza y da un largo suspiro, en ese momento paso por su lado, pero antes de que llegue a la puerta me retiene agarrandome el brazo derecho con cierta sutileza, miro la puerta con cautela antes de que diga algo.
-Sé que te preguntas ¿Por qué estás aquí?¿Cómo conseguí esto? La respuesta es simple corazón-me da vuelta y quedamos cara a cara-He conseguido esto gracias a un viejo amigo, él la estaba ofertando y como nosotras necesitabamos salir de aquel lugar y lo sabes-mete un mechón de cabello detrás de mi oreja-No nos podiamos quedar más ahí, por él, por tu padre-baja la mirada y una lágrima rueda por su mejilla.
Nunca me a gustado ver a mi madre llorar, nunca-¡Hey! Verás que él aquí no nos encontrará-le doy una sonrisa tranquilizadora y sus brazos se enrollan en mi cintura.
Vaya eso no lo ví venir.
Empiezo a reír y la separo un poco de mí, con cuidado limpio sus lágrimas-Venga, bajemos las cosas-nos encaminamos a el camión y bajamos cajetas grandes, pequeñas y le pedimos ayuda a los camioneros para bajar los muebles pesados.
-Póngalo ahí-señala mamá en una esquina de la sala-Se verá perfecto verdad, Sara-ruedo los ojos divertida, sonrío y asiento. Me recuesto de una pared y solo me queda observar como mamá le da el pago a los trabajadores, rápidamente estos salen y desde adentro solo se escucha como se alejan lentamente por la carretera.
Mi estómago ruge y mi madre se percata de ello, sonríe-¿Qué tengo en la cara para que te burles de mí?-hablo seria, pero hasta yo en mi interior muero de risa por mi tono de voz.
-Ya que tu tienes hambre y yo tengo hambre, estrenaremos la cocina-da pequeños saltitos.
El fuerte de mamá siempre a estado en la cocina por lo que no me impresionaria si aquí se vuelve chef-Vamos mamá, pero antes, ¿puedes decirme donde está el equipo de sonido de esta inmensa mansión?
Rasca su cabeza -Se me olvido... Llamaré a Wade, esperá aquí-señala el lugar.
-¿Dónde más Elizabeth? -niego divertida.
-No me tardo-sale disparada del lugar.
-Madre ¿te ayudo?-grito lo más fuerte que puedo y es cuando la escucho bajar hablando por su móvil-Sí... O es que lo había olvidado... No, no te preocupes... Está bien, nos vemos luego... Adiós-una mirada juguetona se cruza por sus ojos y sonríe en gran manera.
-¿Desde cuándo te crees adolecente? -niego -ven vayamos a la cocina, muero de hambre-recuerdo el nombre del tal susodicho y mi curiosidad comienza-Mamá ¿quién es ese conocido tuyo, Wade?-cuestiono.
-Es el que me regaló esta hermosura de mansión-da una media vuelta y llegamos a la famosa cocina-Cierra la boca Sara, se te entrarán moscas-achico mis ojos. A veces pienso en que si de verdad es mi mamá, se parece más a una mejor amiga o hermana.
Ojos azul profundo grandes, cuerpo perfecto tanto que diría que tiene como veintiocho años cuando en realidad tiene cuarenta y seis, cabello chocolate claro y sus curvas. Me asiento en uno de los taburetes de la cocina, veo a mi Elizabeth conectar su móvil en un dispositivo USB al lado del botón de encendido y la cocina se llena de un ambiente claramente divertido.
-Oye madre ¿puedo ayudar?-me levanto, pero voltea y me mira seria.
-No, no puedes, la última vez que me ayudaste quemé la pasta por estar jugando, ahora si me disculpas no quiero hechar a perder el almuerzo. Y por cierto, ponte algo bonito porque hoy viene Wade, cenará con nosotras- como si me importara vestime bien para un viejo verde forrado en dinero-Sé lo que estás pensando, pero no, no es viejo, es sexy y guapo y apuesto y...
-¿Será mi nuevo padre?-Pregunto divertida.
Niega-Es muy tipo adolescente adulto grande, apenas tiene veinticuatro-muy nuevo, eh.
-Bueno si tanto te interesa esa cena, iré a desempacar y vestirme como tal- asiente y sigue con el almuerzo.
Salgo de ahí y me aproximo a subir, camino hasta el fondo del pasillo y tiro de la manija para entrar en mi hermoso dormitorio.
Es azul oscuro, amplio, con un ligero toque de elegancia. Desgraciadamente solo tengo mis cajetas y tengo que desempacar, no tengo cama, tampoco un armario o una peinadora; de nuestra antigüa casucha solo pudimos sacar los muebles de la sala, cosas de cocina, cuadros, bueno en realidad casi todo, solo faltaron algunas cosas electrónicas y nuestras cosas grandes. Teniamos que salir antes de que él llegara y la golpeara hasta cansarse porque no le fue bien en su trabajo, ya no lo toleraba más, quería asesinarlo y gracias a eso y a los innumerables golpes que recibió mi madre, planeamos una escapatoria con anterioridad y aquí estamos, lejos de él.
Olvidando todos los recuerdos negativos, busco entre las cajetas algun vestido corto y lindo con un ligero toque de sensualidad; si mi mamá dice que me arregle es por algo, aunque aún pienso que es un adulto con cara de viejo forrado en dinero. Busco y busco hasta que doy con uno negro con cinco dedos más arriba de la rodilla, no es tan sensualidad de arriba, pero tampoco tan anciana y en el centro lleva un hermoso cinturón de pedrería.
Esto debería estar bien para mi madre. Salgo de mi bellísimo cuarto y tras de mi cierro la puerta negra, llevo el vestido colgando atrás de mi camisa, corro por el pasillo hasta las escaleras y bajo de dos en dos los escalones.
Aspiro fuerte y mi estómago ruge nuevamente ante tan delicioso aroma. Corro lo rápido que mis piernas me hacen correr y entro de golpe a la cocina haciendo que Elizabeth se asuste y lleve una mano a su corazón.
-Lo siento, Elizabeth-aspiro nuevamente -Eso huele delicioso y mi estómago está más pegado que las veces que teníamos que esperar a las doce un veinticuatro de diciembre-digo agitada y emocionada por comer algo.
-Si, sabía que tenías hambre por el amor a Dios, pero no tenías que entrar así, me asustaste pendejita-camina hacia a mí y toca mi nariz en una pequeña caricia con su dedo índice.
-Bueno Elizabeth, sirve la comida que tu hija tiene hambre-mando con voz autoritaria.
-Lo que usted diga hija gruñona, aunque yo debería ser la que está en esa posición y tú en esta-entorna sus ojos y camina hacia la alacena.
-Nada de eso, sabes que si lo hago, todo sería un desastre-la señalo con mi dedo.
Coloca un plato de pasta frente a mí y con ansias empiezo a deborar mi comida. Ella me mira con nostalgia y preocupación; limpio mis manos con mi pantalón y tomo las suyas entre las mías; rápidamente cambia su aspecto y se hace a un lado para comer tranquila.
-Y Elizabeth, dígame como fue que conoció a ese tal Wade para darle las gracias por esto-señalo a mi alrededor.
-Pues, ya sabes-agacha la mirada y en acto seguido me vuelve a mirar.
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