Las palabras no salían de mis labios, verla parada frente a mí era como un sueño, un sueño que estaba viviendo.
Ha pasado un año, solo un año desde que nos separamos. Ahora estaba aquí, frente a mi luciendo como siempre. Hermosa.
-Hola Dom -dijo, su voz era como música para mis oídos.
-Amelie -susurré impaciente, quería correr a sus brazos pero temía poder asustarla o lastimarla.
-Ha pasado un año -sonrió de manera forzada- ¿como te ha tratado la vida?
-¿Esto te dice algo? -señalé mi cabello.
-Veo que dejaste de ocultar tus canas -rió bajo-, me sorprende viniendo de ti, un hombre que se cuida mucho.
-Una vez me dijiste que te gustaban mis canas -dije, un poco ansioso-, no quería seguir ocultandolas, no si no estabas.
-¿Esa era tu manera de recordarme?
-Si Amelie, era para poder conservarte conmigo.
-Eso es dulce -se acercó a mi, alterando mis nervios-, te extrañé Dominic.
-Y yo -estaba un poco agitado, había olvidado lo nervioso que ella me pone-, aqui estas pequeña ruidosa.
-¡Oh! Ese apodo tan significativo -hizo una mueca-. Ya no se si sea tan ruidosa como antes.
-Lo dudo, esta casa es demasiado solitaria sin ti...
-Se siente -miró toda la sala-, es extraño volver, pero reconfortante Dom.
-Lo es -susurré.