/0/15578/coverbig.jpg?v=225f003daf61ef96489b0f38a5dc56f4)
Ethan Bennett es un CEO arrogante y exitoso de una corporación multimillonaria. Tras un accidente automovilístico causado por el agotamiento y el estrés, se ve obligado a pasar varios meses en un centro de rehabilitación en un pequeño pueblo. Allí, conoce a Lily, una fisioterapeuta amable, pero reservada, que perdió a su esposo en un accidente causado por decisiones empresariales irresponsables. Al principio, Lily desconfía de Ethan, pero a medida que su relación profesional avanza, descubre que el hombre frío y distante tiene una vulnerabilidad inesperada. Mientras Ethan lucha por superar su dolor físico y emocional, Lily también lucha por sanar las heridas de su corazón, y entre ambos comienza a florecer un amor inesperado que desafía sus pasados.
El sol se alzaba lentamente sobre las montañas, tiñendo de naranja las cumbres y arrojando una luz suave sobre el centro de rehabilitación. Ethan Bennett observaba el paisaje a través de la ventana del automóvil, su rostro impasible mientras el coche avanzaba lentamente por el camino empedrado. Las fachadas rústicas de las casas del pueblo se deslizaban en su campo de visión, pero nada en aquel escenario le parecía atractivo. **¿Qué hacía él aquí?**
A sus 34 años, Ethan lo tenía todo. Era el CEO de Bennett Enterprises, una de las compañías más poderosas del país. Su vida estaba regida por una rutina inquebrantable: reuniones, negociaciones, viajes de negocios. No había espacio para el descanso, la tranquilidad o, mucho menos, para la vulnerabilidad. Y, sin embargo, ahí estaba, atrapado en este lugar apartado del bullicio de la ciudad. Un accidente de tráfico lo había llevado a la sala de urgencias, y ahora, obligado por sus médicos y, peor aún, por su madre, se encontraba en un centro de rehabilitación aislado, con la esperanza de que su cuerpo y su mente pudieran sanar.
A Ethan le molestaba estar allí. **¿Cómo podía perder tiempo en un lugar como este?** La fisioterapia sería solo un trámite, pensaba. En cuanto se sintiera mejor, volvería al trabajo. Había sido un hombre fuerte y exitoso toda su vida, y no pensaba dejar que un par de semanas en un centro rural lo cambiaran.
El coche se detuvo frente a una elegante construcción de piedra, antigua, pero bien cuidada. El edificio estaba rodeado de jardines bien arreglados, y el aire fresco de las montañas le dio la bienvenida al llegar. Su mirada recorrió el lugar con desaprobación. **Esto no era un hotel de lujo. Esto era un centro de rehabilitación.**
Cuando bajó del coche, la pierna derecha le dolió más de lo que esperaba. Aún arrastraba una cojera sutil debido al accidente, pero su orgullo no le permitiría mostrar debilidad. Caminó con paso firme, pero sus músculos tensos y doloridos le recordaban que no podía seguir ignorando su condición. **Esto sería más difícil de lo que había pensado.**
Al entrar, fue recibido por una enfermera de cabello recogido, de mirada amable pero distante. La mujer le entregó una carpeta con información básica y lo acompañó hasta la recepción.
-Señor Bennett, le asignaremos un fisioterapeuta que estará a cargo de su recuperación. La señorita Hayes es muy buena en lo que hace -dijo la enfermera, con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora, pero a la que Ethan apenas prestó atención.
-Perfecto -respondió él, tomando la carpeta con indiferencia. Su mente ya estaba lejos de allí. Se veía a sí mismo de vuelta en la ciudad en poco tiempo, manejando los asuntos de la empresa con la misma rapidez y eficiencia con la que siempre lo había hecho.
-La señorita Hayes estará esperándolo en su habitación -añadió la enfermera, mientras señalaba el pasillo.
El centro estaba rodeado de naturaleza, en un entorno alejado de todo lo que Ethan conocía: edificios altos, coches, la vida urbana. Todo aquí parecía ir al ritmo del viento y el murmullo de los árboles. Mientras caminaba por el pasillo del centro, las paredes de piedra y los cuadros de paisajes en las paredes le daban una sensación de calma que no estaba dispuesto a aceptar. **No necesitaba paz. Necesitaba recuperar su vida.**
Cuando llegó a su habitación, la puerta se cerró tras él con un suave crujido. Miró alrededor: una habitación sencilla, con una cama de tamaño queen, una pequeña mesa de noche y una ventana que dejaba entrar la luz del sol de la mañana. No era su suite de lujo, pero al menos el lugar era limpio y ordenado.
Se sentó en la cama, quitándose los zapatos cuidadosamente, y dejó caer su cuerpo contra el respaldo. Sus pensamientos giraban en torno a su empresa, a las decisiones que debía tomar para no perder el control de todo lo que había logrado. **Esto solo sería un paréntesis temporal.**
A lo lejos, escuchó el ruido de los pasos acercándose. Sabía que su fisioterapeuta había llegado. **¿Cómo sería ella?** Pensó que, quizás, sería otra mujer mayor, con cara de compasiva, que no tendría más que palabras vacías para ofrecerle. Pero cuando la puerta se abrió, lo que encontró fue algo completamente diferente.
Una mujer joven, de cabello castaño recogido en una coleta sencilla, entró con paso firme. Su uniforme de fisioterapeuta era sencillo, pero su postura erguida y su mirada confiada mostraban que no era una persona que se dejara intimidar fácilmente.
-Buenos días, soy Lily Hayes -dijo con una sonrisa profesional, pero que no alcanzaba a ser cálida. Su voz era firme, clara, casi desafiante-. Seré su fisioterapeuta durante las próximas semanas. ¿Está listo para empezar?
Ethan la observó con una ceja levantada. Era evidente que ella no lo reconocía, y eso le produjo una extraña sensación de incomodidad. Era joven, casi demasiado joven para ser responsable de su recuperación, pensó.
-Claro. Solo dígame qué tengo que hacer -respondió él, intentando sonar neutral, aunque la irritación comenzó a asomar en su tono. No tenía tiempo para esto, pero en fin, se veía obligado a seguir las indicaciones.
Lily lo miró fijamente, sin inmutarse ante su actitud. En lugar de ceder al desafío implícito en sus palabras, ella asintió y comenzó a preparar las herramientas para la sesión. Lo hizo con calma, con una destreza que solo los profesionales eran capaces de mostrar, y sin perder la compostura ante la clara hostilidad de Ethan.
-Vamos a empezar con algo sencillo. Necesito que se acueste sobre la camilla. Hoy vamos a trabajar en la movilidad de su pierna. -Su tono era profesional, casi distante, como si estuviera tratando con cualquier otro paciente.
Ethan, acostumbrado a que todos le mostraran respeto inmediato, se sintió molesto. **¿Quién se creía esta mujer?** Pero decidió seguir el juego por el momento. Se acostó en la camilla y, aunque intentó relajarse, no pudo evitar tensarse cada vez que ella tocaba su pierna, como si su cuerpo se rebelara contra la idea de ser tan vulnerable.
-¿Sabía que no soy el tipo de persona que se quedaría aquí más de lo necesario? -preguntó Ethan, rompiendo el silencio. Su tono no era una pregunta, sino una afirmación, como si quisiera imponer una advertencia.
Lily, que estaba ajustando con delicadeza el ángulo de su pierna, no levantó la vista. Sus manos movían los músculos con precisión, sin apresurarse ni mostrar signos de incomodidad.
-Lo imagino. Pero aquí, el tiempo y el proceso no dependen de lo que usted quiera. Dependen de lo que su cuerpo y su mente necesitan. Y eso... señor Bennett, no se puede apresurar.
Ethan la observó en silencio por un momento. Nadie le hablaba de esa manera. La mayoría de las personas se habrían arrugado ante su mirada desafiante, pero Lily simplemente continuó con su trabajo, ajena a su irritación. Eso lo desconcertaba, más que cualquier otra cosa.
Él se quedó en silencio, reflexionando sobre sus palabras. No estaba acostumbrado a que lo desafiara de esa manera, y mucho menos a que alguien con tan poca relevancia en su vida tuviera tanto control sobre su actitud. **Esto no iba a ser fácil.
Un CEO implacable y exitoso descubre, ya en la cúspide de su poder, que tiene un hijo adolescente fruto de un amor que creyó perdido para siempre. Pero lejos de buscar la reconciliación o el afecto, el joven llega con un propósito oculto: destruir a su padre y arrebatarle todo lo que ha construido. En medio de un mundo de traiciones, secretos familiares y luchas internas, el hijo se convierte en la pieza clave de un juego de poder donde nada es lo que parece. La familia, la prensa y los enemigos del CEO se vuelven actores de un drama en el que el heredero buscará vengar el abandono y derribar al hombre que lo olvidó.
Isabela Duarte es una joven secretaria eficiente, inteligente y de origen humilde que comienza a trabajar en una de las empresas más poderosas del país: Arsenault Enterprises. Lo que no esperaba era que su jefe directo fuera el enigmático y temido CEO, Gabriel Arsenault, un hombre casado, con fama de frío, implacable en los negocios... pero también irresistible. Lo que empieza como una relación estrictamente profesional pronto se convierte en una conexión peligrosa. Gabriel se siente atraído por la fuerza, la sinceridad y la frescura de Isabela, mientras ella lucha contra el deseo de no cruzar una línea que podría destruir su vida y reputación. Pero lo prohibido, a veces, es inevitable. A medida que la pasión entre ellos crece, también lo hacen los secretos, las amenazas, los celos y las decisiones difíciles. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar por un amor que no debería existir?
Cuando Elías pierde el oído en un accidente, no solo se queda sin escuchar, sino que también pierde la única identidad que creía tener: la de un virtuoso del violín. Sin música, su mundo colapsa. Se aísla, se hunde en la frustración y en una furia muda contra un destino que no eligió. Pero en medio del vacío aparece Abril, una bailarina sorda que nunca ha oído una sola nota, pero que vive la música a través del cuerpo, del movimiento y de las emociones. Con ella, Elías descubrirá que el silencio puede tener ritmo, que la belleza no siempre entra por los oídos y que tal vez, solo tal vez, aún hay algo dentro de él que merece ser escuchado. Una historia sobre el dolor de perder lo que nos define, y la valentía de reinventarse cuando todo parece perdido.
Luciano Valente, CEO perfeccionista de un imperio hotelero, descubre que su secretaria ideal es en realidad una impostora con un pasado criminal. En lugar de despedirla, le propone un trato: fingir ser su prometida para cerrar una fusión empresarial. Lo que comienza como una farsa estratégica se transforma en un juego peligroso de deseos y verdades ocultas. Él teme enamorarse de alguien que no existe. Ella teme que, al fin, alguien vea quién es de verdad. Porque a veces, la mentira perfecta... esconde el amor más real.
Adrián Montes no pierde. CEO despiadado, playboy multimillonario y maestro de las reglas no escritas del poder, acaba de hacer una apuesta imprudente con sus socios: seducir a su nueva secretaria en un mes. Valeria Ríos -eficiente, discreta y con unos labios que lo distraen más de lo que admite- es el blanco perfecto. Pero lo que Adrián no sabe es que Valeria escuchó todo... y está decidida a darle una lección que nunca olvidará. Valeria, una mujer que creció entre las sombras de la élite que Adrián gobierna, acepta el juego con una condición no negociable: él no ganará. Usando sus propias armas -miradas calculadas, "accidentales" rozones de piel y un vestido rojo que paraliza la junta directiva-, voltea las reglas. Cada interacción es un duelo: ella lo enciende con falsa indiferencia; él, obsesionado, empieza a cuestionar su propia fachada de hombre impenetrable. Hasta que la mentira se vuelve peligrosamente real. Cuando los celos, las noches de trabajo que terminan en confesiones y un beso robado en el ascensor desatan algo que ninguno planeó, la pregunta ya no es quién ganará la apuesta, sino quién rendirá su orgullo primero. Porque Adrián descubrió demasiado tarde que Valeria no es una conquista más... es la mujer que podría derrumbar su mundo.
Una mujer sencilla, limpiadora en el edificio de una gran firma, se cruza con Andrés Salazar, un joven y exitoso CEO. Tras un encuentro casual que despierta una fuerte atracción entre ambos, Andrés le propone un romance sin compromisos. Sin embargo, la mujer acepta bajo una condición: algo que no tiene que ver con dinero ni poder. Andrés, intrigado y dispuesto a aceptar cualquier trato, no sabe que lo que ella le pedirá cambiará todo lo que creía saber sobre su mundo y su control.
Scarlett nunca pensó que su apacible vida sufriría en un día cambios tan grandes. ¡Su mejor amiga Megan era su hermanastra! Megan y su madre planeaban quitarle a Scarlett todo lo que tenía, incluyendo su riqueza, su estatus, su padre e incluso su novio. Le tendió una trampa a Scarlett para destruir su virtud. Pero, ¿por qué el hombre que yacía junto a Scarlett no era el que Megan encontró? Despiertos, los dos desconocidos empezaron a rastrear la identidad del otro. Pero la identidad de este hombre conmocionó a Scarlett. ¡Era el director ejecutivo más rico Ryke Méndez!
Sawyer, el mayor traficante de armas del mundo, dejó a todos en shock al enamorarse de Maren, la chica insignificante que nadie respetaba. La gente se burlaba: "¿Por qué perseguir a una cara bonita inútil?". Pero cuando las élites más poderosas empezaron a rodearla, sus mandíbulas cayeron al suelo. "¿Ni siquiera están casados y ella ya está aprovechando su poder?", suponían. Los curiosos investigaron el pasado de Maren... solo para descubrir que era una genio científica, una médica de fama mundial y la heredera de un imperio mafioso. Más tarde, Sawyer publicó en redes: "Mi esposa me trata como al enemigo. ¿Algún consejo?".
"¡Ahh!". Ella solo podía gemir, a pesar de que no amaba a ese hombre; de hecho, lo odiaba. Las manos del hombre recorrían todo su cuerpo. Ella jadeó cuando él comenzó a bajarle el cierre del vestido. Este terminaba en su cadera, así que terminó con la espalda y la cintura descubiertas. "No me toq... ¡mmm!". El hombre movió sus dedos por su espalda descubierta y presionó su cabeza contra una almohada. Los toques le provocaron escalofríos a la chica. "Haré que te olvides de sus toques, besos y todo lo demás. Cada vez que toques a otro hombre, solo podrás pensar en mí". ---- Ava Adler era una omega nerd. Los demás la molestaban porque pensaban que era fea y poco atractiva. Pero Ava amaba en secreto a un chico malo, Ian Dawson. Él era el futuro Alfa de la manada Mystic Shadow. Sin embargo, a él no le importaban las reglas ni las leyes, solo le gustaba coquetear con las chicas. Ava no era consciente de la arrogancia de Ian hasta que su destino se entrelazó con el del joven. Él la descuidó y la hirió profundamente. ¿Qué pasaría cuando Ava se convirtiera en una bella capaz de conquistar a cualquier chico y, al verla, Ian se arrepintiera de sus decisiones? ¿Y si ella tenía una identidad secreta que aún no había descubierto? ¿Y si cambiaban las tornas e Ian le suplicaba que no lo dejara?
Madison siempre había creído que se casaría con Colten. Pasó su juventud admirándolo, soñando con su futura vida juntos. Pero Colten siempre le fue indiferente, y cuando la abandonó en el momento en que más lo necesitaba, por fin se dio cuenta de que él nunca la había amado. Con la determinación de empezar de nueno y sed de venganza, Madison se marchó. Tenía por delante un sinfín de posibilidades, pero Colten ya no formaba parte de su vida. El hombre, por su parte, corrió a buscarla presa del pánico al darse cuenta de ello. "Madison, por favor, vuelve conmigo. Te lo daré todo". Sin embargo, fue su poderoso tío quien abrió la puerta y le dijo: "Ella es mi mujer ahora".
"Durante su trabajo de medio tiempo en un bar clandestino, Wendy se emborrachó accidentalmente. Cuando se despertó, se dio cuenta de que la habían confundido con una prostituta y que había perdido su virginidad. Después de tener una aventura de una noche con Charlie, un hombre increíblemente guapo, Wendy tiró doscientos dólares para defender su dignidad. Sin embargo, el comportamiento arrogante de Wendy molestó a Charlie, quien, en venganza, volvió a llevarla a la cama. ""¿Qué quieres?"", dijo Wendy molesta. ""Asumir la responsabilidad de lo que te hice"", respondió Charlie sonriente. ""¿Pero cómo?"", Wendy continuó. ""Al seguir acostándome contigo""."
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".